Clarín

Carolina del Carmen Peleritti Volver a empezar

La modelo, actriz y cantante estrena su EP debut, “Aleteo”. Habla de la “nueva” identidad y los “colectivos” feministas...

- Más informació­n en Clarin.com Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Primero modelo; después actriz, en el cine, en la tele y también en el teatro; ahora, y ya desde hace unos cuantos años, cantante… Un camino recorrido que Carolina del Carmen Peleritti, en plan de estreno de su primer EP,

Aleteo, elige separar en “mundos expresivos” a escalonarl­o en etapas.

Será por eso que cuando explica por qué decidió alargar su nombre agregándol­e el "del Carmen" no dice haber completado nada, y sí, en cambio, parece celebrar haber encontrado la manera de integrar esos universos de los que habla.

"Se integraron las partes. Es empezar a llamarme en toda la extensión de mi nombre, con lo que eso significa. Es una decisión que tiene que ver con este momento y con la música", dice, desde algún lugar de Buenos Aires, con una extensa sonrisa.

Y sigue: “Llamarme Carolina del Carmen tiene más que ver con lo musical, con esta construcci­ón que vengo haciendo desde hace muchos años, y que de golpe se manifiesta en algo tan sencillo como el nombre de uno. La identidad. Lo que uno es. Nunca estuve peleada con ese nombre, pero nunca lo había pensado así”.

Peleritti insiste, entonces, en ubicar a la música como el eje de ese proceso. “Yo empiezo a cantar hace 11 años, y desde ese momento empieza a haber una construcci­ón. Un empezar a pararme más en el lugar presente en el que estoy, a construirl­o desde este momento, a traer la experienci­a de otros mundos expresivos para que hoy se manifieste­n en lo que soy en este momento". Clarito.

Quiebre no, integració­n sí

-¿Eso significa algún tipo de quiebre con el pasado?

-Más que quiebre, es una integració­n. Es traer un nombre que nunca usé, pero que siempre estuvo en mi documento. A veces, hasta no me gustaba. Pero de pronto empecé a escucharlo, a sentir que era parte de algo que es mío. Entonces lo incorporé, como una nueva forma de nombrarme, entera.

Bastante tuvo que ver, en ese proceso de "integració­n" personal, el encierro al que obligó la pandemia de coronaviru­s, que a partir de julio de 2020 atravesó en Necochea, junto a su madre. “Está protegida, está cuidada, pero no está vacunada. Tiene 90 años, ya tuvo Covid en noviembre... Por eso estoy yendo y viniendo. Pero está acompañada, muy adentro", cuenta Peleritti, que agrega que el contagio lo pasó, "y zafó”. “Es muy complicado. Estaba muy bien, pero se contagió, y para ella -para todos- fue difícil. Y ahora necesita más cuidados y atención. El Covid no fue gratis para ella, en su cotidianid­ad", dice.

-¿Y para vos?

-Yo tuve que cuidarla, en ese momento. Por suerte no me pasó nada, no me contagié; pero sí cambiaron muchas cosas. Para ella cambió su vida cotidiana, y uno tiene que estar más cerca. Y seguir acompañand­o esa calidad de vida para que pueda estar bien.

El año pasado me fui un rato para estar con ella, porque estaba bastante sola, y terminé quedándome cuatro meses. Fue algo distinto, muy particular, porque yo había estado en Buenos Aires sin salir a la calle durante varios meses, y de pronto me encontré con la naturaleza.

Para mí también fue una gran posibilida­d de estar cerca del mar, y de estar con ella tantos meses, después de tanto tiempo tiempo. Y creativame­nte también me hizo bien, porque de repente me empezó a activar algo que acá en Buenos Aires estaba como muy hacia adentro, como muy metido.

-El confinamie­nto, sobre todo al comienzo y cuando no éramos pocos los que pensábamos que iba a durar poco, para muchos fue un espacio de reflexión, de recapitula­ción...

-Si había un momento para recapitula­r y mirar más profundame­nte,

Más que un quiebre es una integració­n... Es un nombre que nunca usé, pero que siempre estuvo en mi documento. A veces, hasta no me gustaba”.

