Clarín

¡Sean justos con Maradona, cambien de conversaci­ón!

Desde Madrid. El escritor español habla de la histeria colectiva y critica a los que presumen de formar parte del ejército de Maradona. Y pide hablar de fútbol.

- Juan Cruz *

Especial para Clarín

Cada uno ha tomado sus armas para presumir de formar parte del ejército de Maradona. El más pintoresco de los presumidos ha sido, de momento, el matrimonio Ortega Murillo, antigua pareja de baile revolucion­ario nicaragüen­se. Tuvo ese conjunto de servidores de sí mismos la ocurrencia de recurrir a Rubén Darío, sin que éste lo supiera, para rendirle pleitesía a quien ya no les puede ni aplaudir ni reprochar, de modo que como su conversaci­ón se queda en el vacío, como una plegaria sin atender, ya pueden aplaudirse a sí mismos como si fueran ellos mismos los héroes que marcaron un gol con la mano.

Otros líderes mundiales, entre ellos partícipes de sus propios mundiales, han subido la cucaña propuesta por la ocasión para dirigirse a Maradona como si le estuvieran hablando en primera persona y como si, esto va en serio, como si ellos también quisieran ser parte del muerto. La situación ha desatado una histeria colectiva que ha marcado un diapasón tan alto que algunos podrían imaginar ya qué pasará cuando haya otro tan grande que merezca un minuto más de telediario o un centímetro suplementa­rio de elogio fúnebre.

Porque ya se ha acabado el parque de alabanzas y un día se van a desvarar las páginas más allá del drama o la cursilería. En este momento exactament­e, es decir, cuando murió, ya el héroe llorado no tiene la culpa de nada: a partir de este hecho central del melodrama ya todo es obra de los hombres y de las mujeres, de los países y de los clubes, que han decidido apropiarse de la herencia como si Maradona les hubiera dejado un encargo: haced esto en memoria mía.

Lo único que dijo Maradona es que quería dejar sobre una piedra su gratitud a la pelota; pero es tal la palabrería lacrimal que parece que dejó dicha otra cosa: sean cada vez más cursis, menos entretenid­os en la búsqueda de las palabras justas, más estrictos y por tanto mejores como ciudadanos, igual que fue él en el estricto cumplimien­to de su oficio de jugar, en el que él sí que fue excelso.

El monumento de vaciedades construido piedra a piedra para desmejorar la obra futbolísti­ca del fallecido requiere una cesura, más seriedad,

Los héroes van por su cuenta a la gloria, no comparten ese viaje, que no se engañen.

más austeridad, como si justamente se estuviera velando a un muerto y no construyen­do un país o cambiando de sentido la dirección del Planeta. James Joyce aconsejaba, en circunstan­cias así, una medicina que cura el lagrimal y sus histerias. Decía el autor de Ulises: “Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de conversaci­ón”. Sean justos con Maradona, cambien de conversaci­ón, hablen de fútbol, los héroes van por su cuenta a la gloria, no comparten ese viaje, que no se engañen.

*Periodista, novelista y poeta. Su último libro es “primeras personas”.

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Sí, hablemos de fútbol. Un Maradona de Selección, en los mejores tiempos, con esa novia que fue la pelota.

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