Clarín

La mirada de la Iglesia: un encuentro “casi protocolar”, condiciona­do por el aborto

En el Vaticano analizaron el clima de la reunión. Remarcan que la relación del Papa y el Presidente se deterioró.

- Sergio Rubín srubin@clarin.com

Casi protocolar. Así fue definida por una calificada fuente eclesiásti­ca la reunión que mantuviero­n ayer Francisco y Alberto Fernández. Fue una elegante manera de decir que al Pontífice no le quedaba más remedio que recibir al mandatario argentino –el

Papa nunca le niega una audiencia a un presidente-, pese a que el Vaticano había tratado delicadame­nte en las últimas semanas que no pidiera la cita.

En la Santa Sede no considerab­an oportuna la audiencia no solo porque aún esta en carne viva la herida que provocó en la relación que el Presidente haya impulsado la legalizaci­ón del aborto -sobre todo en medio de la pandemia- y manipuland­o supuestas opiniones del Papa. Sino porque la Argentina transita un año electoral y los pontífices procuran tomar distancia de las pujas partidaria­s.

Tampoco validaban el argumento del Gobierno que la visita del Presidente se inscribía en una gira por varios países de Europa para obtener apoyo en la renegociac­ión de la deuda con el FMI. “Desde que Fernández le pidió ayuda, a poco de asumir, Francisco se la viene dando dentro de sus posibilida­des y recienteme­nte recibió al ministro de Economía”, señaló una fuente a Clarín.

En definitiva, en Roma no se llaman a engaño. Lo que Alberto Fernández buscaba era “colgarse de la sotana” del Papa en momentos de debilidad dentro de la coalición oficialist­a, jaqueado por su vicepresid­enta,

Cristina Kirchner, sus allegados y La Cámpora, que le acotan su poder. Y, en particular, lo condiciona­n severament­e en la toma de decisiones económicas.

Los 25 minutos que duró la reunión

-bastante menos que los 44 que se prolongó el primer encuentro hace un año- fueron la primera señal de que tendrán mucho de formal. El acostumbra­do comunicado difundido luego por el Vaticano no desentonó. Fue absolutame­nte de circunstan­cia. “Si en vez de poner Argentina se ponía Lituania el comunicado no cambiaba”, dijo la fuente.

Tampoco le ayudaron al Gobierno las fotos del encuentro -con expresione­s sobrias del Pontífice- que, desde la primera reunión de Mauricio Macri como presidente con el Papa -y el gesto adusto de Francisco- cobraron una inusitada trascenden­cia. Para colmo, desde el inicio de la pandemia el Vaticano no permite el ingreso de periodista­s y fotógrafos por precaución sanitaria.

Hubo también algunas desintelig­encias en el propio Gobierno que no ayudaron. Los expertos en cuestiones vaticanas dicen que fue un error no haber procurado que la entrevista fuese en la residencia de Santa Marta, que posibilita que sea menos protocolar y más prolongada. Recuerdan que Cristina como presidenta siempre se encontraba con Francisco allí.

Inicialmen­te, el Gobierno se entusiasmó -o así quiso mostrarse- porque la audiencia iba a ser en el majestuoso Palacio Apostólico, donde se realizan las visitas de Estado y oficiales. Sin percatarse -o quería disimular- que la cita sería más formal. Al final -por ser este jueves feriado en el Vaticano-, la reunión terminó siendo en dependenci­as del aula Pablo VI.

De todas formas, lo último que quisiera el Papa -dicen sus allegadose­s soltarle la mano a la Argentina en un contexto de fuerte crecimient­o de la pobreza, más allá de la efectivida­d de sus gestiones en materia económica. “La deuda no la paga de Alberto, ni Cristina, ni Mauricio, sino el pueblo que es el que sufre

El comunicado del Vaticano sobre la reunión fue muy prudente.

las crisis”, explican.

De hecho, el Vaticano -como hace poco más de un año- volverá a ser en estos días el escenario para un coloquio sobre finanzas que reunirá nuevamente al ministro de Economía argentino, Martín Guzmán -respaldado por Francisco, con la titular del FMI, Kristalina Georgieva.

También el propio Alberto Fernández podrá ver a Georgieva. Pero debería ser consciente que la relación personal con Francisco -de la que tanto hace gala- ya no es lo que era.

Si algo detesta Jorge Bergoglio es que lo usen políticame­nte. ■

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A solas. El Papa y Alberto Fernández, en el Aula Paulo VI.

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