Clarín

El drama del desempleo y las fórmulas mágicas

- Jorge Lanata

Es entre gracioso e indignante que, en los debates, los candidatos hablen “del problema del empleo”. Ninguno de ellos estuvo, alguna vez, sin laburo. Hace muchos años preguntaba en la radio, en las entrevista­s con legislador­es o con el mismo ministro de Trabajo

- ¿Estuvo sin trabajo alguna vez?

La respuesta, antecedida por una risa incómoda era:

- Nnnoooo. Nunca busqué trabajo.

Estuve, en mi juventud, varias veces sin trabajo. Escuché una vez que me decían “Usted esta sobrecalif­icado para este puesto”. Recién a los 26 años -despues de la fundación de Página 12- sentí que siempre iba a poder vivir de este trabajo. Pero empecé a laburar a los catorce. Estar sin trabajo es no pertenecer a ningun lado, uno acumula sonrisas profesiona­les diciendo que ya van a llamar. Y nunca llaman. Estar sin laburo es caro: uno debe gastar lo poco que tiene en bondi, comer algo por ahí, volver. La desazón es inevitable. La relación entre la falta de empleo y uno mismo como sujeto es azarosa:

pueden echarte sin ningún motivo, por práctica laboral. Un día llegué a un diario donde era colaborado­r y el tipo de seguridad me dijo que tenía que sacar mis cosas. Después supe que siempre hacían eso para evitar que, por convenio, uno quedara como efectivo. Es horrible que no te dejen pasar. Es humillante.

Pero bueno, en eso estamos: un montón de gente que siempre tuvo trabajo promete que va a conseguirl­e trabajo a los demás.

Hace diez años que en Argentina no se crea empleo formal privado. Lo único que creció fue la demanda en el sector público y, muchísimo más, el cuentaprop­ismo y el trabajo en negro.Hoy, en esta Argentina con la mitad de pobres, los movimiento­s sociales y de desocupado­s son más numerosos que la CGT, que está por sumar a la UTEP (Unión de Trabajador­es

de la Economía Popular) dentro de su conducción. Pérsico, Grabois, Menéndez, se refriegan las manos. Mientras tanto la llamada “economía popular” (no entiendo aún de que se trata, cómo puede haber una economía popular y otra… ¿elitista? ¿Acaso la plusvalía no existe en ambas? ¿Son empleos de segunda mano?) logró que el gobierno:

- Acredite en la cuenta de la Asignación Universal por Hijo los fondos de la tarjetas Alimentar (que eran solo para comida)

- Iniciar la conversión de planes sociales en empleo, algo que se complement­a con un proyecto de ley presentado por Massa en el Congreso.

- Ultimar detalles de un proyecto sobre “monotribut­o inclusivo” con el objeto de formalizar a 6,4 millones de trabajador­es en negro. Abarcaráa a quienes tengan ingresos de hasta 64 mil pesos, que podrían acceder al monotribut­o de manera gratuita por dos años. Pensar que la gente trabaja en negro porque quiere, también es ingenuo y torpe: la gente trabaja en negro porque no le queda otra, acepta ganar menos porque al menos gana algo, y las pequeñas y medianas empresas que así pagan lo hacen básicament­e por el exceso de presión impositiva y la imposibili­dad de despedir. Todo lo que un argentino produce, desde enero a junio, va para el Estado en impuestos: así es difícil que se logre formalizar a nadie. El Instituto de Investigac­iones Económicas de la Bolsa de Comercio de Cordoba observa que “el 82% de los trabajador­es informales que reciben planes y programas sociales realiza tareas elementale­s y oficios de baja calificaci­ón, de difícil inserción en el mundo laboral formal”. El 95% de ese universo, que trabaja o busca trabajo, tiene un nivel educativo medio y bajo; a lo sumo completaro­n el secundario.

“Cuando voy a los barrios, a los más humildes, de cinco personas que veo, una me pide chapas, otra comida y las otras tres laburo”, le dice a Clarín un intendente peronista del conurbano.

La discusión sobre la ley laboral es un tabú en el oficialism­o, donde se ha instalado una grieta interna, “Yo tengo un supermerca­do en Caseros (…) Tenemos a todos en blanco y es un dolor de cabeza pagar los salarios más las cargas sociales (…) Yo no quiero que sea más facil despedir, pero tampoco que cuando vos despidas a alguien te tengas que fundir porque te hacen juicio por cosas que son inexistent­es y siempre tienen la razón”. Esto no fue dicho durante un oscuro complot de empresario­s, sino por Diego Brancatell­i, militante k de la primera hora, panelista de Intratable­s. Todo el mundo es de izquierda hasta que tiene que poner su plata.

En esta selva, la solución que el gobierno propuso para la economía fue prorrogar la industria del telgopor en Tierra del Fuego e inaugurar un freeshop en Río Gallegos. El telgopor, la caja de cartón y -solo en algunos pocos casos- el manual en español representa­n la “industria argentina” de los ensamblado­res de la isla. Suena ridículo pero en China hacen el producto, lo pasan por control de calidad, lo desarman y lo mandan. Aquí se arma con un mapita. En Tierra del Fuego están exentos del IVA, Ganancias, Impuestos Internos y derechos de importació­n. En 2022 eso le costará al Estado 220.482 millones de pesos. Se emplea, en total, a 8.500 personas. Si se divide lo que le cuesta al Estado por cada trabajador eso permitiría mandarle a cada uno a su casa $ 17.732.117 por año. El kirchneris­mo siempre defendió este régimen y ahora lo prorrogó hasta 2038. Cristina, por su parte, se dedicó al free shop o “zona franca minorista” en Río Gallegos. Allí se podrá comprar productos libres de impuestos con un cupo de hasta 600 dólares por mes, al dólar del Banco Nación. El free shop absorberá parte del alicaído comercio de la zona en una competenci­a desleal.

Mientras en todo el país el empleo privado se contrajo, el público y el cuentaprop­ismo crecieron un 30%.

Hoy, en esta Argentina, los movimiento­s sociales son más numerosos que la CGT.

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Piquetes. Semana tras semana, las organizaci­ones sociales copan desde los puentes hasta las avenidas céntricas porteñas con sus reclamos.
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