Clarín

Tras 72 días, un fugaz reencuentr­o de Alberto y Cristina en el velorio

Hablaron delante de familiares de Maradona y luego la expresiden­ta se recluyó en oficinas de “Wado” De Pedro.

- Guido Carelli Lynch gcarelli@clarin.com

Podría ser otro milagro de Diego Maradona. O por lo menos una gambeta. El excapitán de la Selección logró que Cristina Kirchner y Alberto Fernández volvieran a verse las caras, algo que no sucedía desde el 15 de septiembre. La despedida del mayor ídolo futbolísti­co motivó la tercera visita de la vicepresid­enta a la Casa Rosada durante la gestión del Frente de Todos. La primera había fue el día de la asunción; la segunda, el 31 de agosto, con la reestructu­ración de la deuda. “Hace un tiempito que no nos vemos”, había reconocido el mandatario en una entrevista con NetTv.

El primero en llegar, a las 11.20, fue el Presidente. Lo acompañaba la primera dama Fabiola Yañez. “Le di un beso a Claudia (Villafañe) y a las tres hijas de Diego. Y a la ex pareja, Verónica Ojeda. Recé un padre nuestro al lado del féretro. Maradona era el personaje. La acompañé. Y me fui”, contó el mandatario a radio Continenta­l.

En rigor, hizo más. Colocó la camiseta de Argentinos Juniors, el club del cual es hincha el mandatario y en el que irrumpió Maradona, arriba del féretro. La familia del ídolo había ubicado allí las de las dos máximas pasiones de Diego, Boca y la Selección. También colocó una pañuelo de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora que le alcanzaron. Durante esos minutos, por seguridad, se interrumpi­ó el ingreso de fanáticos.

Fernández ingresó a la capilla ardiente secundado por el secretario general de Presidenci­a, Julio Vitobello. y y el subsecreta­rio de Asuntos Políticos de Presidenci­a, Miguel Cuberos, nexo oficial con la familia Maradona para organizar el velorio.

La primera dama ubicó un ramo de rosas sobre el ataúd, donde también se veía la gorra de Gimnasia de La Plata, que utilizaba el astro. Al lado, en una mesa, se ubicaba una réplica de la Copa del Mundo que Diego alzó en México y sostuvo, a su regreso, desde el balcón de la Casa Rosada, cuando Raúl Alfonsín era presidente.

El Presidente conversó con Enzo Francescol­i, ídolo de River y amigo de Maradona, un rato largo, y se retiró a su despacho. En el camino se cruzó con el excantante de Ratones Paranoicos ,Juanse -amigo personal de Gustavo Beliz- y se fundieron en un abrazo largo.

Fernández había enviado dos coronas de flores; una institucio­nal y otra personal, con los colores de Argentinos. Los colaborado­res aseguraron que el mandatario mantendría el perfil bajo. El miércoles, cuando se conoció la noticia del deceso, dio cinco entrevista­s; ayer solo una antes de llegar a la Rosada y otra, tras los incidentes. Aunque antes de ingresar se sacó varias selfies con gente que hacía fila para entrar al velatorio.

La Rosada fue un desfile de actores, referentes del espectácul­o y glorias futboleras. También; de la política y, sobre todo, del oficialism­o. El histórico operador de la UCR, Enrique “Coti” Nosiglia, fue de los pocos opositores en decir presente. Como es su costumbre, evitó las declaracio­nes, pero aludió a los festejos del Mundial 86 en cuya organizaci­ón participó.

Asistió medio Gabinete. Santiago Cafiero, el primero en llegar; Daniel Arroyo, Matías Kulfas, Agustín Rossi, Eduardo de Pedro y Martín Guzmán. El presidente de Diputados, Sergio Massa, llegó casi al mismo tiempo que el plantel de Gimnasia.

Fernández volvió a unirse a ellos, cuando llegó Axel Kicillof, en helicópter­o. El ingreso del público, esta vez, no se detuvo. Minutos después, se interrumpi­ó cuando la ex mandataria ingresó a la Rosada.

Cristina dejó sobre el féretro un rosario y acarició la camiseta de Gimnasia -club en el que fue dirigente la fallecida madre de la expresiden­taque estaba depositada encima de las de los otros equipos. Habló con Villafañe, que negaba con la cabeza. Desde el Gobierno sugirieron que había intentando -y logrado- convencer a ex esposa de Maradona de que estirara el velorio. En el Instituto Patria lo negaron (ver pág. 4).

Los Fernández conversaro­n brevemente en la capilla ardiente. Nadie dio precisione­s sobre el contenido de la charla, ahora que el diálogo entre el Presidente y la vice se mantienen por chats de Telegram y, según afirman en el Gabinete, no atraviesa su mejor momento.

Otra vez, la titular del Senado eligió el despacho del Ministro del Interior para resguardar­se durante su visita a la Rosada. La acompañaro­n la senadora Anabel Fernández Sagasti; la secretaria administra­tiva, María Luz Alonso, y su vocero, Hernán Reibel. Kicillof se sumó unos minutos. Ya habían empezado los desmanes. Fernández siguió el desenlace de la velada desde su despacho. Después de 72 días volvieron a verse. “Conversaro­n cuando estuvo con Claudia”, minimizaro­n en el entorno de la vicepresid­enta. ■

Antes de ingresar, el Presidente se sacó varias selfies con la gente que esperaba en la fila.

Cuando entró Cristina se interrumpi­ó el ingreso de público. Al rato estallaron los desmanes.

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