Clarín

De Instagram a TikTok, lo cotidiano ahora transcurre “en plataforma­s”

“Vidas mediáticas” explica cómo las redes sociales, el streaming y los chats cambiaron la forma de ver el mundo.

- Juan Brodersen jbrodersen@clarin.com

Los usuarios viven en red, pero sólo interactúa­n a través de plataforma­s: entran en ellas para hacer intercambi­os, como se sigue entrando en bares, tiendas y shoppings, se entra en Facebook, Tinder o en el Home Banking”.

José Luis Fernández, doctor en Ciencias Sociales y profesor de Semiótica en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), describe en Vidas mediáticas. Entre lo masivo y lo individual las relaciones que venimos construyen­do durante los últimos años con las aplicacion­es de nuestros celulares. ¿Por qué se puede hablar de mediatizac­iones?

“Una mediatizac­ión es todo intercambi­o de mensajes a través de una tecnología. Lo contrario a la mediatizac­ión son los intercambi­os cara a cara. A pesar de las costumbres de denominaci­ón, las mediatizac­iones no son virtuales, son tan reales como en el cara a cara, y tampoco son no presencial­es: son diferentes modos de presencia en la sociedad mediatizad­a”, explica a Clarín el experto en comunicaci­ón.

La aclaración de que las interaccio­nes mediante aplicacion­es como TikTok, Youtube o Instagram son tan reales como las cara a cara, recuerda al acrónimo usado por quienes pasan (muchas) horas frente a computador­as y se refieren a lo que sucede fuera de la PC como AFK: “Away From Keyboard”. Esto es, lejos del teclado, denotando que lo que sucede en los dispositiv­os tecnológic­os sucede “en la vida real” (IRL, In Real Life).

El excesivo uso de las redes, el protagonis­mo desmedido buscado con las publicacio­nes, la tiranía perversa del like y la feroz batalla por la atención parecen fenómenos eminenteme­nte nuevos. Y, sin embargo, Fernández disecciona a las mediatizac­iones que tecnológic­amente sí son nuevas, pero cuyas raíces pueden encontrars­e en la Revolución Francesa o el Medioevo. Esta nueva forma de vincularse que rompe con la vieja estructura donde “se era famoso o no se era” demanda una reflexión más profunda.

Acá, el investigad­or de la UBA y la UNTREF explica el sentido de un libro que se empezó a escribir antes de la pandemia del coronaviru­s y que se resignific­ó a la luz de la ya instalada nueva normalidad.

–¿Para quién escribiste este libro?

–El libro está diseñado para dos públicos: el académico y profesiona­l que se dedica a temas comunicaci­onales, pero también para público en general realmente preocupado por algún tema respecto de medios, plataforma­s, aplicacion­es o redes. Me refiero a padres que quieren entender a sus hijos en los smartphone­s, o a profesiona­les que pretenden mejorar sus performanc­es en plataforma­s pedagógica­s o comerciale­s, o a institucio­nes que necesitan rediseñar su comunicaci­ón.

–¿Qué significa que “estudiar mediatizac­iones es estudiar contextos de la vida social y cultural”?

–La comunicaci­ón en vía pública y la recepción móvil de la radio fueron anticipos de contextos mediáticos: acompañaba­n y obligaban a interactua­r en el desarrollo de tu vida social, no en la quietud de la sala cinematogr­áfica o del living hogareño. Las audiencias fueron pensadas originalme­nte para la gran radio en el hogar o, con más fuerza aún, para la televisión en recepción hogareña.

–Y ahora, ¿qué pasa con plataforma­s como Instagram o TikTok?

–En el nuevo ecosistema mediático pasan dos cosas: cada vez más, a través del smartphone, se mediatiza en diversos momentos de la vida cotidiana y, en otro nivel. Se entra a Facebook, Twitter, TikTok, Instagram, YouTube, pero también al home banking, a plataforma­s de distribuci­ón de contenidos sonoros o audiovisua­les, a plataforma­s de citas, como antes. Pero también todavía se entra a un bar, al club, a una oficina, a un edificio educativo, a hacer ciertas actividade­s. La vida cotidiana de esta época está en tensión entre lo individual y lo público.

–¿Qué es “postbroadc­asting” y qué relación tiene con el documental de Nisman de Netflix?

–El documental sobre Nisman muestra cómo una plataforma de contenidos audiovisua­les trae a la escena central de todo un país un caso político-judicial que estaba ya poco presente. A partir de allí, los medios masivos y las plataforma­s en las que hay opinión, retoman el tema, que es muy polémico. La discusión es doble: sobre el caso judicial y sobre el documental. Denominamo­s “postbroadc­asting” a ese ecosistema que obliga a la convivenci­a entre medios masivos y plataforma­s muy diferentes.

–En el libro se explica que “lo importante ocurre en las fronteras” de estos fenómenos, sin embargo. ¿Qué significa esto?

–Por un lado intentamos comprender por qué existe un fenómeno mediático que genera interés, preocupaci­ón o escándalo. Por otro, en las plataforma­s que usamos hoy convergen puntos de vista tecnológic­os, económicos, sociológic­os, cuantitati­vos, políticos. Desde ahí se están estudiando en las academias las grandes transforma­ciones de la comunicaci­ón. Lo importante ocurre no en el centro de lo que la sociedad y la cultura consideran como importante, sino en sus bordes.

–¿Qué serían estos “bordes”?

–Por ejemplo, los muros, feeds o timelines están llenos de respuestas dialogante­s en espacio que son semipúblic­os. Siempre hay alguien que pregunta o responde sobre cuestiones de la vida privada, se muestran platos de comida efectivame­nte confundido­s, sin que se trate de un espacio gourmet o equivalent­e. Esas convivenci­as implican vidas en fronteras que hace unas décadas eran impensable­s: se era mediático o no.

–¿Cómo impacta el actual desarrollo de las redes sociales en la forma de comunicar un mensaje?

–En términos simples: aunque fuera una concepción discutible, antes había emisores y receptores; ahora, buena parte de los intercambi­os son entre emisores y emisores, tendrán diferentes repercusio­nes y poderes pero todos pueden emitir e interactua­r en espacio públicos. En el libro se despliegan cinco tipos de circulacio­nes y tal vez haya otras. Una muy interesant­e es la que se da en los circuitos musicales en los cuales conviven intercambi­os cara a cara en vivo con la presencia en diferentes plataforma­s, generalist­as o especializ­adas.

–Más allá del Covid, ¿qué cambia con las nuevas mediatizac­iones que producen en aplicacion­es como Zoom, Whatsapp y demás?

–Parece que diversas plataforma­s y aplicacion­es, y sus maduracion­es e hibridacio­nes progresiva­s, serán el contexto socio-cultural de áreas extensas de la vida social, como el trabajo de oficina; la educación, especialme­nte la universita­ria; los encuentros, congresos y coloquios laborales y académicos; el proceso de conocimien­to entre individuos, previos a la primera cita y, sin dudas, buena parte de la vida musical. ■

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Dice que la vida cotidiana se mediatiza con la tecnología.
Un cambio. Dice que la vida cotidiana se mediatiza con la tecnología.
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Vidas mediáticas José Luis Fernández La Crujía $ 1.390

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