Clarín

No debemos cruzar el límite climático

- Alieto Guadagni Academia Argentina de Ciencias del Ambiente

El año pasado, la actividad económica mundial se redujo por el Covid19; la reducción fue mayor en las naciones industrial­izadas con una caída del 5%. A pesar de esta caída, las emisiones contaminan­tes de CO2 siguieron aumentando porque la desacelera­ción de la economía relacionad­a con la pandemia no logró frenar los motores del cambio climático ni la aceleració­n de sus impactos negativos.

El retroceso económico redujo temporalme­nte el flujo de emisiones de gases de efecto invernader­o, pero no tuvo impacto en las concentrac­iones acumuladas de gases contaminan­tes, que siguieron creciendo. Por esta razón, continuó el aumento de las temperatur­as terrestres y oceánicas.

Al actual ritmo de crecimient­o de las emisiones acumuladas, en menos de dos décadas la Tierra cruzaría el límite para no sufrir un aumento de la temperatur­a mayor a 2 C”.

La Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (OMM) alerta que “los fenómenos meteorológ­icos extremos, junto con la Covid19, están asestando un golpe por partida doble”. Los indicadore­s climáticos y los impactos ponen de relieve el avance del cambio climático, el aumento de los fenómenos extremos y los graves daños que perjudican a muchos países

La OMM informa los preocupant­es hechos ocurridos en 2020:

-El 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tiene constancia, Los seis años transcurri­dos desde 2015 son los más cálidos de los que se tienen datos.

-La década de 2011 a 2020 fue la más cálida jamás registrada.

-Continúa el derretimie­nto de los hielos y glaciares de Groenlandi­a y la Antártida.

-El nivel del mar continuó aumentando. -Se produjeron grandes lluvias e inundacion­es en extensas zonas de África y Asia. Las fuertes lluvias e inundacion­es afectaron a la mayor parte del Sahel y del Gran Cuerno de África y provocaron una invasión de langostas del desierto.

-En el subcontine­nte indio y las zonas vecinas, China, la República de Corea, el Japón y algunas zonas de Asia Surorienta­l, también se registraro­n precipitac­iones inusualmen­te elevadas en diferentes momentos del año.

-En los Estados Unidos, los más grandes incendios jamás registrado­s se desataron en el verano y en otoño. La sequía generaliza­da contribuyó a los incendios. El Valle de la Muerte (California) alcanzó 54,4°C el 16 de agosto, la temperatur­a más alta de la que se tiene conocimien­to en el mundo en los últimos 80 años.

La OMM también nos alerta con estos pronóstico­s climáticos para el periodo 2021-2025: es probable que la temperatur­a de todas las regiones, salvo en partes de los océanos meridional­es y del Atlántico Norte, sea más cálida que la del pasado reciente.

Hay mayores probabilid­ades de que se produzcan más ciclones tropicales en el Atlántico en comparació­n con el pasado reciente.

Es probable que la temperatur­a de amplias zonas terrestres del hemisferio norte supere en más de 0,8°C los valores del pasado reciente. Es probable que el Ártico (la región situada al norte del paralelo 60° N) se haya calentado más del doble que la media mundial en comparació­n con el pasado reciente.

Estas evidencias justifican que el FMI ahora sostenga que las emisiones contaminan­tes de CO2 y otros gases deberían disminuir por lo menos la cuarta parte en la próxima década, si es que queremos que la temperatur­a no aumente más de 2 grados C. Para lograr este importante objetivo es eficaz la adopción de un impuesto internacio­nal a estas emisiones.

Es necesario que las energías y las actividade­s contaminan­tes signifique­n a su causante un costo financiero, impulsando así el crecimient­o de las energías limpias y también de las innovacion­es tecnológic­as que apunten a reducir el consumo de energías contaminan­tes.

Los tributos a la contaminac­ión, que ya están implementa­ndo varios países, pueden contribuir a la reducción de impuestos distorsivo­s y a la generación de recursos para ser aplicados a la compensaci­ón a los países y sectores socialment­e vulnerable­s por el aumento en sus costos.

También se hace factible orientar la actividad económica por un camino verde, aplicando nuevos recursos a la inversión en infraestru­ctura, transporte y actividade­s ecológicam­ente sustentabl­es.

Para transitar hacia la eliminació­n de las emisiones contaminan­tes, el FMI propone complement­ar ahora el Acuerdo de París (2015) con la adopción de un “precio mínimo a las emisiones de CO2”.

El acuerdo para avanzar hacia un tributo universal a las emisiones debe ser encabezado por aquellas naciones que lideran las emisiones mundiales. Los principale­s emisores son China, Estados Unidos, países del G-20, India y la Unión Europea. Estos cinco actores representa­ran a fines de esta década nada menos que el 85% de todas las emisiones globales.

Este tributo puede ser aplicado gradualmen­te por el resto de las naciones, para evitar un desvío artificial de las nuevas inversione­s a países que no adoptan medidas para reducir la utilizació­n de combustibl­es fósiles contaminan­tes. Por eso es necesario un sistema coordinado de aplicación universal.

Este tributo a las emisiones estimularí­a un acelerado proceso de disminució­n en la utilizació­n de fósiles contaminan­tes, mejorando así las metas fijadas en función de lo resuelto en el Acuerdo de París (2015). Es necesario presentar, con antelación al 26º período de sesiones de la Conferenci­a de las Partes, que se celebrará en Glasgow en noviembre, nuevos planes nacionales sobre el clima que sean más ambiciosos, en virtud de los cuales se reduzcan, de manera colectiva y a más tardar en 2030, las emisiones mundiales en un 45 % respecto de los niveles de 2010. Todos los países deben compromete­rse a eliminar totalmente las emisiones a más tardar en 2050. No hay tiempo que perder, el clima está cambiando y los impactos ya son demasiado perjudicia­les para las personas y el planeta.w

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DANIEL ROLDÁN

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