Clarín

Dos víctimas, una carta y un misterio: ¿qué pasó con los femicidios de Ezeiza?

A fines de año, con días de diferencia, al costado de la autopista Ezeiza-Cañuelas apareciero­n los cuerpos de dos mujeres. Investigan si los casos están vinculados.

- Natalia Iocco niocco@clarin.com

Johana buscó durante días a su hermana. Llamó por teléfono, le escribió en redes sociales y les preguntó a sus amigos. Hasta recorrió comisarías tratando de dar con ella. Le extrañó que Analía, la única familiar que tenía en el país, no se comunicara para pasar la Nochebuena en su casa, por lo que pensó lo peor.

Cuando vio en televisión que habían encontrado el cuerpo de una mujer sin identifica­r al costado de la autopista Ezeiza-Cañuelas, no lo dudó. Corrió hasta la comisaría de Tristán Suárez para preguntar si esa podía ser su hermana.

Johana respiró con alivio cuando le hablaron de tatuajes y caracterís­ticas que no coincidían. Lo que no supo esa tarde fue que más adelante tendría la ingrata tarea de reconocer el cuerpo de su hermana.

Analía del Rosario Barboza Martínez (26) era una tía presente. La última vez que la vieron fue cuando saludó a su sobrina, que cumplió 11 años el 25 de noviembre. Fue, como siempre, a compartir la tarde con su hermana, Johana Caterine Barboza Martínez (27), y sus dos hijos, en Carlos Spegazzini, localidad de Ezeiza.

“Siempre fue muy activa en las redes y como que se borró. No me respondía por WhatsApp y un día la vi conectada en Facebook y le escribí para preguntarl­e si estaba bien”, recuerda Johana.

Esa conversaci­ón fue breve, pero a Johana no le sorprendió. “Me dijo que había perdido el teléfono y que ‘ya iba a andar’ por acá. Pero nunca apareció”, explica.

Las hermanas migraron desde Paraguay cuando eran chiquitas. Junto a su mamá, que falleció en 2014. “Al principio mucho no me llamó la atención porque mi hermana era así, se quedaba un tiempo en mi casa, después se iba a lo del novio o a lo de algún amigo y volvía. No era extraño que no estuviera por una o dos semanas. Pero cuando se acercaba Navidad empezamos a buscarla. Somos la única familia que tenemos. ¿Cómo no iba a venir?”, plantea Johana. “Anduvimos por todos lados, le preguntamo­s al novio, a los amigos, a todos los que la conocían y no la pudimos localizar. Nadie sabía nada”, dice.

El 25 de diciembre, a la mañana, una pareja vio un cuerpo en la colectora de la autopista Ezeiza-Cañuelas, a unos cien metros del cruce con la calle Gálvez. Tenía una remera azul, una calza negra y zapatillas Nike. Llamaron al 911. La noticia se difundió en todo el país.

“Cuando me mandaron eso yo estaba tan preocupada que fui a la comisaría 2° de Tristán Suárez. Me dijeron que tenía un tatuaje en una mano. Ahí respiré aliviada, porque no era ella”, recapitula Johana,

Lo mismo hizo Belén Tenaglia (19), una de las hijas de María Emilia Barrios (40) unos días después. Su mamá se había ido durante la madrugada de Navidad. Lo siguiente que supo de ella lo leyó en un diario. Ese cuerpo era el de su mamá.

“Sabemos que mi mamá y la hermana de Johana se conocían. Nos dijeron que esa noche estuvieron juntas. Lo único que nos dicen es que están esperando las pericias, que hay que esperar. A mí me dieron un papel que dice 'paro cardíaco, causa de muerte asociada a pericias pendientes'. Nada más. Ni sé cuándo la mataron, ni cómo”, se angustia Belén.

La chica quedó a cargo de su hermanita de 5 años pero no recibe asistencia del Estado porque la carátula del expediente sigue siendo “averiguaci­ón de causal de muerte”. Las pericias llevan dos meses pendientes.

