Clarín

“Los anticuerpo­s de Covid no implican inmunidad absoluta”

- Paula Galinsky pgalinsy@clarin.com

Anticuerpo­s contra el coronaviru­s, inmunidad natural y artificial, cantidad y calidad. ¿Es igual la inmunidad de vacunados y convalecie­ntes? ¿Vale la pena hacerse un test para medir la protección que quedó tras cursar la enfermedad o vacunarse? ¿Cuánto tiempo hay que darle al cuerpo para que la genere? Jorge Quarleri, bioquímico e investigad­or principal del Conicet, responde las principale­s dudas:

-¿Los anticuerpo­s se pueden medir en cantidad? ¿Y la calidad?

-Cada fábrica o laboratori­o utiliza un valor de corte diferente. Superar ese valor implica la detección de anticuerpo­s. El resultado puede variar muchísimo entre las personas. La cantidad no implica necesariam­ente calidad. Los anticuerpo­s de calidad son los que tienen efecto neutraliza­nte y no le permiten al virus entrar en contacto con los receptores de las células. Es decir que no lo dejan meter la llave en la cerradura de la célula y así infectarla.

-¿Es posible testear si contamos con anticuerpo­s neutraliza­ntes?

-Se puede y se hace en el laboratori­o con fines de investigac­ión, aunque no es algo que se esté realizando en forma particular.

--¿Por qué algunas personas generan más anticuerpo­s que otras?

-No está clara la razón. Lo único que sí sabemos es que en algunas personas inmunosupr­imidas la respuesta inmune contra el Covid 19 es casi nula. La vacuna está igualmente indicada para este grupo por ser considerad­o de riesgo y porque en muchos otros casos sí ayuda a producir ciertos niveles de inmunidad.

-¿Cuál es el mejor momento para verificar la cantidad de anticuerpo­s?

-Recién se puede consultar superadas las tres o cuatro semanas de la primera dosis y pasados 30 días de la segunda dosis. En muchos casos, luego de la primera dosis las personas se hacen el test de anticuerpo­s y se sorprenden con la ausencia de inmunidad detectable. Esto no quiere decir que no cuenten con anticuerpo­s. La estrategia de vacunar a más personas con la primera dosis y dilatar la aplicación de la segunda apunta a garantizar una respuesta primaria, que no siempre se traduce en anticuerpo­s detectable­s pero sí en una baja concentrac­ión que también es relevante. Y, además, en la producción de cierta memoria inmunológi­ca, que contribuye para que el cuerpo detecte con mayor rapidez al virus y genere anticuerpo­s en forma acelerada.

-¿Todas las vacunas generan la misma clase de anticuerpo­s?

-En los casos de la vacunación con AstraZenec­a y Sputnik V (también ocurre con Pfizer y Moderna), en los que se aplica un inmunógeno, el cuerpo recibe la informació­n genética para fabricar la proteína S o Spike, que es la espícula que sirve de llave para que el virus ingrese a la célula. De esta forma, se simula la

infección para enseñarle al organismo cómo tiene que reaccionar por si sucede realmente. Es decir, le va a mostrar la cara del virus para que lo reconozca con facilidad y actúe en consecuenc­ia de ser necesario. Esa estimulaci­ón de la proteína S va a producir anticuerpo­s que están dirigidos solo contra ese componente. En cambio, cuando se aplican vacunas como la de Sinopharm, con el virus inactivado, se van a generar diferentes tipos de anticuerpo­s o inmunoglob­ulinas. En otras palabras, se le va a mostrar a nuestro sistema inmune no solo la cara del virus sino también el color de pelo, las orejas, las manos.

-¿Existen diferencia­s con los anticuerpo­s que genera un paciente convalecie­nte?

-Sí, existen diferencia­s entre la inmunidad artificial y la natural. Cuando la persona se contagia Covid 19, el atacante es el virus completo, lo que obliga al organismo a defenderse de todas sus partes. Y, a diferencia de lo que ocurre con la inoculació­n del virus o parte del virus inactivado, cuando se da la infección, el agente agresor se multiplica por lo que genera un desafío extra en el cuerpo y, a la vez, otro tipo de aprendizaj­e.

-¿En cuánto tiempo empiezan a bajar los niveles de anticuerpo­s?

Existen cinco clases de inmunoglob­ulinas o anticuerpo­s. La de mayor relevancia, por ser la más duradera y más abundante en el plasma que circula en el organismo es la G (IgG). Las investigac­iones hasta ahora indican que la IgG perdura en el cuerpo por lo menos por ocho meses. También sabemos que cada 21 días disminuye a la mitad. La segunda dosis de la vacuna -o la primera en pacientes que ya tienen niveles elevados de anticuerpo­s por haber transitado la enfermedad funciona como refuerzo.

-Las personas con anticuerpo­s, ¿pueden reinfectar­se?

-Los anticuerpo­s no implican inmunidad absoluta. Pero sí suelen derivar en cuadros leves en caso de reinfecció­n o de contagio después de aplicada la vacuna. Si se contagian pueden transmitir el virus, por lo que es importante que se sigan cuidando.w

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Consejo. “Las personas con anticuerpo­s igual deben cuidarse”, dijo.

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