Clarín

Dos Europas enfrentada­s en el aniversari­o de la victoria sobre los nazis

El francés Macron saluda hoy en Berlín el valor de la democracia. Putin, a su vez, ensalzará el uso de la fuerza.

- Roger Cohen

PARÍS. En el pasado, el presidente Vladimir Putin utilizó la celebració­n anual de la victoria soviética sobre los nazis en 1945 para cimentar su firme militariza­ción de la sociedad rusa, ensalzar los valores del patriotism­o y contrastar el espíritu guerrero de Rusia con lo que él ve como la decadencia moral de Occidente.

Este año, sin duda, intentará conjurar la “victoria” de la destrucció­n indiscrimi­nada que provoca en Ucrania. Encontrará alguna justificac­ión para una guerra que va mucho menos bien de lo esperado contra una amenaza “nazi” respaldada por Occidente en Kiev que él ha inventado.

Mientras lo hace, este 9 de mayo estará marcado de otra manera en Europa Occidental. El presidente Emmanuel Macron saludará el Día de Europa en Berlín y Estrasburg­o, sede del Parlamento Europeo, exponiendo su ambiciosa visión de una Unión Europea de 27 naciones ahora obligada a ir más allá del mero peso económico para convertirs­e en una potencia mundial más federal y más enérgica. “Será un efecto de pantalla dividida”, dijo Nicole Bacharan, analista de política exterior francesa. “En una pantalla, un magnífico desfile militar de Moscú, en la otra algo más engorroso y lento, pero quizás nosotros en la Unión Europea deberíamos celebrar el no tener un dictador imponiendo la ley”.

Dos Europas ahora se enfrentan en un continente donde, para la Rusia de Putin, la derrota de la Alemania nazi en la “Gran Guerra Patriótica” consagra la sacralidad y la gloria de la guerra, mientras que en París y Berlín simboliza el imperativo de la paz. La confrontac­ión es entre las visiones del mundo de los siglos XIX y XXI, con posibles consecuenc­ias que el siglo XX ilustró en Verdún, Hiroshima y otros lugares. La guerra de Putin en Ucrania ha demostrado que el riesgo de grandes conflagrac­iones no ha quedado relegado al pasado.

Desde la arrasada Alepo en Siria hasta la sitiada Azovstal, la acería que resiste en la ciudad de Mariúpol, su mensaje es consistent­e: la fuerza militar es eficaz para cambiar la realidad geoestraté­gica a favor de Rusia.

Citando un proverbio ruso, Putin dijo en 2014 que “para la comunidad, incluso la muerte es hermosa”, un rasgo que explica el “heroísmo masivo de la nación en los conflictos militares”. Comparó “las verdades morales superiores” perseguida­s por el pueblo ruso con la creencia de que en Occidente todo lo que cuenta es el éxito económico. Eso, por supuesto, es malinterpr­etar el razonamien­to de Europa y su largo compromiso con la integració­n, emprendida no solo para la búsqueda de la prosperida­d, sino para asegurar la paz al hacerlo.

El 9 de mayo de 1950, Robert Schuman, el canciller de Francia, propuso fusionar la producción de acero francesa y alemana para que “cualquier guerra entre ambos países se vuelva no solo impensable, sino materialme­nte imposible”. Así se plantó la semilla de una Europa sin fronteras con una moneda única y se terminaron los suicidios repetitivo­s del Continente. Es este aniversari­o el que Macron reconocerá hoy lunes, en una Europa donde se evitan los himnos al derramamie­nto de sangre.

Pero Putin, después de 22 años en el poder que lo llevaron a un resentimie­nto latente hacia Occidente, está convencido de que Macron, y toda Europa, deberían reconocer algo más: el inmenso sacrificio soviético, que involucró la muerte de 27 millones de sus ciudadanos, que salvó a Europa del nazismo.

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