Clarín

Manes va por la emoción, Santilli por el peronismo

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Es misteriosa la interna bonaerense de Juntos por el Cambio. Y es quizás ese misterio el que la va convirtien­do en el episodio más atractivo de las elecciones primarias que se van a celebrar el 12 de septiembre. Hasta hace un par de meses, pocos se imaginaban que los dos protagonis­tas iban a ser el contador público y vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, y el neurólogo, convertido en estrella providenci­al de la Unión Cívica Radical, Facundo Manes.

Pocos saben que Manes nació en el Hospital Iriarte de Quilmes, el mismo cuyos médicos y enfermeros acaban de hacerse conocer por sus críticas durísimas a la intendenta kirchneris­ta del municipio, Mayra Mendoza, cuando la dirigente apareció en una foto junto a Cristina Kirchner en una habitación del hospital privado Austral, luego de someterse a una operación complicada en la cara. El padre de Facundo consiguió luego un puesto de médico rural en la ciudad de Salto por lo que el niño que hoy es el candidato a diputado por la UCR terminó siendo un referente del interior chacarero de la provincia de Buenos Aires.

En el PRO y en toda la política argentina, ya se han anoticiado hace rato de que Manes no se anda con chiquitas a la hora de plantearse objetivos. El neurocient­ífico que formó parte del equipo de médicos que operó a Cristina de un hematoma en el cráneo en 2013, cree que su destino político es el de repetir un fenómeno parecido al que llevó a la presidenci­a a Raúl Alfonsín hace cuatro décadas.

“La próxima va a ser una elección emocional”, repite Manes en su oficina de la calle Marcelo T de Alvear, que funciona en estos días casi como un comité de campaña. Y cuando dice la próxima, no se refiere a las PASO de septiembre y a las legislativ­as del 14 de noviembre, sino a la elección presidenci­al de 2023. Su proyecto es nacional y se lo dice al que lo quiera escuchar. Acaba de publicar un libro (“Ser humanos”, junto a Mateo Niro), y el primer capítulo habla del estrés en estos tiempos de pandemia, de fobias, de trastornos de ansiedad y de violencia.

Esa es la campaña que se imagina Manes, muy lejos del truco gaucho donde se negocian diputados, senadores provincial­es y concejales al que están acostumbra­dos sus amigos radicales. Si alguno pensaba que iba a empaparse con las estrategia­s políticas de Leandro N Alem o Hipólito Yrigoyen, Manes responde que su cabeza siempre está mucho más está atenta a las enseñanzas de Juan Bautista Alberdi y de René Favaloro. Libertades y corazón para ir a pelear una elección a cara de perro en una provincia trasegada por el Covid y la recesión.

¿Y de qué se va a disfrazar Santilli para enfrentar a un médico que habla de memoria emocional en medio de los muertos por el coronaviru­s? El hombre ha hecho carrera como legislador y como ministro de la seguridad porteña. Porta un apellido conocido en el fútbol, pero la Copa Libertador­es y la Interconti­nental que River ganó en la década del ochenta bajo la presidenci­a de su padre, Hugo Santilli, ha quedado un poco lejos como para usarla de estandarte electoral. Y para referentes políticos surgidos del fútbol, ya se sabe, está Mauricio Macri, que llegó adonde llegó y terminó como terminó.

El eje de la campaña de Santilli va a ser el conurbano bonaerense. Va a hablar de la seguridad (inexistent­e) y del empleo (perdido) en las barriadas del Gran Buenos Aires. Siempre acompañado por Horacio Rodríguez Larreta, que encabeza todas las encuestas de imagen en la Provincia, y por los intendente­s del PRO que gobiernan algunos de los distritos más importante­s como Lanús (Néstor Grindetti), La Plata (Julio Garro), Tres de Febrero (Diego Valenzuela), Mar del Plata (Guillermo Montenegro) y Vicente López, luego de que Jorge Macri aceptara acompañar la avanzada larretista en el territorio bonaerense contra los radicales.

Desde el punto de vista de las ideas, es interesant­e escuchar al larretismo emergente. El discurso de Santilli en la Provincia va a tener

una impronta económica mas cercana al Plan Marshall que Joe Biden intenta reeditar en la destrozada economía estadounid­ense que a algunos de los estertores neoliberal­es que matizaron al gobierno de Macri. El ex ministro de Economía, Hernán Lacunza, y el secretario de Relaciones Internacio­nales porteño, Fernando Straface, tienen alguna influencia en esa cultura económica desarrolli­sta que Rodríguez Larreta cultivó desde sus inicios en la política.

“Hay que pelearle la elección al peronismo hablando del laburo que perdieron miles de bonaerense­s y de los que sufrieron el afano con entraderas y motochorro­s”, explica uno de los dirigentes que aporta ideas para la campaña. Queda claro que Adam Smith y las discusione­s teóricas sobre cómo recrear la inversión externa quedarán para la tele y los posteos en tik tok de los Espert y los Milei durante el primer turno electoral.

De histórica relación con muchos sindicalis­tas, Santilli (al que los Gordos todavía llaman “El Pibe”) intentará atrapar el voto peronista más lábil de la Provincia. Aquellos que votaron al Frente de Todos más por Alberto Fernández o por Sergio Massa que por el voto radicaliza­do del kirchneris­mo. Y que ahora se sienten acorralado­s por el virus o por la economía. La fortaleza del PRO, paradójica­mente, estará en el conurbano profundo y la del doctor Manes emergerá desde los pueblos del interior.

Precisamen­te es a Manes al que le gusta comparar la situación actual con la de la peste negra, que a mediados del 1300 arrasó con un tercio de la población de Europa, Asia y África. Después de aquella tragedia

llegó el Renacimien­to, una forma optimista de ver lo que le aguarda al mundo y a la Argentina. Por ahora, los candidatos oficialist­as y opositores tendrán que convencer a

una sociedad mucho más pesimista. La que deberá ir a votar en dos meses, arrastránd­ose sobre una realidad alfombrada con más de ciento veinte mil muertos. ■

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