Afirman que evaluar a los docentes es vital para mejorar los aprendizajes
Pendiente. Argentina no mide el desempeño de los maestros frente al aula. Expertos cuentan cómo se hace en otros países.
Pocas cosas generan tantas rispideces en el país como la evaluación del desempeño docente. Resistida por muchos maestros y gremios del sector, se trata sin embargo de una herramienta de política pública que se viene implementando, con matices e idas y vueltas, en diversos países del mundo. Incluso de la región.
Quienes defienden la necesidad de evaluar dicen que es vital para encarar una mejor carrera docente. En el país hoy rigen estatutos cuyas normas vienen de la década de 1950, que no contemplan la evaluación y que sólo premian la antigüedad, en lugar de la capacitación, la innovación o los resultados. Ahora, ¿cómo cambiar esta realidad generando confianza en los docentes? ¿Qué incentivos generar? ¿Cómo lo hicieron otros países?
Sobre esto se debatió ayer en el primer congreso sobre “experiencias internacionales de desarrollo profesional docente”, que reunió en Buenos Aires a especialistas nacionales y extranjeros y diversos actores de la comunidad educativa porteña.
Allí, ex ministros de Educación y funcionarios del área expusieron los casos de México, Perú y Chile.
En todos los casos se habló de la necesidad del consenso. Los expositores coincidieron en que una de las condiciones necesarias para reformar la carrera docente es que haya un gran acuerdo político y un entendimiento y compromiso por parte de los mismos docentes y de la sociedad. Y que lo más crítico es lograr una buena implementación de la medida.
Otto Granados, exsecretario de Educación Pública de México explicó cómo él lo hizo en ese país durante su gestión, entre 2014 y 2018.
Contó que México tiene uno de los sistemas educativos más grandes del mundo, con 37 millones de alumnos, 265 mil docentes y 41.000 millones de dólares de presupuesto de los cuales 93% van a salarios.
“Lo que buscamos fue construir un servicio profesional docente a partir de un sistema de obligaciones y derechos que fuera claro, transparente, que estuviera basado en el mérito y que fuera verificable”, dijo.
Explicó que en México se implementaron durante esos años evaluaciones de desempeño obligatorias, cada 4 años, con cuatro notas posibles: insuficiente, suficiente, bueno y destacado. Quien sacaba insuficiente podía rendir dos veces más para mejorar, y si no lo lograba debía abandonar la docencia. Ahora, quien sacaba bueno y destacado obtenía incentivos económicos adicionales al aumento salarial, que se iba incrementando en cada evaluación y pasaba del 35% adicional en la primera prueba al 130% a los 28 años (7 evaluaciones cada 4 años).
Ante la pregunta de Clarín sobre la continuidad de la reforma que él lideró, Granados dijo que la mayoría de los instrumentos siguieron después de su gestión, pero sin la evaluación del desempeño docente.
El peruano Ricardo Cuenca fue ministro de Educación de Perú en el gobierno de transición, entre noviembre del año pasado hasta julio de este año. Cuenta que ese país encaró una política de reforma de la carrera docente en 2002 y que desde entonces se ha sostenido a pesar de las sucesivas crisis políticas que han vivido.
En 2007 el Congreso peruano dicta una ley de carrera pública magisterial, que le da más fuerza. La evaluación era obligatoria para todo aquel que entra a la carrera docente y voluntaria para el que está buscando un ascenso. Pero no tuvo buenos resultados: en el primer quinquenio solo el 25% dieron la prueba. Pero de ese 25%, más del 82% eran los que entraban a la carrera, que debían hacerla en forma obligatoria.
En 2012 reformaron la ley y se amplió la obligatoriedad de la evaluación. Esto sigue hasta ahora.
Chile empezó con su reforma en 2003, y tuvo distintos procesos. “Lo más importante es que tenemos instalado una cultura de la evaluación en los docentes. Todos los del sistema público se evalúan cada 4 años, con un sistema que tiene sus falencias y que podemos ir mejorando”, explica Francisca Díaz Domínguez, directora del Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación de Chile.
Para Díaz Domínguez el desafío es
“lograr que esta evaluación se tome como formativa, como una posibilidad de mejora, de desarrollo profesional, y no necesariamente una instancia que te expone, punitiva, que va a traer consecuencias que puede redundar negativamente en tu vida profesional. Ese no es el espíritu.” El Congreso fue organizado por el Ministerio de Educación porteño, la Organización de Estados Iberoamericanos y la Coalición Latinoamericana para la Excelencia Docente. Se hizo en la sede del Gobierno porteño. ■