Belén tiene otros dos hermanos (una de 21 años y uno de 13), que tampoco puede acceder a ningún tipo de asistencia por las demoras en la investigac­ión.

Una semana después, la historia de Johana se repetiría. El 3 de enero, el Canal 4 de Ezeiza publicó la noticia. Había aparecido otro cuerpo, a seis kilómetros donde encontraro­n a María Emilia Barrios.

Esta vez la descripció­n era más precisa y Johana la reconoció enseguida. “Me pasó lo mismo. Pero en esa noticia pusieron todos los detalles. La cicatriz de la operación de apéndice y la de la fractura en la pierna que tenía mi hermana. Además de un anillo del árbol de la vida que yo le había regalado”, dice Johana.

De un momento a otro, en la morgue tuvo que reconocer el cuerpo de su hermana menor. “Fue todo un shock, para mí y para mis hijos. A mi hermana la mataron, pero todo el tiempo llamo y me dicen que están esperando las pericias. No puede ser que no sepan nada”, se angustia.

Para Belén, la angustia es desesperan­te: “Estoy con miedo, tengo ataques de pánico. Estoy mal todo el tiempo. Me tomo un colectivo y miro a la gente. Ya siendo mujer una corre el riesgo todo el tiempo, pero ahora es peor. La incertidum­bre de no saber, ni siquiera eso puede calmar el dolor que uno siente.

“¿Cómo voy a salir tranquila a la calle si no sé quién ni por qué mataron a mi hermana?”, coincide Johana, que también está en tratamient­o psiquiátri­co. “Te arruinan la vida y ni siquiera tienen que pagar”.

Fuentes judiciales confirmaro­n a Clarín que aún no hay novedades sobre la investigac­ión. De María Emilia ni siquiera saben las causas de su fallecimie­nto. Analía, en cambio, fue asesinada. La autopsia confirmó que se trató de una “asfixia mecánica”.

Johana y Belén ataron cabos y comparten informació­n. Una pregunta en fiscalía, la otra en Gendarmerí­a. Averiguaro­n todo lo que pudieron, pero siguen sin certezas.

Hasta el momento, la investigac­ión terminó llegando a la Policía Bonaerense y, particular­mente, al destacamen­to de Malvinas Argentinas, cerca de Ezeiza. Por eso, la fiscal María Lorena González, de la UFI N° 3 de Ezeiza, los apartó del caso. Ahora está en manos de Gendarmerí­a.

“En el bolsillo de la campera mi hermana tenía una carta de un preso, eso es lo que a mí me tiene pensando. Es de un destacamen­to cercano a la casa de la otra señora, de la otra víctima. Por eso pienso que tiene que haber una conexión entre una cosa y otra. ¿Por qué tendría una carta que no era para ella?”, especula Johana.

En ese sentido también sospecha Belén y cuestiona: “El hijo de la pareja de mi mamá es el comisario de ese destacamen­to. ¿Cómo puede ser que apareciera una carta de un detenido, justo de ese destacamen­to, en el cuerpo de la otra chica? El preso dice que ni la conoce, que esa carta era para su familia ¿Cómo llegó ahí?”.

La conexión entre las víctimas es el destacamen­to policial y para las familias de María Emilia y Analía del Rosario la falta de respuestas reafirma la sospecha de que la Policía Bonaerense está implicada.

Tienen miedo y esperan respuestas. Belén se angustia y cierra: “No le quieren dar importanci­a. Mi hermanita tiene 5 años, llora por la madre... Me pregunta dónde está. ‘Te la mataron’ ¿Eso le tengo que decir?”.

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María Elena Barrios. Encontraro­n su cadáver el 25 de diciembre.
 ??  ?? Analía Barboza Martínez. Su cuerpo apareció el 31 de diciembre.
Analía Barboza Martínez. Su cuerpo apareció el 31 de diciembre.

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