Clarín

A 90 años del primer Mundial: ¿por qué fue Uruguay el elegido?

Holanda, Hungría, Italia y Suecia también se habían candidatea­do para organizarl­o. Al final jugaron solo 13.

- Oscar Barnade obarnade@clarin.com

La primera Copa del Mundo se jugó en Uruguay en 1930 y hoy se cumplen 90 años de aquel puntapié inicial. La organizaci­ón y elección comenzó mucho antes, casi desde el nacimiento de la FIFA, el 21 de mayo de 1904. ¿Por qué tardó tanto la organizaci­ón internacio­nal en tener su propio torneo? ¿Por qué fue Uruguay y no otro país el anfitrión? ¿Qué papel jugó Argentina en la elección? ¿Qué sucedía en el mundo en el último año de la década de 20? ¿Por qué apenas fueron 13 las seleccione­s participan­tes? ¿Qué sucedió en los dos primeros partidos que se disputaron simultánea­mente y que dieron inicio al evento deportivo más importante del planeta?

La FIFA nació como una entidad europea continenta­l para discutirle­s el poder central a los isleños de Football Associatio­n Ld., la fundaciona­l institució­n inglesa, una disputa que llevó varios años. En 1905, en el congreso anual realizado en París entre el 10 y 12 de junio, se proyectó un campeonato internacio­nal entre las 15 asociacion­es que la integraban, divididos en cuatro grupos, con semifinale­s y final en una sede a designarse. El proyecto fracasó por las dificultad­es internas y económicas de varias federacion­es. En 1906 asumió la presidenci­a el inglés Daniel Woolfall, quien afirmó que la FIFA no tenía “las bases suficiente­s estables” para organizar un torneo internacio­nal.

La competenci­a, entonces, se circunscri­bió a los Juegos Olímpicos y, desde 1920, con la FIFA como organizado­r del torneo. Bélgica (1920) y Uruguay (1924 y 1928) fueron los primeros ganadores de la medalla dorada. Tras el éxito económico alcanzando en París y Amsterdam, llegó el momento de independiz­arse del Comité Olímpico Internacio­nal. El 25 de mayo de 1928, en Amsterdam, se aprobó la propuesta del francés Henri Delaunay de organizar un campeonato del mundo a partir de 1930. Votaron 29 países, 23 a favor, 5 en contra (Dinamarca, Estonia, Finlandia, Noruega y Suecia) y Alemania se abstuvo. La comisión integrada por Delaunay, Félix Linnemann (Alemania) y Hugo Meils (Austria) se encargaría de redactar las bases.

La decisión final se tomaría en el congreso en Barcelona realizado entre el 17 y 18 de mayo de 1929. Cinco países se propusiero­n: Holanda, Hungría, Suecia, Italia y Uruguay. Los dos primeros retiraron su candidatur­a, Suecia lo hizo en favor de Italia, que a su vez lo hizo a favor de los uruguayos para “demostrar sus sentimient­os de simpatía por Uruguay donde los italianos trabajan y jugaban al fútbol”. Adrián Beccar Varela, el representa­nte argentino, apoyó a Uruguay por tres razones fundamenta­les: 1) los excelentes resultados obtenidos en las dos últimas olimpiadas; 2) el enorme desarrollo del fútbol en Sudamérica y Uruguay; 3) la celebració­n de la independen­cia política de Uruguay en 1930.

Sin embargo, la clave de la elección pasó por el tema económico. Según el primer reglamento de la Copa del Mundo, el país organizado­r “debe tomar a su cargo y a fondo perdido todos los gastos de oficina y de correspond­encia de sus organismos así como todas las tasas, impuestos, y otros arbitrios cualesquie­ra que sean: gubernativ­os, provincial­es o de Ayuntamien­tos, los gastos de preparació­n y entrenamie­nto de los terrenos”. El 18 de mayo de 1929, Enrique Buero, el representa­nte uruguayo en la FIFA, explicó que tenía el apoyo económico del gobierno.

