Clarín en Miami, en un exótico desfile naval en apoyo a Trump
Lo llaman “Trumpilla”. Son decenas de embarcaciones con banderas y el cotillón del presidente para pedir su reelección. Un hijo del mandatario, la estrella.
La consigna es llegar a las 10 de la mañana y, a quien quiera llevar bebidas alcohólicas, la sugerencia es solo vino rosé o champagne para enfriar en hieleras. También se advierte que todos deben estar descalzos. El lugar de encuentro es la Sea Isle Marina, Pier 1, Miami, Florida, donde espera amarrado el Infinity, un yate valuado en US$ 1,8 millones con capacidad para 12 pasajeros y 3 tripulantes.
La joya partirá poco después hacia una experiencia original y alucinante: la llamada “Trumpilla”, una flotilla de 400 embarcaciones de todos los tamaños que marchará por las costas de Miami --en un festival de banderas estadounidenses, música tropical y canciones patrias-- para hacer campaña por Donald Trump.
El dueño del yate, que tiene tres dormitorios, dos baños y una sala de estar, es Dragos Sprinceana, de 41 años, de origen rumano, dueño de una compañía con más de 470 camiones que circulan por EE.UU.
Dragos, anteojos de sol, barba prolija, grueso reloj de oro y habano en mano, saluda a los invitados que van llegando de a poco, casi todos ataviados para la ocasión: remeras con la bandera estadounidense, cotillón “trumpista” y gorritas de “Make America Great Again”. En plena pandemia los barbijos brillan por su ausencia. La única que lo utiliza a bordo –una extrañeza para todos los pasajeros— es la corresponsal de Clarín que viaja con la docena de simpatizantes del hombre que busca una victoria electoral el 3 de noviembre para quedarse otros cuatro años en la Casa Blanca.
Algunos de los invitados traen banderas que colocan en un mástil de popa: una azul de “Trump 2020 Keep America Great” y otra roja de “Women for Trump”. Cerca de las 11 es hora de zarpar rumbo al norte de la ciudad, hacia la zona de Bal Harbor, donde está previsto encontrarse con centenares de embarcaciones provenientes de distintos puntos del estado de Florida. Allí arrancará el original desfile en el mar, una modalidad de campaña que inventó Carlos Gavidia, un inmigrante peruano que con su iniciativa fascinó a Trump.
Gavidia, banquero retirado, contó a Clarín que en marzo tuvo coronavirus y que se recuperó gracias a que tomó hidroxicloraquina, la droga que promovía el presidente, y desde entonces buscó la manera de ayudarlo en la reelección. Se le ocurrió bautizar a su barco como el jefe de la Casa Blanca y pintó un enorme “Trump” en los costados. Luego comenzó a organizar desfiles acuáticos con sus amigos hasta que llamó la atención del presidente, que le agradeció sus esfuerzos en un tuit. A partir de enigual tonces sus “Trumpillas” se hicieron famosas en Florida y otros estados. En Tampa, una vez, logró reunir cerca de 4.000 embarcaciones. En algunos lugares hubo problemas. En un lago en Texas, al menos cuatro botes se hundieron por el oleaje levantado por la gran cantidad de embarcaciones. No hubo víctimas.
“Es un acto pacífico, todos son patriotas y a la gente le gusta, todos pueden ir. A los actos que hace Trump no puede ir tanta gente y muchas veces son un 90% de adultos. Aquí pueden ir los niños, es un momento agradable”, cuenta Gavidia, que también organizó una marcha de botes en Long Island, a pedido de Donald Trump junior, y que allí conoció al presidente.
El día está nublado y los pasajeros se acomodan y comienzan a beber agua y gaseosas, pero el dueño del barco sorprende con canilla libre de brillante rosé de la Provence y burbujas de primerísima marca francesa. La música, ecléctica, comienza a sonar: ritmos latinos típicos de Miami, Michael Jackson, el ochentoso Village People (el grupo que suena en los actos del presidente), pero también canciones patrias que crecen en volumen en los momentos importantes como cuando la caravana marítima pasa bajo un puente levadizo.
Al cabo de una hora de navegación se produce el momento más esperado: a las 12, todos los barcos confluyen en un punto y comienzan a hacer sonar sus sirenas para saludarse. Se ven centenares de yates inmensos y pequeños, lanchas y hasta jet skis. Todos atestados de banderas estadounidenses. Hombres y mujeres jóvenes toman sol en trajes de baño en las cubiertas, cruzan saludos y brindis de barco a barco, se escucha una mezcla de ritmos desde todas las naves. La gente baila y hay una energía muy fuerte que circula.
La embarcación que lidera es el “Trump” de Gavidia y todos los siguen. En la cubierta se ve al organizador junto al invitado de honor de este gran desfile acuático: Eric Trump, el hijo del presidente, que llegó a Miami para sumarse al evento. Los dos –shorts, remeras blancas con el logo de Trump— enfrentan el viento en la proa con aire épico munidos con banderas. Salvando las distancias, por un momento se viene a la cabeza la famosa escena del Titanic.
El clima en todos lados es de alta fiesta. En el Infinity comienza a sonar un hit que la banda “Los 3 de La Habana” compusieron especialmente para el presidente. “Ay, ay, ay, por Dios, yo voy a votar por Donald Trump”, dice a ritmo cubano el estribillo. “No me creo las mentiras que están poniendo en televisión. La buena vida, la economía, no se tú, pero yo, yo voy a votar por Donald Trump”, continúa y dos latinas en cubierta ya combinan un leve perreo.
Andrea Campodónico dice que va a votar por Trump porque “se acerca muchísimo a los valores conservadores, y esas son las raíces de nosotros los latinoamericanos. Es un presidente pro-vida y yo, como mujer, estoy a favor de la vida y no como los demócratas que están a favor del aborto”.
Araceli Villanueva no encuentra críticas para el presidente, y dice que “la forma en la que Trump se expresa no es la más política porque él no es político. Es un hombre de negocios y así son las personas que hacen negocios y las personas de Nueva York”.
Florida es un estado clave para llegar a la Casa Blanca. En 2016 ganó Trump sobre Hillary Clinton y ahora la pelea con Joe Biden está aquí muy reñida. El presidente, que a nivel nacional va unos 9 puntos por debajo de su rival, necesita conquistar este estado. Por eso viajó dos veces hasta aquí ya desde el día siguiente de haberse recuperado del Covid. También Biden hace campaña en Florida a pocos días de la elección. El condado de Miami-Dade (el que suelen visitar los turistas argentinos), en cambio, es más favorable a los demócratas.
Carlton Morris, publicista a bordo, explica la importancia de este tipo de marchas para reforzar al trumpismo. “Entre los cinco estados que pueden definir la elección está el mayor nivel de registro de embarcaciones. Entonces, si logras que estos votantes se entusiasmen con la elección, la campaña va a funcionar”.
¿Alguna crítica para el presidente? “Nadie es perfecto -dice Morris- pero no lo voy a contratar con mi voto para cuidar a mis nietos. Queremos a alguien para gobernar como el CEO de un país. No conozco a ninguna compañía en EE.UU. que contrataría a Joe Biden como CEO”. ■
“Es un acto pacífico, todos son patriotas y a la gente le gusta y todos pueden venir”.