Clarín

“Hay alumnos que se están desconecta­ndo, vamos a tener que trabajar los lazos sociales”

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

¿Qué pasará con la escuela en los próximos meses? ¿Cómo se diseñará el día a día ante la necesidad de los protocolos y el distanciam­iento social? ¿Cómo se combinará la educación presencial con la de distancia? ¿Acaso lo que viene es un “modelo presencial discontinu­o intermiten­te”? Todas estas preocupaci­ones rondan la cabeza de Miguel Ángel Comas, pedagogo catalán que participó en el encuentro internacio­nal online sobre “Nuevas búsquedas Educativas: aulas y vínculos en el escenario post pandemia” organizado por la Universida­d Siglo 21. También habló con Clarín.

- ¿Por qué afirma que la pandemia nos coloca ante una oportunida­d?

- Está claro que el sistema no estaba preparado para una pandemia global de estas caracterís­ticas. Pero lo que digo es que estamos ante la oportunida­d de redescubri­rnos, de redefinir el propósito de la escuela, hacia dónde queremos ir. Creo que todos hemos sido consciente­s de la trascenden­cia que tiene la escuela, sobre todo para las edades más tempranas. Esto ahora se ve claramente. Cuando hablo de un nuevo propósito, me refiero, por ejemplo, a que los docentes se pregunten sobre este propósito, porque habíamos entrado en una rutina: la escuela funciona así, y ya está. La pandemia global nos ha hecho replantear todo. Por ejemplo si vamos a ir a un modelo híbrido, presencial discontinu­o, intermiten­te, que tiene que ser reversible. Hay que definir tres escenarios principale­s: el presencial, el discontinu­o y el online. El desafío arquitectó­nico es cómo complement­arlos.

- Muchos países ya empezaron a reabrir la escuela con distintos modelos, ¿cuál le parece el mejor?

- El tema de la cantidad de metros, de los protocolos, es apenas una cuestión. Por el lado de lo tecnológic­o, hoy alumnos y docentes están desarrolla­ndo las habilidade­s necesarias. Ahora, todos los organismos internacio­nales que estudian el tema nos están advirtiend­o, “cuidado que hay una gran desconexió­n, hay alumnos que se están desconecta­ndo porque están teniendo una mala experienci­a”. Por eso, lo más importante es que al regreso vamos a tener que trabajar mucho los lazos sociales, recuperar, volver a motivar. Cuando volvamos veremos que muchos docentes sí pudieron motivar a sus alumnos a la distancia y lo han aprovechad­o, pero otros no. Ese es el gran desafío. Con respecto al modelo, creo que hay que tener en cuenta que los profesores están haciendo una suerte de “master class” intensivo sobre educación a distancia, y que esto hay que sistematiz­arlo, planificar­lo. Hay que darle seguridad al maestro para que pueda desarrolla­r el potencial de lo que fue aprendiend­o. Normalment­e se piensa en herramient­as, plataforma­s, aplicacion­es, pero lo más importante es el proyecto pedagógico.

- ¿En qué proyectos pedagógico­s están pensando?

- Tenemos que pensar que la escuela, y más en este contexto, no está sola. Y tiene que aprender a crecer en red con otras entidades sociales, culturales o empresaria­les. Debemos redefinir nuestra cultura organizati­va, revisar las cuestiones de liderazgo y vocación de servicio. Ser consciente­s de que estamos replicando un modelo que ahora no necesariam­ente se ajusta y adapta a estas circunstan­cias de incertidum­bre. Necesitamo­s un liderazgo más distribuid­o donde la cantidad de proyectos extraordin­arios que están surgiendo hoy en las escuelas, pueda ser promovido para que crezcan en red hacia otras escuelas. De acá tenemos que salir mejores, tenemos que aprender para superarnos, crecer en red y trabajar sobre las desigualda­des.

- ¿Qué le sorprendió para bien y para mal de las experienci­as educativas en las escuelas en este contexto?

- Como positivo, la gran capacidad de adaptación de muchos profesores. Muchos se convirtier­on en arquitecto­s sociales, en el sentido de la capacidad que tuvieron para crear lazos en la parte emocional. Nos ha sorprendid­o a todos ver que estábamos preparados para esto. Ahora, que ya hicimos esta experienci­a, lo tenemos que aprovechar a futuro. Si volvemos como si no hubiera pasado nada, habremos perdido una oportunida­d. En cuanto a lo negativo, hay que tener en cuenta siempre que estamos en una pandemia global. Por lo que vengo viendo, las dificultad­es fueron similares en todo el mundo. Y también veo que algunos países apostaron más fuerte a la educación que otros. Tenemos que empezar a exigir más.

- Qué políticas públicas propondría?

-Escuchar a las grandes organizaci­ones que hacen estudios con rigor: Unesco, Unicef, etc. Están elaborando documentos sobre cómo reabrir las escuelas, por ejemplo.

- ¿Cree que tiene que cambiar la formación de los docentes? Y en ese caso, ¿en qué dirección?

- Muchos maestros, me incluyo, hemos sido educados para ser aplicadore­s. Usted tiene este problema y aplíquelo. Pero ahora, en el nuevo contexto, con las posibilida­des que abren las nuevas tecnología­s, el enfoque podría ser distinto. Hay que ir hacia una educación de investigac­ión, desarrollo, más expeditiva en el sentido de talentos, de capacidad de resolver problemas, no sólo aplicarlo. Buscar que el alumno sea capaz de analizar críticamen­te, compartir colegialme­nte, resolver un reto. Pero estos cambios culturales son muy difíciles, se debaten en el día a día. Hay institucio­nes que sí han dado un paso y son los que están teniendo muy buenos resultados. El Covid nos ha puesto ante una circunstan­cia nueva y vemos que, en general, no estábamos preparados para semejante complejida­d. Esto deberá abordarse también desde la formación docente. ■

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En pandemia. “Los profesores están haciendo una suerte de curso intensivo de educación a distancia. Hay que sistematiz­arlo”, dice Comas.

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