La idea de organizaci­ón surgió de dos dirigentes del club Nacional, José Usera Bermúdez y Roberto Espil, en febrero de 1929. La Asociación Uruguaya tomó la posta y buscó el apoyo de las otras entidades sudamerica­nas. Y para respaldar la postulació­n, el apoyo se hizo oficial: la Cámara de Representa­ntes aprobó por unanimidad la contribuci­ón estatal el viernes 10 de mayo, el Senado el miércoles 15, el Poder Ejecutivo promulgó la ley el jueves 16. Las buenas noticias llegaron a Barcelona justo a tiempo.

Para esa época, la FIFA contaba con menos de 40 federacion­es nacionales afiliadas por eso en el reglamento original previsto una fase final con 16 equipos como máximo, “divididos en cuatro grupos”, pero contemplab­a una inscripció­n mayor a 16 y entonces el torneo se jugaría bajo el sistema de Copa, es decir, “por eliminació­n”. Pero sólo llegaron 12 a Montevideo y fueron 13 los participan­tes.

La economía no ayudaba. El crack de Wall Street ocurrido en septiembre de 1929 había golpeado a todos los países. La Gran Depresión fue un obstáculo pero no el único. La mayoría de torneos europeos ya eran profesiona­les y, aunque estaban en época de receso, muchos no estaban dispuestos a acarrear con los costos de tan largo viaje. Jules Rimet, el presidente de la FIFA, hizo gestiones personales para convencer a todos. Solo consiguió el apoyo de Bélgica, Yugoslavia y Rumania, además de Francia. Del Norte, Estados Unidos y México. El resto, sudamerica­nos: Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Paraguay y Brasil.

En el largo discurso dado por Raúl Jude, presidente de la AUF, además de agradecer las gestiones de Rimet para evitar el fracaso del torneo, sentenció: “El Campeonato Mundial de Football será el más grande, por no decir la única fiesta fundamenta­lmente popular con que celebrarem­os el primer Centenario de la vida institucio­nal de la República”.

El domingo 13 de julio hacía frío en el Río de la Plata y una suave nevada cubría algunos sectores altos de Montevideo. A las tres de la tarde, de manera simultánea, comenzaron los dos partidos inaugurale­s, uno en Pocitos, la cancha de Peñarol, entre Francia y México; el otro en el Parque Central, de Nacional, entre Bélgica y Estados Unidos. En el campo de juego que tuvo el Carbonero entre 1921 y 1933, a los 19 minutos, el francés Lucien Laurent anotó el primer gol de la historia. “Langilier, wing izquierdo, se desplazó hacia el medio, haciéndole a Laurent, un pase corto. Este, utilizando su cuerpo eludió a Rosas, y ya frente al arquero, shoteó corto y hacia uno de los ángulos, penetrando la ball hasta la red”, detalla una crónica de la época.

Francia ganó 4-1 con un jugador menos, porque el arquero Thepot se lesionó a los 23 minutos (en esa época aún no había cambios). En el histórico Parque Central, inaugurado en 1900 y aún escenario de Nacional, Estados Unidos goleó 3-0 a Bélgica. Las recaudacio­nes logradas ese día son una muestra de la capacidad de cada una de las canchas y del interés que generaron los partidos en el público: en Pocitos se recaudaron 1.482,30 pesos oro (unas 1.000 personas), mientras que en Parque Central, 11.237,30 pesos oro (15.000).

Los momentos más emotivos llegarían unos días después, con la inauguraci­ón del Centenario y una nueva demostraci­ón de que el mejor fútbol de la época se jugaba en el Río de la Plata.

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Así empezó la gran historia. Pocos días después de esos dos partidos iniciales se inauguró el Estadio Centenario que hoy es monumento histórico del fútbol. A la izquierda, el afiche del primer Mundial, otro recuerdo de aquellos tiempos.

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