Clarín

Devoto no se libera de la cárcel y los vecinos piden que retomen el plan de mudanza

Tras la quita de fondos de la coparticip­ación, el Gobierno porteño frenó la construcci­ón de un penal en Marcos Paz. En el barrio se quejan de los ruidos nocturnos y las batucadas.

- Nahuel Gallotta ngallotta@clarin.com

El 12 de marzo de 2018, sobre los escalones de la entrada del Centro Universita­rio de Devoto, ubicado dentro del Complejo Penitencia­rio Federal de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta hizo un anuncio que parecía histórico: “Estamos orgullosos de contarles que vamos a mudar la cárcel de Devoto. No existe en el mundo una cárcel en el medio de la ciudad, como acá. Los internos serán trasladado­s a un nuevo predio que construire­mos en Marcos Paz. Y en este lugar tendremos viviendas nuevas y espacios verdes”, dijo ante periodista­s, funcionari­os y un grupo de vecinos que hace décadas reclama el traslado.

Se estimaba que la nueva cárcel de Marcos Paz iba a estar terminada para septiembre de 2020. Pero desde ese día, y hasta la actualidad, pasaron cosas.

Al principio, todo arrancó bien. Larreta firmó el convenio y oficializó el contrato; aseguró que en el 65% del predio de Devoto habría espacios públicos y en el resto viviendas, y comenzó la construcci­ón en Marcos Paz, con capacidad para 2.240 internos. Los vecinos fueron invitados a conocer el avance de la obra.

Pero en marzo del año pasado llegó el coronaviru­s, y en abril, la cárcel de Devoto fue noticia a nivel nacional: los internos tomaron el penal, haciendo una serie de exigencias en plena pandemia. Meses antes, se había incendiado un pabellón de la unidad, que se construyó en 1924 y se inauguró tres años después.

A mediados de noviembre pasado, y en el marco de los anuncios de la planificac­ión del presupuest­o 2021, el Gobierno de la Ciudad comunicó que el proyecto del traslado de la cárcel de Devoto, y la obra de la de Marcos Paz, estaban cancelados por la quita de fondos de la coparticip­ación. Los vecinos se enteraron por los medios de comunicaci­ón. Y se volvieron a desilusion­ar. Para esa misma época la UOCRA denunció que 400 de sus trabajador­es habían sido despedidos por la paralizaci­ón de la obra.

Gonzalo Aguilar es uno de los referentes en la lucha de los vecinos por la erradicaci­ón de la cárcel. En sus mejores épocas llegaron a reunir 7 mil firmas y a agrupar hasta 200 personas. Las distintas asociacion­es del barrio siempre los apoyaron.

“Más allá de las promesas, las esperanzas siempre se renuevan. Aquella vez del anuncio nos pareció la oportunida­d en la que más cerca estábamos: había un gobierno nacional, provincial y de la Ciudad del mismo partido político. Hoy el proyecto parece haber fracasado. Necesitamo­s que la obra se termine y que se concrete el traslado”, cuenta.

Según fuentes del Gobierno de la Ciudad, en 2021 recibirán $ 65.000 millones menos en concepto de reducción del porcentaje de coparticip­ación por parte de Nación. A partir de eso presentaro­n un “Programa de ajuste transitori­o” en el que, además de la suspensión al menos momentánea del proyecto de mudanza de la cárcel, se incluyó la postergaci­ón de la construcci­ón de 95 kilómetros de ciclovías, la puesta en valor del teatro Alvear y el traslado del Mercado de Hacienda.

En Devoto, la pandemia modificó el paisaje de los alrededore­s de la unidad penitencia­ria. Las visitas estuvieron suspendida­s hasta octubre y los comercios de la calle Bermúdez permanecie­ron cerrados, por lo que prácticame­nte no hubo movimiento­s. En esos días, los familiares sólo podían acercarse a depositar mercadería para los detenidos.

“Hoy es el mismo panorama de siempre -señala Aguilar-. Y ni siquiera es la normalidad: ahora la vista empeoró, porque los techos continúan rotos. Esa imagen representa la desinversi­ón que hay en los establecim­ientos carcelario­s”.

A lo largo de los últimos años, Cla

“Al público que busca propiedade­s no le interesa la zona”, dicen en una inmobiliar­ia.

rín publicó las denuncias de los vecinos: decían no tener intimidad ya que los detenidos les gritaban cosas cuando querían tomar sol o comer un asado en las terrazas. O que algunas noches les costaba dormir por los ruidos de peleas, de la música, de los escopetazo­s o de una sirena que sonaba a cualquier hora. Todos estos problemas continúan.

“Creo que la gente nunca confió del todo en el último anuncio, porque no hubo inversione­s”, opina José Pintimalli, de la inmobiliar­ia del barrio que lleva su nombre. “Si hubiese sido algo seguro, se hubiera visto compra y venta de inmuebles. No hubo compra de propiedade­s en las inmediacio­nes de la cárcel. Lo único que se pudo ver son algunas refaccione­s. Pero el público que busca propiedade­s sigue sin interesars­e por la zona”.

En las últimas semanas, y por infinita vez, los ruidos molestos se colaron en las casas de los vecinos. Desde la semana del lunes 4 los presos de Devoto volvieron a manifestar­se. Hacen batucadas a partir de las 22, durante una hora. “Se reclama por la refacción de los techos, la ampliación del horario de visita y recreación, elementos de limpieza, la agilidad en las causas, por el hacinamien­to y por reparacion­es varias”, explica uno de los referentes de los detenidos.

Afuera, los vecinos no tienen la menor idea de las causas. Algunos, ya resignados, dicen estar acostumbra­dos a convivir con la cárcel. Otros, aún guardan esperanzas de levantarse y encontrar otro paisaje.w

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M. QUINTEROS Tensión. Una imagen de la cárcel de Devoto durante el último motín, en abril del año pasado.

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