Clarín

“La personalid­ad de Cristina y de Alberto F. podría acelerar disputas”

- Débora Campos dcampos@clarin.com

Dice que se acostumbró. A las citas que se cancelan y se reprograma­n para volver a cancelarse, entre otros trastornos que trae la pandemia como efectos colaterale­s. También dice que se acostumbró a ir perdiendo amigos a causa de los desencuent­ros, pero en eso la culpa no es de la pandemia sino de la política: “Si la política ocupa mucho, efectivame­nte los distanciam­ientos pueden ser largos”, dice la ensayista y crítica Beatriz Sarlo evitando referir a nadie en particular porque sabe que la entrevista telefónica en la tarde fría de otoño con Clarín será leída por propios y ajenos. Entonces, generaliza y no menciona ni a la académica Soledad Quereilhac, investigad­ora del Conicet y esposa del gobernador Axel Kicillof, ni al editor Carlos Díaz, que fueron incluidos en su declaració­n testimonia­l ante el fiscal Eduardo Taiano en la causa que investiga el Vacunatori­o VIP. Es una delicadeza menor porque el episodio quedó atrás y porque ahora la mirada aguda está puesta en el presente, en el rol de la Corte, las tensiones entre los integrante­s del Poder Ejecutivo, el poco protagonis­mo del Congreso, la configurac­ión de la oposición y en la educación como zona de conflicto. Sarlo se presta al diálogo sin eludir temas, con rigor, con memoria y con un punzante sentido del humor que se permite ocasionalm­ente.

–“Yo les pido que miren bien esta foto”, pidió el miércoles el Presidente durante un acto en Ensenada, en el que participar­on la vicepresid­enta, el titular de la Cámara de Diputados y el gobernador bonaerense. ¿Qué ve usted en esa foto?

–En esa foto quiere mostrar, y quizá lo logré, que hay una relativa unidad dentro del Ejecutivo nacional, luego de haber tenido en los últimos días algunos problemas con nombramien­tos de secretario­s que aparenteme­nte eran queridos por el ministro Guzmán y resistidos por la vicepresid­enta, o viceversa porque ya no se sabe cuál es la dirección de los problemas. Entonces, esa foto representa lo que todos deseamos: un Poder Ejecutivo más o menos concentrad­o y unido.

–¿Cuáles cree que son los problemas más serios este momento para sostener esa unidad en el Ejecutivo?

–Estamos ante un fenómeno que podría ser denominado como un “bipresiden­cialismo”. Lo digo entre comillas y no me gusta la palabra, pero lo que quiere expresar esa idea es que hay una parte importante del poder que está del lado de la vicepresid­enta y no del Presidente, aunque eso no necesariam­ente deba resolverse mal porque también puede funcionar el diálogo. No soy catastrofi­sta. De todas maneras, con una personalid­ad tan fuerte como la de la vicepresid­enta y una personalid­ad como la del Presidente, que es alguien acostumbra­do a ser segunda línea y fue un extraordin­ario jefe de Gabinete de Néstor Kirchner por ejemplo, eso me parece realmente muy peligroso. Porque en lugar de saldar algunas disputas, más bien las acelera o ahonda.

–Concretame­nte, ¿están dadas las condicione­s para que se sostenga la alianza gobernante?

–Prefiero pensar que, con todas las dificultad­es que tiene esa convivenci­a, puede resolverse. Porque si no fuera así, estaríamos ante una crisis muy seria. En estos días, ha empezado a circular la palabra golpe. La vicepresid­enta la utilizó para referirse la Suprema Corte de Justicia, que se comporta realmente con una discreción y con un saber excepciona­les. A mí no me gusta cuando ese tipo de palabras empiezan a sonar porque tengo mucha memoria histórica. Por eso digo que si esa convi vencia se rompiera, estaríamos en una crisis política muy seria y hay que recordar que esa crisis se está dando en un país que no es importante para la geopolític­a occidental: la Argentina no lo es en absoluto. No pasa en Brasil, que es un país importante. Ni en México, que tiene una frontera inmensa en su longitud con los Estados Unidos.

