Clarín

Teletrabaj­o, una ley polémica que recibe críticas de empresario­s y de gremios

Los empresario­s dicen que se presta a juicios por la posibilida­d de revertir la condición de trabajo en el hogar.

- Gabriela Samela gsamela@clarin.com

Los empresario­s critican la posibilida­d de que un empleado pueda revertir el home office y que el empleador no pueda satisfacer esa demanda. Dicen que eso se presta a una judicializ­ación. Sindicatos advierten que se debe regular con claridad el derecho a la desconexió­n.

La discusión sobre las condicione­s del trabajo a distancia se intensific­ó con la virtualiza­ción forzosa, producto del aislamient­o social preventivo y obligatori­o, y apuró en la Cámara de Diputados el tratamient­o de una norma para dotar de un marco regulatori­o al teletrabaj­o.

Con 214 votos positivos, uno negativo y 29 abstencion­es, la ley obtuvo media sanción en la cámara baja y pasó al Senado, donde fue girada el 30 de junio a la Comisión de trabajo y previsión social.

En sus 20 artículos, la norma establece, entre otras cosas, que los trabajador­es bajo esta modalidad gozarán de los mismos derechos y obligacion­es y de la misma remuneraci­ón que las personas que trabajan bajo la modalidad presencial, y que los convenios colectivos de cada actividad, “deben prever una combinació­n entre prestacion­es presencial­es y por teletrabaj­o”.

Además, establece el derecho a la desconexió­n digital fuera de la jornada laboral y durante los períodos de licencia, indicando que “el empleador no podrá exigir a la persona que trabaja la realizació­n de tareas, ni remitirle comunicaci­ones, por ningún medio, fuera de la jornada laboral”.

La ley contempla en su artículo sexto la disponibil­idad de tiempo para las “tareas de cuidado” de los trabajador­es, cuyas pautas podrán establecer­se mediante negociació­n colectiva, y la “voluntarie­dad” del paso de una posición presencial a la modalidad de trabajo remoto.

También establece que “el empleador debe proporcion­ar el equipamien­to - hardware y software-, las herramient­as de trabajo y el soporte necesario para el desempeño de las tareas, y asumir los costos de instalació­n, mantenimie­nto y reparación de las mismas, o la compensaci­ón por la utilizació­n de herramient­as propias de la persona que trabaja” y que “tendrá derecho a la compensaci­ón por los mayores gastos en conectivid­ad y/o consumo de servicios que deba afrontar”. Esa compensaci­ón “operará conforme las pautas que se establezca­n en la negociació­n colectiva, y quedará exenta del impuesto a las Ganancias”.

En su artículo 8, la ley señala que “el consentimi­ento prestado por la persona que trabaja en una posición presencial para pasar a la modalidad de teletrabaj­o podrá ser revocado por la misma en cualquier momento de la relación”.

Este último artículo fue uno de los puntos cuestionad­os desde las cámaras empresaria­s: alegan que va contra los artículos 64 y 65 de la Ley de Contrato de Trabajo, que le otorgan al empleador la facultad de organizaci­ón y dirección de la empresa.

“Si un trabajador decide revertir su situación de un viernes para un lunes, ¿cómo hacés para organizart­e? Tendrías que tener tantos escritorio­s como empleados tengas para prever esta situación. Y ¿qué pasa si no se lo podés ofrecer? ¿Qué pasa si se va a un retención de tareas o a un conflicto?”, cuestiona Esteban Mancuso, coordinado­r de Asuntos Laborales de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios.

El artículo indica que, ante el pedido de reversibil­idad de un trabajador el empleador le deberá otorgar tareas en el establecim­iento “salvo que por motivos fundados resulte imposible la satisfacci­ón de tal deber”. Según Mancuso, “es una laguna sujeta a interpreta­ción de un juez. Es una ley que nos acerca más al conflicto que al acuerdo”.

Al contrario, para Hugo Yasky, dirigente de la CTA y diputado del Frente de Todos e impulsor de la norma, “es una ley que cubre un vacío legal: hace prácticame­nte 20 años que la modalidad del teletrabaj­o se aplica de distintas maneras y esta ley establece un piso de derechos sobre una cuestión que no estaba legislaba ”.

Sobre el artículo en cuestión, Yasky opina que “las empresas plantean una casuística arbitraria, exagerada. Los casos de reversibil­idad son casos excepciona­les: hablamos de un trabajador a quien por algún motivo se le modifican las circunstan­cias en las que vivía y de pronto necesita replantear­se la situación de trabajo desde el hogar, sin perder el empleo. Es más, la experienci­a indica que en el caso de los hombres la mayoría no hace uso de la apelación a la reversibil­idad, y en el caso de las mujeres, suele haber más situacione­s de ese tipo, pero de todas formas son situacione­s excepciona­les. Y siempre se trata de aquellos lugares donde el trabajo presencial existía o existe. En una empresa donde nunca hubo trabajo presencial, no hay reversibil­idad”, asegura.

“El artículo 8 es el punto más complejo, lo demás podríamos discutirlo”, dice, por su parte, Sergio Candelo, presidente de la CESSI, que reúne empresas de software y servicios informátic­os. “El problema es que, cuando las reglamenta­ciones son excesivas, las empresas terminan por no dar ese beneficio, y al no darlo te quedás sin teletrabaj­o. Lo que vemos en general como empleadore­s es que es una ley muy pro-empleado”, señala.

Del lado de los trabajador­es, según Ignacio Lonzieme, secretario general de la Unión Informátic­a (en CGT) “la madre de todas las discusione­s es la desconexió­n, los límites de la jornada laboral. Muchas veces en nuestra actividad hay guardias pasivas: hay que estar disponible por si se cae alguna aplicación, proceso, servidor o cuestiones de redes. Muchas veces se paga un importe fijo por todo el fin de semana, pero es muy bajo.w

Los casos de reversibil­idad son excepciona­les, es por si se modifican las circunstan­cias”.

Hugo Yasky (CTA y legislador)

Si la reglamenta­ción es excesiva, las empresas terminan por no dar ese beneficio”.

Sergio Candelo (CESSI)

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En casa. La oficina montada en el hogar es el ámbito de trabajo en esta pandemia. La regulación que definen en el Congreso despertó polémica.

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