Arce, un economista exitoso y estatista
Luis Arce aspira a convertirse en presidente de Bolivia gracias al capital político construido durante décadas como ministro de Economía de Evo Morales. El candidato del Movimiento al Socialismo atribuye esa bonanzas económica a la nacionalización de los hidrocarburos, en 2006.
Nació en La Paz, en el seno de una familia de clase media. Sus padres eran profesores. Economista de 57 años, Arce estudió en la estatal Universidad Mayor de San Andrés en La Paz e hizo una maestría en la universidad británica de Warwick. Trabajó 18 años en el Banco Central, donde ocupó diversos cargos, y fue ministro de Economía y Finanzas casi todo el periodo de Morales, con una pausa de 18 meses. Tiene un perfil más tecnócrata que político.
Bajo su gestión, Bolivia elevó su PBI de 9.500 millones de dólares anuales a 40.800 millones y redujo la pobreza del 60% a 37%, según datos oficiales. La bonanza permitió pagar bonificaciones a miles de mujeres embarazadas, escolares y ancianos, e inversiones millonarias para intentar industrializar el litio y el gas natural.
“Tomamos decisiones adecuadas que llevaron a nuestro país a liderar varios indicadores económicos y sociales en la región”, dice el exministro. Sus críticos aseguran que el éxito económico no se debió tanto a su capacidad en el Ministerio de Economía sino a los elevados precios de las materias primas durante más de una década hasta 2012, lo que llenó las arcas del gobierno de Morales.
Arce, un defensor del estatismo, es la apuesta de Morales para el retorno al poder del MAS. Pero aunque la mayoría de los sondeos lo ubican primero, no ha logrado romper “el voto duro” fiel a Evo, anclado en sectores rurales y en centros urbanos populares. El principal objetivo de Arce es, justamente, recuperar el voto de esa clase que se distanció de Morales en sus casi 14 años en el poder.
Con la camisa arremangada, el economista hace campaña como un profesional, pero rehúye al debate. Sólo ha participado en uno y en todas las entrevistas se muestra como un abierto antiliberal. Ser el delfín el Morales también pone en duda su capacidad para reunificar a un país polarizado entre los simpatizantes y detractores del exmandatario.