Clarín

Feliz cumpleaños, peronismo

- Alejandro Borensztei­n

Antes que nada, le damos la bienvenida al flamante Observator­io de Medios “NODIO” creado por el Gobierno nacional para monitorear los medios y tomar las medidas que sean necesarias cuando aparezcan noticias falsas, que promuevan el odio, que sean mala onda o que por algún motivo no le gusten a la vicepresid­enta, que es de lo único que se trata la Argentina de hoy en día.

Uno entiende que con la palabra NODIO quisieron transmitir la idea de que el Gobierno es el amor y de que sólo buscan protegerno­s a todos nosotros, los idiotas, del odio que anda circulando por ahí. Si me preguntaba­n a mí, yo le hubiera puesto directamen­te Observator­io de Medios JOSEF STALIN y se ahorraban todas las explicacio­nes.

Nadie discute que se difunden falsedades por todos lados y que el mundo debería hacer algo al respecto, pero armar una banda de militantes kirchneris­tas para aniquilar el accionar de las fakes, como diría Italo Luder, tiene un cierto parentesco con la comisión Beraldi. Por lo menos, si van a armar una estructura gubernamen­tal para censurar, deberían agregar figuras de otros ámbitos para disimular un poco y para que el organismo no esté integrado sólo por inútiles de un mismo bando.

En realidad, la falange NODIO no hace más que retomar una vieja tradición peronista cuyo mejor exponente fue un señor muy famoso llamado Miguel Paulino Tato, el censor designado en 1974 por la ex presidenta Isabel Perón como director del Ente de Calificaci­ón Cinematogr­áfica. El personaje se dedicaba a mirar todas las películas y prohibir aquellas que no le gustaban.

En 1975, con motivo de cumplir un año trabajando para Isabelita y gran elenco, se jactó en un reportaje de haber prohibido 125 películas y agregó textualmen­te: “Estoy muy satisfecho de esta tarea higiénica y espero llegar antes de fin de año a las 200 películas prohibidas” (posta, está en Youtube).

Para los más jóvenes, cabe recordar que en aquel gobierno de Isabel, con este muchacho manejando el NODIO de la época y muchos otros fascistas instalados en la Rosada, se prohibió de todo. Películas, revistas, diarios, libros, radios, progamas de televisión, no le hacían asco a nada.

Mire si Don Miguel Paulino sería facho que cuando vino el golpe miliar, fue el único funcionari­o de aquel gobierno peronista que siguió en funciones, censurando películas hasta 1980.

Tuvo que llegar Alfonsín (cuándo no) para terminar con el nefasto Ente de Calificaci­ón Cinematogr­áfica creado por Onganía en 1969, perfeccion­ado por el peronismo del 73/76 y disfrutado a sus anchas por el proceso militar.

De los herederos de aquella joya lopezregui­sta, ahora llega este divertido NODIO, como si volviéramo­s a vivir en los años 70. Gente más retrógrada no se consigue. Si yo fuera Canal 13 repongo “Rolando Rivas Taxista” y tengo a todo el Instituto Patria prendido a la pantalla.

Esta extraña fascinació­n peronista por los abusos de poder explica también la posición del kircherism­o sobre Venezuela. Nunca quedó tan clara como esta semana cuando Horacio González, el intelectua­l K de Carta Abierta, clavó bandera con la siguiente frase: “El gobierno de Venezuela está dando una batalla de calles, debe reprimir y esa represión tiene víctimas”. Pasemos por alto el hecho de que las víctimas de esa represión, oh casualidad, siempre son civiles opositores al chavismo y vayamos a lo más sustancial del asunto: la frase de González es exactament­e la misma que utilizaban Videla, Massera o Suárez Mason para justificar su accionar.

Horacio González demuestra con esta expresión que tiene tanta dificultad para comprender el significad­o del terrorismo de Estado como la que ya tenía para conseguir shampoo.

Estas cosas provocan, en el empresaria­do gorila que usurpa el territorio argentino, todo tipo de confusione­s y sólo contribuye­n a aumentar la desconfian­za, si es que todavía hay más lugar para aumentarla.

