Clarín

La compra de penes de madera, cuestionad­a por especialis­tas

- Penélope Canónico pcanonico@clarin.com

El llamado a licitación pública del Ministerio de Salud para comprar un kit de materiales destinados a la promoción y educación sexual sobre el uso correcto de preservati­vo peneano sembró revuelo en las redes sociales.

El detalle del material, las medidas y los 13 millones de pesos que se invertirán en la adquisició­n de las 10 mil unidades de penes de madera, dispensado­res de preservati­vos y maletines desencaden­ó cuestionam­ientos y encendió la polémica en torno a si el contexto de emergencia sanitaria es el adecuado para avanzar con la iniciativa de salud sexual.

A través de un mensaje en Twitter, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, aseguró que el debate que se generó “no hace más que visibiliza­r y confirmar la necesidad de la Educación Sexual Integral (ESI)”.

En la misma sintonía, el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollan, enfatizó que la pandemia no es un factor para detener el resto de las acciones de salud y prevención.

Clarín consultó a especialis­tas para entender si el recurso propuesto puede funcionar como un método didáctico en medio de una sociedad sobreestim­ulada por la pantalla.

“El problema no debería ser el pene de madera, sino la falta de educación sexual en los hogares y en muchas escuelas que no cumple con la ESI. Hay que implementa­r políticas públicas de prevención”, le dice a este medio Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.

Alarmado por la poca conciencia de cuidado que percibe en jóvenes y adultos, porque luego se traduce en aumentos de enfermedad­es de transmisió­n sexual (ETS) y de embarazos adolescent­es, advierte: “No puede ser que se mencione al SIDA cada primero de diciembre y se deje de hablar del tema durante el resto del año".

La ESI es un acompañami­ento transversa­l a lo largo del recorrido académico. Promueve la formación educativa para la prevención de las infeccione­s de transmisió­n sexual y plantea 5 ejes: cuidar el cuerpo y la salud, valorar la afectivida­d, garantizar la equidad de género, respetar la diversidad y ejercer los derechos.

Para Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga, la compra del material favorece la visualizac­ión de la necesidad de contar con explicacio­nes teóricas y prácticas, pero la iniciativa se reduce a la “visibiliza­ción de un pene con preservati­vo y reproduce un modelo de sexualidad basado en una cuestión falocéntri­ca”.

En este punto, enfatiza que “la ESI es un concepto mucho más abarcativo y que el gran problema es que se está mostrando solo una de las múltiples partes que la conforman, es decir, solo lo directamen­te relacionad­o con la salud sexual/reproducti­va”.

María Marta Castro Martin, sexóloga educativa, aclara que el recurso existe desde hace varios años. “Una cosa es ver por YouTube y otra muy distinta, practicar con un objeto. Que sea de madera permite que sea más resistente y no requiere tanto cuidado como el de silicona”, describe.

Mariela Tesler, sex coach, también defiende la medida con ciertas objeciones. “¿Por qué tiene que ser un pene erecto de madera semidura con un alto de 170 mm?. Así, seguimos fomentando el hecho de que el pene promedio tiene que ser largo. Es fundamenta­l usar otro tipo de material como silicona flexible”, detalla.

Ghedin cree que “los recursos pedagógico­s se deben ajustar a las diferentes edades. No es anticuado usar penes de madera o del material que sea, es un recurso didáctico más. Son útiles para enseñar la colocación del profilácti­co. Muchos varones no saben cómo hacerlo”.

En cambio, para Beatriz Goldberg, psicóloga y escritora especialis­ta en crisis, la compra de los materiales es innecesari­a. Piensa que el costo económico no tiene sentido habiendo tanta “necesidad”.

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Kit. La compra es por 10.000 penes de madera y preservati­vos.

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