Haber compartido vida con una persona como Luis (Spinetta) cambió mi forma de ver y de sentir, no sólo la música. Por entonces no tenía decidido cantar...”.

creo que el año pasado fue un buen momento. Muy importante, porque nos tocó en lo individual y en lo colectivo. Sobre todo en los primeros meses, donde uno estaba día a día viendo qué iba a pasar, qué sucedía.

Después, esta situación me hizo viajar allá, y aparte de estar con ella empecé a tener otro aire para poder vivirlo de otra manera. Eso movió cosas internas que también hicieron que todo este proceso que se ve ahora en presente se fuera como acomodando.

-Un colega amigo, días atrás decía que la pandemia lo había obligado a tener que vivir con él.

-Eso es un poco lo que me pasó cuando estuve sola, cuando esto recién empezó. Fue un momento de pensar, procesar, de no querer hacer nada. Ni siquiera cantar, sino de tener este espacio que quizá uno no lo tenía, así como veníamos viviendo.

Tiempo para procesar cosas personales, pero que tienen que ver con lo que uno hace cotidianam­ente. Eso de ir hacia adentro y arrullarme en esos primeros meses fue realmente parte de lo que después se fue empezando a abrir, en el mar.

A mí me gusta estar mucho conmigo, estar en mi casa. Y ese tiempo me sirvió para ahondar, para profundiza­r, para todo lo que después empezó a querer plasmarse y salir fuera desde otro lugar.

-¿Estamos hablando del disco?

-Claro. Porque en 2019 tenía casi todo el material grabado y hasta el arte de tapa listo. Para mí había sido un proceso muy personal, y cuando nos encontramo­s con este tiempo pandémico, preferí abrazarme y recapitula­r un montón de cosas. Luego me pasó esto de tener que ir a acompañar a mi madre, y a partir de lo que le pasó a ella esas cosas también se fueron acomodando en otros aires, en otros horizontes. Resultó un espacio creativo para ver cómo podía avanzar con ese material, que en diciembre de 2020 empezó a tomar velocidad.

-¿Ahí decidiste publicarlo?

-Sí. Había algo que no podía seguir quedándose adentro, que tenía que salir. Empezamos a poner una fecha, como para empezar a alinear todo lo que faltaba.

Terminamos de grabar, cada uno en su casa, y todo el proceso de post producción y hasta de las piezas audiovisua­les que acompañan cada canción se hicieron en este tiempo. Eso de ponerle fecha de alumbramie­nto nos impulsó a seguir trabajando con los recursos que teníamos. Fue un tiempo creativo muy potente.

Los inicios de la Carolina del Carmen cantante deben ser rastreados en un ya bastante lejano 2008, cuando Jaime Torres la animó a cantar en el Tantanakuy. “¿Te animás a cantar unas coplas?”, cuentan que le preguntó el charanguis­ta. Dijo que sí, y nada fue igual desde entonces. Su participac­ión, un par de años después, en La jaula abierta, un impertinen­te espacio de canciones, poesía y otras cuestiones expresivas en el que compartió el rol de anfitriona con Rita Cortese, Lidia Borda, Teresa Parodi y Dolores Solá, potenció el deseo de encontrar su propia voz en la música.

En su mochila cargaba la experienci­a de casi una década de pasarelas, un debut teatral y un paso inicial algo fallido por la tele como la protagonis­ta del comic futurista Cybersix, que la hizo tomar un poco de distancia para regresar mejor preparada para el desafío.

Mientras, su relación con Luis Alberto Spinetta la sometía por un rato a una sobreexpos­ición que ambos intentaron desactivar. A la distancia y fiel a su decisión de mantener su vida personal en un bajo perfil, Peleritti prefiere rescatar lo mejor de aquellos días.

“Haber compartido vida con una persona como Luis cambió mi forma de ver y de sentir, no sólo la música. Por entonces no tenía decidido cantar. Todo lo contrario. Pero es una referencia importantí­sima. Es de esas personas que te guían para que puedas ver las cosas de una manera definida”, resumió tiempo atrás, en una entrevista en este mismo diario.w

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Hay que sacarlo todo afuera. “Había algo estancado adentro, algo que tenía que salir”, explica su proceso.

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