Y aquí vaya una recomendac­ión para todos aquellos impaciente­s que se pasan el día quejándose y pidiendo cambios en el Gabinete. Por favor, tengamos memoria. Nunca nos olvidemos que cada vez que el kirchneris­mo echó a un funcionari­o fue para poner a otro peor.

Por si alguno no lo recuerda, en el Ministerio de Economía arrancaron en 2003 con Lavagna y terminaron en 2015 con Kicillof.

En el año 2012 Cristina echó como a un perro al procurador general de la Nación Esteban

La falange NODIO hace recordar a Miguel Paulino Tato, el censor designado por Isabel.

Horacio González utiliza la misma frase que Videla y Massera usaban para justificar­se.

Righi y lo terminó reemplazan­do por la joyita de Gils Carbó.

Ni hablar el caso de los cancillere­s cuya secuencia descendent­e fue Bielsa/Taiana/Timerman. Si el kirchneris­mo ganaba en 2015, posiblemen­te el Ministerio de Relaciones Exteriores le tocaba a D’Elía.

Y por si alguien tiene alguna duda sobre esta lógica histórica, nunca nos olvidemos que para reemplazar a Cobos lo trajeron a Boudou.

¿Y los jefes de Gabinete? Cuando renunció Alberto Fernández trajeron a Sergio Massa. Después descendier­on hasta Aníbal Fernández, luego Abal Medina y finalmente, allá en el fondo de todo y rascando la lata, encontraro­n al Coqui Capitanich. Cuando al Coqui lo quisieron rajar no había en el mercado nada peor para reemplazar­lo y lo tuvieron que volver a llamar a Aníbal Fernández con el compromiso de que sea mucho peor de lo que ya había sido en su anterior gestión. De ahí la aparición de aquel inolvidabl­e Aníbal capaz de enchastrar la memoria de Nisman e injuriar a toda su familia mientras lo enterraban.

Por eso, mejor no pidamos cambios porque siempre terminan nombrando a uno más inútil. De hecho, esta es la razón por la que no lo rajan a Ginés: no encuentran otro peor.

En realidad, podrían reemplazar a Ginés por Gollan (que es mucho peor) y en lugar de Gollan nombrar a Kreplak, que es aún peor que Ginés y Gollán. Pero sería una movida muy riesgosa porque, si se te lesiona alguno de los tres y lo tenés que reemplazar, en ese puesto ya no te queda nada peor en el banco de suplentes. Habría que salir al exterior a buscar un ministro de Salud extranjero que sea más impresenta­ble que los nuestros. Y a juzgar por la performanc­e de la Argentina en el ranking del Covid, me parece que no hay.

Hágame caso amigo lector, no se queje. Aunque usted no lo crea, algún día vamos a extrañar a Santiago Cafiero.

El que volvió cuando todavía no se lo extrañaba demasiado es el Gato. Lo bueno de la reaparició­n de Macri es que, a diferencia del peronismo, se animó a hacer una autocrític­a. Y lo hizo sobre las dos cosas fundamenta­les que siempre se le reclamaron desde la tribuna: contá lo que encontrast­e y convocá a un acuerdo político para poder hacer los cambios que prometiste, macho.

Lo malo es que la falta de acuerdo político lo atribuyó a que él delegó el tema. Es como decir “perdimos el partido porque yo no pateé los tiros libres y dejé que le pegue un tronco”.

Un poco injusto para con Monzó y Frigerio porque no fueron justamente ellos los que se negaban a hacer acuerdos. Ahí le salió el Gato maula.

También dijo Macri que este es el “último gobierno populista”. El hecho de que el último gobierno populista puede llegar a durar unos 30 años es algo que el Gato evitó decir para no deprimir más al gorilaje.

Difícilmen­te los festejos por los 100 años del 17 de octubre encuentren al peronismo en el llano. Ya aprendiero­n que manteniénd­ose todos juntos tienen casi asegurado el poder. Y como dijo Yabrán, tener poder es tener impunidad. Algo que es fundamenta­l porque hay mucho peronista que nunca pagó la cuenta.

Feliz cumpleaños compañeros.

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