Adictiva, pero con fallas
La flamante ficción chilena está inspirada en el caso de violación grupal conocido como La Manada.
La jauría forma parte de lo que Lucrecia Martel calificó como las “narrativas conservadoras” de muchas de las series actuales, constituidas por una estructura mecánica, diálogos cargados de información, el foco puesto más en el argumento que en los personajes. Lo cual no significa que el dispositivo no funcione.
Inspirado por el caso de violación grupal de La Manada y macabros juegos en red como La ballena azul, este policial cumple con el requisito fundamental: el factor adictivo. Atrapa de principio a fin. Y arranca en forma clásica: la desaparición de una adolescente. Pero no es una chica cualquiera: Blanca era la líder de manifestaciones feministas que venían ocurriendo en un tradicional colegio católico de Santiago. Subidas a la marea verde, las estudiantes denunciaban los abusos cometidos por uno de los profesores. El colegio está tomado, pero los reclamos de las chicas no encuentran eco en las autoridades de la institución ni en los padres.
Tres policías mujeres (Antonia Zegers, María Gracia Omegna y Daniela Vega, famosa por Una mujer fantástica) son las encargadas de una investigación que pronto se encontrará con que la desaparición de Blanca está vinculada a un juego en red, el Juego del Lobo. Ahí se recluta a hombre para las “jaurías” que ataquen a sus presas: mujeres que son violadas, secuestradas, torturadas y, tal vez, asesinadas. El guión -a cargo de Lucía
Puenzo, directora general, y de un equipo argentino-chileno de cuatro guionistas- fue escrito al calor de las manifestaciones del movimiento Ni una menos y la lucha por la legalización del aborto. Se propone la difícil tarea de sostener el suspenso y, al mismo tiempo, dar cuenta de ese proceso en vías de desarrollo que es el cambio del paradigma patriarcal.
Así, se ponen en escena varias de las cuestiones que vienen discutiéndose de unos años a esta parte: cómo se resignificó la palabra abuso, cuestionando comportamientos que hasta ahora eran naturalizados; cómo el machismo no es practicado sólo por hombres, sino también por mujeres; y cómo, del mismo modo, sus víctimas no son sólo las mujeres, sino también los hombres, en tanto y en cuanto se exige de ellos un comportamiento agresivo, fuerte, sin debilidades. Algunos de estos temas se incorporan hábilmente a la trama y otros caen inevitablemente en enunciaciones discursivas... O en maniqueísmos: hay un exceso tanto de heroínas como de villanos.w