Pegasus, el espionaje ilegal y el lado oculto de la tecnología israelí
Israel presume de ser un país pionero en innovación tecnológica, pero las acusaciones de espionaje sobre periodistas, empresarios y activistas a través del programa Pegasus de la compañía israelí NSO, que inundaron los medios y las redes este último fin de semana, reflejan el lado oculto de esta diplomacia digital.
Creada en 2010 por Shalev Hulio y Omri Lavie y afincada en Herzliya, al norte de Tel Aviv, la empresa israelí NSO suele recibir críticas por su programa Pegasus. Este programa de espionaje no solo sirve para acceder a los datos de un teléfono móvil inteligente, sino que también toma el control de la cámara y del micrófono.
El domingo, 17 medios internacionales revelaron que fueron pirateados y espiados a través de Pegasus los números de unos 180 periodistas, 600 políticos, 85 activistas defensores de los derechos humanos ó 65 empresarios. En Israel, este programa es considerado como un “arma” y para ser vendido a los servicios secretos de otros países debe obtener el visto bueno del Ministerio de Defensa.
NSO rechazó ayer las “acusaciones fraudulentas” y aseguró que solo actúa “para salvar vidas e impedir crímenes y actos de terror”.
“No habíamos recibido hasta hoy ninguna prueba de que una persona en esta lista fuera un objetivo del sistema Pegasus”, dijo Oded Hershkovitz, un portavoz del grupo, en declaraciones a la radio israelí. “La gran cuestión para mí es saber si NSO conocía la existencia de las personas” espiadas”, explicó a la AFP May Brooks-Kempler, una experta israelí en ciberseguridad. “Deberíamos ser más conscientes de los clientes de esta tecnología y no venderla a regímenes que pueden utilizarla para espiar a su población y sus opositores”, subraya esta experta.
Contactado por la AFP, el Ministerio de Defensa indicó que “no tiene acceso a las informaciones recopiladas por los clientes de NSO”, pero recordó que se toman medidas “apropiadas” si los clientes de estos programas vulneran las condiciones de uso.
En Israel, hay varios centenares de empresas en el sector de la ciberseguridad y algunas de ellas están especializadas en tecnologías ofensivas, que permiten infiltrarse en otros sistemas. El entonces director de la Autoridad israelí de la Innovación, Aharon Aharon, declaró en 2019 a la AFP que “en el uso de tecnologías (de ciberseguridad) hay una parte buena y también puede haber una parte más oscura. Creo que NSO se basa, en cierta medida, en este lado oscuro”.
“Israel es una incubadora de tecnologías represivas”, dijo a la AFP Jonathan Klinger, un abogado especializado en el derecho informático. “Es un modelo de negocios triste (...), pero no es ilegal”.
Israel exporta sus avances tecnológicos en el sector de la agrotecnología, pero también en la industria militar, como los drones, los sistemas de misiles o de inteligencia artificial, lo que favorece las relaciones diplomáticas con otros países. Según las revelaciones del domingo, cuatro países árabes utilizaron Pegasus: Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Bahréin y Arabia Saudita. Los tres primeros de ellos normalizaron en 2020 sus vínculos con Israel.
¿El uso del controvertido programa de NSO favoreció este acercamiento diplomático? “Hace 20 o 30 años, las exportaciones de armas permitieron a Israel establecer numerosas relaciones diplomáticas o oficiosas con países de África, Asia o de Oriente Medio y la misma situación se produce actualmente. Pero ahora tiene más cosas que vender, como un abanico de herramientas de ciberseguridad”, dijo Yoel Guzansky, investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv. Sin embargo, esto resulta “una navaja de doble filo, ya que Israel también puede ser visto como un país que ayuda a regímenes autoritarios a reprimir las libertades civiles”, concluyó.