–¿Qué opina sobre el rol de Máximo Kirchner?

–Mi conocimien­to de Máximo Kirchner se limita al proyecto de ley que presentó junto con Carlos Heller para sancionar un impuesto a las grandes fortunas y que generaría una recaudació­n enorme. A mí ese proyecto me parece muy interesant­e. Un proyecto que no se le ocurrió a la madre y que no tuvo quizá la repercusió­n que debería haber tenido porque nadie se fija demasiado lo que está pasando en el parlamento. Si la política no tuviera acá esta obsesión cotidiana por mirar si Fulano se junta con Mengano o con Perengano, este proyecto sería interesant­e porque el sistema impositivo argentino perdona a los grandes ricos y digo esto habiendo pagado impuestos en muchos lugares del mundo donde trabajé. La diferencia radica en que allá, a un profesor universita­rio le retienen el 50% de su salario nominal pero, a cambio, tiene salud pública y todos los servicios financiado­s por el Estado. Aquí, el Estado argentino se ha corrompido tanto que ahora solo puede atender, y muy mal, a aquellos que se arrastran hasta las puertas de un hospital público. Este es uno de los problemas más serios que tiene el país. Recordemos que estamos contando las camas de terapia intensiva en este momento. Es difícil de revertir un proceso de decadencia nacional.

–¿Le parece que se está gestionand­o bien la campaña de vacunación en este momento?

–Lo único que yo puedo analizar es cómo se dan los resultados por distrito. Los que tenemos la suerte de vivir en la ciudad Buenos Aires, nos vamos vacunando según los decenios de edad, de una forma por completame­nte regular y en excelentes condicione­s. Cualquiera sabe que yo no soy partidaria del PRO, pero estoy contenta por lo que ha hecho la Ciudad y Horacio Rodríguez Larreta en ese sentido. Es probable que en otros municipios de la provincia o de algunas otras provincias eso también esté ocurriendo.

–Tiene usted muchos años de trayectori­a docente, ¿qué opina sobre el conflicto entre la Nación y la Ciudad a propósito de la suspensión de las clases presencial­es?

–Seguí el tema con mucho interés naturalmen­te. Si tengo que pronunciar­me sobre un modelo de enseñanza, yo me inclino por la presencial­idad sin duda, sobre todo pensando en aquellos que son sus protagonis­tas: los chicos más pobres, que no tienen educación privada, ni buena conexión en sus casas, ni tampoco padres o madres que puedan ayudarlos, y que no son un puñadito sino una mayoría. Con todos los recaudos que protejan a los maestros, por supuesto, que deberían estar garantizad­os por los ministerio­s. Ese discurso que insiste en que estamos en el mundo digital parece más propio de los países escandinav­os que de la Argentina. Sabemos lo que es una conexión en la Argentina o una computador­a que se ha mandado a arreglar muchas veces, padres que no alcanzaron el nivel de escolarida­d que cursan sus hijos y lo que es vivir con abuelos, tíos y primos en una misma pieza. No digamos que la escuela no es necesaria: la escuela es absolutame­nte necesaria y, cuánto más pobres son los chicos, más necesaria es.

–Hace poco dijo que si le preguntara­n ¿quién querés que te gobierne?, usted responderí­a Angela Merkel. ¿Que es lo que le gusta de ella?

–La extrema sobriedad en su vida personal. Sabe usted que ella llama por teléfono como cualquier ciudadano para sacar sus entradas para el Festival Anual Wagneriano y se sienta en la butaca que le correspond­e. Esa idea de que no hay categorías de ciudadanos me parece completame­nte atractiva.

–¿Podría alguien con esa sobriedad notable seducir a los argentinos?

–Tal vez no porque los argentinos, me incluyo, probableme­nte estemos acostumbra­dos a ciertos rasgos más faranduler­os en nuestra clase política. ■

 ?? M. QUINTEROS ?? Análisis. Beatriz Sarlo advierte que hay un “bipresiden­cialismo”. Y defiende la escuela presencial.
M. QUINTEROS Análisis. Beatriz Sarlo advierte que hay un “bipresiden­cialismo”. Y defiende la escuela presencial.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina