Inflación, menos agrodólares y pagos de deuda, desafíos para pasar el invierno
Son temas que el Gobierno enfrenta de cara a las elecciones. Se suma el impacto del riesgo sanitario.
Mientras el Gobierno resuelve las urgencias que plantean la segunda ola de casos de coronavirus en el país y la crisis política en torno al ajuste tarifario, en el horizonte aparecen nuevas incógnitas para el mediano plazo. Luego de la relativa paz que trajo el veranito, el desafío será anticiparse al invierno: sólo en los dos meses de julio y agosto, la Argentina deberá hacer frente a vencimientos en dólares con los acreedores externos y en pesos con el mercado local. Estos retos se sumarán al objetivo de controlar la inflación, en un contexto donde la entrada de dólares del campo va a mermar pasada la época de liquidación de la cosecha y en el que los ajustes de los precios relativos deberán haberse llevado a cabo.
“El conflicto interno que se desató abre interrogantes acerca de la continuidad de esta política fiscal y monetaria, más contractiva que el Gobierno llevó adelante en el primer trimestre”, afirmó Ricardo Delgado, de Analytica. “El resultado de la elección va a garantizar la gobernanza de esta gestión por los próximos dos años”, dijo el economista y agregó que por esto resulta esperable que dentro del Gobierno se quiera echar mano al atraso tarifario como una de las herramientas para garantizar un mejor humor del electorado y mantener la inflación a raya.
“El Gobierno de cara al invierno tiene dos frentes abiertos. Por un lado, el avance la pandemia y sobre todo de la vacunación. Si se alcanza un porcentaje alto de población vacunada va a ser posible relajar las restricciones que vemos por estos días y eso va a tener un impacto beneficioso de la actividad. El segundo punto es la inflación. La resistencia a un plan anti inflacionario integral hará que el Gobierno tenga que entrar a los meses del invierno con una inflación menor al 3% para poder mantener la cierta tranquilidad cambiaria que viene teniendo en los últimos meses”.
Guido Lorenzo, de la consultora LCG, coincidió: “Asumiendo que el atraso del tipo de cambio y las tarifas son efectivos para desacelerar la inflación a un 2% mensual durante el segundo semestre (un escenario optimista), la inflación todavía se ubicará por encima del 40%. Sobre ese piso luego hay que montar las correcciones del rumbo actual”, señaló en un reporte semanal de su consultora. “Sobre esto hay que sumar otros factores poco alentadores: reservas netas en niveles mínimos históricos y más de una base monetaria en pasivos remunerados del BCRA, y un frente fiscal aún imposible de cuantificar porque se está discutiendo qué política aplicar”.
Más allá de la receta que se adopte en las próximas semanas, lo que es seguro es que los vencimientos de deuda a partir del segundo semestre le pondrán un condimento extra a un panorama que no parece ser el típico de los años electorales. “Julio y agosto concentran una serie de desafíos que lo transforman en un bimestre bisagra para el 2021. Estos riesgos se potencian en un año donde la novedad no está dada por la lógica típicamente electoral de la política económica, sino porque ésta vez se hace con una serie de desequilibrios pocas veces visto”, destacaron José Echagüe y Francisco Mattig, de Consultatio.
“Tenemos eventos de deuda, un deterioro cambiario (peor estacionalidad de la oferta de dólares, vuelve el déficit energético), el eterno riesgo sanitario, grandes desafíos monetarios y mucho ruido político (la llegada de los DEGs del Fondo y elecciones)”, detallaron los economistas.
Por el lado de las obligaciones con los acreedores, en julio está previsto el pago del primer cupón de los bonos reestructurados en 2020, lo que supondrá una demanda de US$ 155 millones de las Reservas del Banco Central, en un contexto en el que la entrada de dólares será menor a la prevista en los primeros meses de este año. “Estimamos que el pico de liquidaciones será en mayo, mientras que junio y julio serán meses bastante mejores que el promedio”.w