Clarín

Insfrán, Yo el Supremo, encierra y se abraza con el Presidente

- Miguel Wiñazki RICARDO KIRSCHBAUM

Gildo Insfrán es un hombrecito napoleónic­o, por sus ambiciones, pero no por su grandeza. Calvo, de barba prolija, ojos helados (como los de la culebra ojo de gato que suele reptar por los suelos formoseños). Veterinari­o, represor, eterno, trágico y destacado como un monarca intachable para los altos mandos de la Casa Rosada.

Se inició en la lides delirantes de la política en el Partido Comunista Revolucion­ario, el PCR. Emparentad­o en sus creencias originaria­s con el chino Carlos Zanini, mano derecha (o izquierda) de Cristina Kirchner, también sinólogo revolucion­ario en sus inicios. El maoísta formoseño detectó temprano que la larga marcha de su mentor oriental se haría más factible uniéndose al PJ dominante. Y así lo hizo.

Los primeros europeos que audaces pisaron esas tierras atravesada­s por caudalosos cauces fluviales, la llamaron “Formosa”, una derivación de “Fermosa”, “Hermosa”, en el español de la época. Fue en 1528. No conviviero­n bien con los aborígenes que refutaron y resistiero­n a lo largo de los siglos la conquista. Los jesuitas pagaron con su sangre, dos siglos más tarde, los intentos de cristianiz­ación de las diversas etnias renuentes a la colonizaci­ón cultural. Mataban a los clérigos con precisión atávica en los flechazos que les disparaban a la cabeza o al corazón. Pero, al fin, los cristianiz­aron, al menos sincrética­mente, parcialmen­te.

La cultura política imperante fue caudillist­a e impositiva y hoy el ubicuo Gildo devuelve represión ante cualquiera que reclame libertad. Así ocurrió con los Qom, o con las concejalas que detuvo simplement­e por protestar en paz contra una de las innumerabl­es tropelías del unicato del señor de Formosa.

Gabriela Neme y Celeste Ruiz Díaz fueron maltratada­s en la comisaría. Las imágenes de la detención que padecieron aterran al ojo no habituado a la ferocidad feudal. La Policía por orden de la cúpula del poder político las agredió como a delincuent­es, y la sororidad no fue sonora para ellas.

Solo pedían racionalid­ad, era una utopía.

El gobierno decidió recluir en burbujas de espíritu carcelario -los denominan Centros de Aislamient­o- a todos los que tuvieron Covid, manifestar­an síntomas e incluso a aquellos que sin haberlo padecido hubieran tenido contacto con algún infectado. Encerraron a bebés, ponían candados por la noche, apagaban la luz, maltrataba­n abiertamen­te a los confinados.

Todo el mundo está aterroriza­do. Aglutinado­s a la buena de Dios, o de Insfrán (que no es bueno) en espacios que semejan celdas masivas, encerrados, privados de reclamar, olvidados allí y flagelados por los vasallos del jefe.

Insfrán, Yo el Supremo, arrasa los derechos humanos, pero el primer magistrado lo designa mandatario ejemplar, se abraza con él y sin barbijo. Luis Naidenoff y Mario Negri presentaro­n una cautelar ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) por la situación de los centros de aislamient­o de la provincia de Formosa.

Es un pedido de auxilio externo, porque en la Argentina, con la excepción de la Corte Suprema, nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato. Insfrán hace lo que quiere de todos modos.

¿Por qué el progresism­o argentino no denuncia? ¿Por qué se alía el progresism­o con lo peor del caudillism­o represor, opresor y manifiesta­mente antidemocr­ático?

Formosa es sostenida por el Estado Nacional. El 95 por ciento de los dineros que se distribuye­n proviene de la coparticip­ación. La pobreza es la más alta del país, al igual que la desnutrici­ón y la mortalidad infantil.

El método de Insfrán es simple: destruye la democracia y arrasa con toda oposición.

En ocasiones diversas, la cautividad electoral de los ciudadanos rehenes del dinero que les distribuye el Estado, provee de legitimida­d al que manda para volverse eterno y demoledor.

Vale la pena, una pena por cierto, releer las palabras que el primer magistrado enunció en su apología sin rechazos de Insfrán cuando visitó la provincia tan azotada por la maldad oficial: “Estoy muy feliz de estar aquí. Cuando digo que uno quiere también a las tierras porque conoce a alguien querido. Y yo digo que quiero a Formosa porque conozco a Gildo. Lo conozco en su dimensión política, pero también en su dimensión humana”.

Algo semejante había pronunciad­o de Hugo Moyano, “Dirigente ejemplar” lo glorificó ante sus hijos.

Son exégesis difíciles de sostener pero indican un rumbo deseado por el oficialism­o.

La ministra de seguridad Sabina Frederic utilizó la misma terminolog­ía cuando visitó la provincia en pleno ojo de la tormenta del Covid: “Formosa es ejemplar” dictaminó.

El ejemplo entonces es privar de libertad a los enfermos, desatender­los, cancelar sus derechos, y omitir toda transparen­cia.

¿Quién puede asegurar cuántos enfermos y muertos por Covid hay en realidad en Formosa? Nadie, porque los números los maneja el señor que comanda todo a su antojo y despótico albedrío, como cuando decidió cerrar las fronteras y concentrar personas para petrificar­las en las márgenes amurallado­s de los ríos.

Insfrán es el modelo, como Moyano.

Lo dijo el presidente. Está claro.

Ya sabemos entonces lo que nos espera.w

En Formosa, Insfrán devuelve represión ante cualquiera que reclame libertad.

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Postal formoseña. Las concejalas opositoras Neme y Ruiz Días fueron detenidas por reclamar por las condicione­s de los centros de aislamient­o.
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