Pablo González, de cadete de Kirchner a presidente de YPF
Desde que se recibió de abogado en los 90, trabajó en el Estado junto a los K. Sin antecedentes, dirigirá una de las compañías emblema del país. Su trayectoria.
El teléfono de Cristina Kirchner suena. En la pantalla aparece el nombre de Pablo González. Ella atiende, no filtra el llamado. En política, ese capital simbólico no es poco. Abre puertas, forja carreras y hasta puede lograr que una persona sin antecedentes en la industria petrolera sea designado presidente de la compañía nacional más emblemática del rubro energético: YPF.
Pablo González es el ejemplo de ello. Persona de confianza del matrimonio Kirchner desde la década del 90, el diputado nacional ultima detalles para sentarse en el sillón más importante de la icónica petrolera. Y aunque su nombramiento, tras la crónica de una salida anunciada de Guillermo Nielsen, pueda haber sorprendido a muchos, en Santa Cruz la noticia se tomó con normalidad. “González es Cristina, es uno de los pocos a los que le atiende el teléfono”, coinciden fuentes santacruceñas.
Ese dato tiene que ver con la génesis de la relación inquebrantable que une al flamante presidente de YPF con los Kirchner. Corría 1983 y en la pequeña inmobiliaria de Gerardo “el Negro” González, sobre la calle Roca hoy rebautizada Kirchner suena el teléfono. “Es para Néstor”, dice el que atiende y en ese momento Pablo, de apenas 14 años, sale disparado a la oficina del abogado ubicada a media cuadra para decirle que lo buscaban.
“Mi papá le administraba propiedades a Néstor, él no había sido intendente de Río Gallegos todavía, era un abogado muy exitoso y tenía varias propiedades, esto para desmitificar todas las barbaridades que se dijeron de él. Néstor tenía un local que no tenía teléfono a media cuadra, entonces lo llamaban a la inmobiliaria, yo le iba a avisar y él venía corriendo, flaco, alto. Esa es la primera imagen que tengo de él”, recordó González al cumplirse una década del fallecimiento de Kirchner.
En esa misma inmobiliaria, González fue testigo del momento en el que Néstor Kirchner decidió saltar a la política. Fue durante una charla con su papá.
-Negro, yo no voy a trabajar más de abogado, avisó Kirchner.
-¿Y qué vas a hacer?, lo interpeló
el “Negro”.
--Me voy a dedicar a la política le dijo él.
--Dejate de joder, dedicate a viajar, dedicate a disfrutar de la vida le recomendó el padre de González.
“Menos mal que no le hizo caso”,
bromea González (hijo) cada vez que recuerda aquella conversación, que se produjo años antes de que partiera a estudiar abogacía a La Plata.
En 1989, ya como dirigente del centro de estudiantes de santacruceños en la capital bonaerense, Pablo González se reencontró con “Lupín”, como le decían a Kirchner por su parecido con un personaje de historieta. Santa Cruz había dejado de pagar el alquiler de ese espacio y los estudiantes habían sido desalojados.
“Fuimos con mi papá a verlo, estaba en una confitería que no está más, ‘Carreras’, y él fue el único que nos dio una mano”, contó agradecido por ese gesto. Si la política se comparara con el fútbol profesional, podría decirse que Pablo González apasionado del deporte, hincha de Boca, fanático de Maradona y de Unión Santacruceña, club en el que lo definen como un "6 que sale de atrás jugando" hizo todas las divisiones inferiores K, siempre dentro del Estado.
Desde que volvió de estudiar, la provincia le dio cargos. Así lo marca su currículum, tan viralizado estas últimas horas. Arrancó en 1993, como asesor Legal Servicios Públicos Sociedad del Estado.
Un año después tuvo su único antecedente en el rubro energético, cuando fue director Distrigas Sociedad Anónima, firma que distribuye gas natural y gas licuado de petróleo en Santa Cruz, donde actualmente su esposa, Karina, es vicepresidenta. En 1996 fue gerente de legales de Servicios Públicos Sociedad del Estado y en 1999 ingresó a la política de lleno, de la mano de Néstor Kirchner.
El patagónico había ganado su tercera reelección como gobernador y
Todo indica que a YPF no arribará solo. Con él, llegará el diputado provincial Matíaz Bezzi.
estaba en el comando de campaña con 50 personas, una de ellas era Pablo González.
A los pocos días, otra vez un llamado marcó su suerte: Kirchner lo citó a su despacho de la Casa de Gobierno. Él fue a verlo. El entonces gobernador se sentó al lado suyo y le preguntó cuántos años tenía. Respondió que 30. “Ya sos grande, tenés que tomar más responsabilidades”, le dijo al pibe que a los 14 le hacía de cadete telefónico.
“Tenés que ser subsecretario de Rentas de la Provincia”, le ordenó. “Pero soy abogado”, se sorprendió González. “Yo también, ¿y?”, lo frenó Kirchner. La idea era estar un tiempo y luego ir pasando por otros espacios de la administración K, pero como la recaudación empezó a subir tras su nombramiento, duró todo el mandato.
El propio Pablo González se reconoce como un todoterreno de la política, un profesional, pero guarda aquellos primeros años en Santa Cruz con particularidad: “Yo pasé por todos los sectores. Desde que volví de estudiar tuve la suerte de que la provincia me diera cargos muy importantes”. Consultado por Clarín, el propio Pablo González prefirió no hacer declaraciones sobre su llegada a la empresa en medio de la reestructuración de la deuda.
Más allá de la falta de experiencia en el rubro, González llega a su nueva función con una única certeza: cuenta con el apoyo total de Cristina Fernández y Máximo Kirchner.
En ese mapa, todo indica que no llegará solo a la petrolera, sino que desembarcará con el exdiputado provincial camporista Matías Bezzi, amigo personal de Máximo, para unirse a Santiago “Patuchito” Álvarez, uno de los vice de YPF, y Santiago Carreras, integrantes de la agrupación K en la empresa.
No es una incógnita qué piensa Pablo González sobre CFK y su hijo. “Cristina es nuestra conductora y la inspiración del coraje”, dijo sobre la vicepresidenta en una entrevista reciente en el diario santacruceño Tiempo Sur.
Sobre Máximo fue un poco más allá: “Lo conozco desde que tiene 14 años. Todos hemos visto su evolución. Inteligente. Político capaz de transitar los grandes temas y también el territorio. Lo quiero mucho a Maxi, es un gran compañero. El futuro”.
Cuando Néstor Kirchner llegó a la Casa Rosada y muchos pingüinos de paladar negro migraron a cargos de Presidencia, a Pablo González le tocó quedarse en el Sur para ocupar un lugar clave dentro del proyecto oficialista: fue designado Fiscal de Estado de Santa Cruz.
Así, tácitamente, fue ungido como el hombre de confianza de Néstor y Cristina Kirchner para “controlar”
todo lo que pasaba en la provincia.
Esa mezcla de ductilidad y lealtad hizo que también recalara en el Congreso de la Nación, primero como senador y luego como diputado. A la Cámara Alta llegó en 2011, en las primeras elecciones tras la muerte de Néstor Kirchner.
Dirigentes consultados por Clarín
catalogan al santacruceño como un “político con cintura”, no un fanático. “En lo personal elijo con quién tomar el café, en lo institucional debo hablar con todos”, resume González.■