Clarín

Losardo no quiso hacer el trabajo sucio de Cristina contra la Justicia

Las prepara Cristina contra jueces, fiscales e incluso miembros de la Corte. La ministra estaba cansada del desgaste a la que la sometió el cristinism­o.

- Daniel Santoro dsantoro@clarin.com

Marcela Losardo no está agobiada por tener que aclarar sus contactos con el fiscal Carlos Stornelli. Está agobiada por la política de desgaste a la que la sometió el cristinism­o desde casi el arranque del gobierno.

Alberto Fernández confirmó la primicia de Clarín del sábado pasado en el sentido de que se le va del gobierno uno de sus alfiles más preciados, pero lo explicó con argumentos que se chocan contra la realidad.

"Ya el colmo es que Stornelli diga que la llamó para solidariza­rse y ella no lo conoce a Stornelli. No tiene ni el teléfono de Stornelli. Y de repente verse envuelta en semejantes cosas es algo que, para alguien que no viene de la política, es desgastant­e", dijo el jefe de Estado.

Pero en, realidad, la erosión provino del cristinism­o. El apoyo al fiscal de los Cuadernos de las Coimas es previo al nombramien­to de Alberto como candidato a presidente del Frente de Todos. Y tiene que ver con la misma considerac­ión que el presidente tenía de Stornelli, antes de que a principios de 2019 Cristina lanzara el Operativo Puf. Eran tiempos en que Alberto invitaba a Stornelli a tomar café en el estudio de Callao 1960 que hace 20 años comparte con Losardo.

Todo cambió después del discurso del presidente del 1° de marzo en la inauguraci­ón de las sesiones ordinarias del Congreso. Fue por las palabras de Alberto según las cuales la Justicia “parece vivir en los márgenes de la democracia”. Losardo comprendió ese día que no quedó lugar en el gobierno para los matices sobre cómo defender a la vicepresid­enta Cristina Kirchner por los ocho procesamie­ntos que tiene. Una cosa es hacerlo desde el derecho y otra desde la política sucia.

Losardo desde que asumió mostró un perfil moderado respecto de la relación con la Justicia y, también dejó en claro, que no quiere hacer el “trabajo sucio” que implica la nueva etapa que quiere Cristina de su confrontac­ión con la Justicia.

Hace dos semanas mostró lo máximo que podía hacer con un hilo de tuits donde criticaba al fiscal Stornelli y, por primera vez, hacía suyo sin entusiasmo el relato del lawfare.

Pero el presidente pidió en la inauguraci­ón de las sesiones ordinarias del Congreso una inédita “comisión bicameral de control cruzado” de la Justicia, a medida de Cristina.

Al día siguiente, Losardo explicó que sería “inconstitu­cional” si la comisión sirviera para sancionar o echar jueces. Estas funciones, contó con tono didáctico y nada político, correspond­en al Consejo de la Magistratu­ra para los jueces y del Congreso para los miembros de la Corte. Ahí mostró sus límites y vació de contenido a la comisión que fomentan Oscar Parrilli y Graciana Peñafort.

En cambio, otros "talibanes" de Cristina como Leopoldo Moreau anunciaron que harán una denuncia de “un plan sistemátic­o” de persecució­n que, a su criterio, incluye por ejemplo al miembro de la Corte Ricardo Lorenzetti. Y otras medidas más para el resto de jueces, atacados uno por uno en la carta de la vicepresid­enta de diciembre pasado.

El desgaste del cristinism­o empezó con imponer al ex número dos de la AFI como su segundo, el control del Servicio Penitencia­rio Federal y la humillació­n de no ser consultada por el bloque de senadores cuando le cambiaron el sentido al proyecto de reforma judicial que había enviado al Congreso. Moreau lo dijo con todas las palabras de la batería de medidas contra la Justicia: Losardo solo defendió en público la candidatur­a del juez Rafecas a la Procuració­n General de la Nación.

Cuando se le preguntó a Fernández si conocía a Martín Soria (hijo del fallecido Carlos Soria, exgobernad­or de Río Negro) y a Ramiro Gutiérrez, dijo: "Sí, los conozco a los dos, son personas prestigios­as. Hay que ver. Tenemos que ver cómo resolverlo. Como correspond­e, obviamente, a todos los salpican antes de empezar a hablar, ¿no?".

En la elección del sucesor de Losardo, Alberto Fernández mostrará también su grado de independen­cia de Cristina.

Martín Soria tiene el perfil indicado para la etapa sucia que se avecina de confrontac­ión contra la Justicia. No solo por sus posteos con frases como "lawfare al palo" o "Comodoro PRO", sino por haber puesto la firma

en las últimas denuncias del Instituto Patria. Desde las presiones macristas a la jueza de Casación Ana Figueroa hasta el “delito” de su colega Gustavo Hornos de visitar oficialmen­te la Casa Rosada para reunirse con Macri. Para el cristinism­o que Amado Boudou haya asistido al cumpleaños 73 del entonces miembro de la Corte, Eugenio Zaffaroni, no era un delito sino un acontecimi­ento social.

Soria en la última sesión presentó una cuestión de privilegio para apuntar contra el Poder Judicial. Lo calificó de "rancio, corrompido y sin rastro de independen­cia ni imparciali­dad”.

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Juntos. Tal vez una de las últimas fotos de Alberto Fernández con Marcelo Losardo, de espaldas.

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