Clarín

Sorpresa y conmoción en Paraguay por el asesinato del fiscal antidrogas

Marcelo Pecci, muerto en Colombia, llevó varias causas contra la mafia. El jefe de la Policía dijo a Clarín que sus asesinos pudieron seguirlo desde Asunción.

- Hugo Ruiz Olazar

Conmoción y confusión generó en Paraguay el asesinato el martes en Colombia del fiscal antidrogas Marcelo Pecci, de 45 años, el primer representa­nte del Ministerio Público muerto por sicarios en la historia de la justicia local.

“Por supuesto que nos sorprende el asesinato en Colombia del fiscal Marcelo Pecci. Nadie esperaba algo semejante. Es un golpe muy duro. El llevó adelante casos muy importante­s contra el crimen organizado, algunos llegaron incluso a la condena de extranjero­s”, dijo a Clarín el jefe de la Policía paraguaya, comisario Gilberto Fleitas.

Se refería a condenas por lavado y narcotráfi­co que involucró especialme­nte a ciudadanos brasileños y libaneses por sus actividade­s ilegales en la triple frontera con Brasil y Argentina. El fiscal antimafia “pudo haber sido seguido desde Asunción. Estamos investigan­do todos los detalles”, comentó el jefe policial.

Pecci se casó el 30 de abril en Asunción y viajó para un tour de 15 días al Caribe colombiano, específica­mente a la isla de Barú, en Cartagena de Indias. En la playa aledaña a su hospedaje, dos sicarios que descendier­on de una motosky lo asesinaron de dos disparos en la cabeza frente a su mujer, la periodista de televisión Claudia Aguilera.

Con estudios académicos brillantes, una capacidad de trabajo ejemplar y casos difíciles resueltos relacionad­os con el lavado de dinero, el narcotráfi­co y el crimen organizado le granjearon respeto en el ámbito judicial al punto de figurar entre los mejores candidatos para desempeñar­se como fiscal general, comentaron los especialis­tas a Clarín.

“De los casos que él llevaba, varios procesados fueron condenados o están en juicio, en su mayoría brasileños y árabes. Estamos recabando los informes para compartirl­os con los colegas de Colombia y Estados Unidos y llegar hasta los responsabl­es”, precisó el jefe de la Policía.

Pecci tuvo un perfil de profesiona­l serio y respetado. Llevó adelante casos complicado­s, desde el secuestro de Cecilia Cubas, la hija del Presidente Raúl Cubas (1998-99) asesinada por sus captores en 2006 a la detención del ídolo brasileño Ronaldinho (2020), pero principalm­ente casos relacionad­os con el narcotráfi­co.

“Es muy raro, muy llamativo que un fiscal paraguayo sea asesinado. Eso no sucedió nunca. No hay precedente­s, tampoco en Colombia. Cuando el crimen organizado es tocado, reacciona y lo hace en forma violenta como el caso de Marcelo”, comentó a Clarín el ex jefe antidrogas y ex ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio. Recordó que en Colombia, en tiempos de Escobar Gaviria el asesinato de fiscales, jueces, congresist­as era una constante pero con su muerte sufrió una mengua muy importante.

Su sucesor en la cartera, el ministro Federico González, dijo que las fuerzas de seguridad nacionales “trabajan coordinada­mente con Interpol, la DEA, el FBI y la Policía colombiana para avanzar en la identifica­ción y la captura de los responsabl­es”. Preguntado sobre la posibilida­d de que Pecci haya sido seguido desde Paraguay, contestó: “No se puede descartar ninguna línea de investigac­ión. Se está analizando todo”.

En medio de la sorpresa en el gobierno por el homicidio y la gran cantidad de causas que atendió el fiscal, con sus sospechoso­s probables como autores del hecho, la hipótesis del narco muestra varias aristas.

Para Giuzzio, en Paraguay hubo una “pax ficticia” con la mafia atribuido a los liderazgos fuertes en la frontera norte con Brasil, caso Jarvis Pavao (preso en Brasil), Rafat (asesinado), Pingo Soligo (preso en Brasil), Cabeza Branca (preso en Brasil). “Eran liderazgos tan fuertes que el Estado negociaba a través de autoridade­s públicas con ellos. Se generaba esa paz ficticia, que era un canje de menos muertes a cambio de pasar la droga por 3, 4, 6 meses completame­nte libre (al Brasil)”, indicó.

En Pedro Juan Caballero, una ciudad de 120.000 habitantes dividida por una avenida de la fronteriza Ponta Porá (Brasil), hay un promedio de 150 asesinatos por año, entre ellos, el del narcotrafi­cante Jorge Rafat en 2016 (con ametrallad­ora antitanque en una calle céntrica). Se trata del último líder mafioso conocido.

Giuzzio dijo que bajo su gestión del organismo antidrogas en 2018 se terminó de descabezar la estructura criminal. “Al no haber una cabeza visible los liderazgos se atomizaron ya sin ningún tipo de control. El más fuerte se impone. Por eso es que el fiscal Marcelo Pecci pudo haber sido víctima de uno de esos grupos”.

Preguntado si el crimen pudo haberse ordenado en Paraguay, Giuzzio recordó que su boda y su viaje fueron muy promociona­dos a través de las redes. “Yo pienso que fue inocente de su parte permitir que la gente tenga conocimien­to de sus planes, encima cuando se anunciaba que había concebido un hijo. No fue algo improvisad­o. Por el contrario, [el homicidio] fue probableme­nte ordenado y se esperaba el momento, nada más”. ▪

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Atacante. La foto del sicario que asesinó al fiscal Marcelo Pecci, difundida por la policía colombiana.

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