Clarín

Una prueba exitosa con hinchas de los dos equipos en las tribunas

Pareció un viaje en el tiempo, cuando la presencia era habitual. Sólo hubo un incidente en la interna de Boca.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

La prioridad era que no se crucen hinchas de Boca y de Racing.

No es un viaje en el tiempo. No, claro que no. No hay cápsula. Tampoco, el famoso De Lorean del Doc Emmet Brown que piloteaba Marty Mc Fly en Volver al Futuro. Sin embargo, aquellos que llegan a la cancha de Lanús pueden vivir una experienci­a de antaño. Fútbol con hinchas en ambas tribunas. Y por si fuera poco, se trata de un clásico. Juegan Racing-Boca y las tribunas están cargadas, como en esa época en la que se podía ir a cualquier cancha. En terreno neutral, la Academia ocupa la cabecera local y los xeneizes, la habitualme­nte destinada a los visitantes. Y a excepción de una interna que se desactivó en la barra azul y oro, en las tribunas sólo se vive una fiesta folclórica.

La Doce ocupó el sector central con sus habituales banderas. Los micros escoltados por la Policía bonaerense ingresaron por Esquiú y Purita, accediendo desde Hipolito Yrigoyen (ex

Pavón). Faltaba media hora y de una decena de ómnibus de la facción de Lomas, que conducen Maxi Mazzaro, Walter Coronel y Fido De Vaux, se bajaron 400 barras. “Venían a pudrirla con la oficial”, le dijeron a Clarín autoridade­s del operativo que contó con 1.300 agentes, 1.000 de la Bonaerense y 300 de seguridad privada.

La Policía frenó a la horda, pero se mezclaron con la gente común. Desde el cielo se filmó a todos con un dron. Y cuando estaba terminando el primer tiempo, se fueron. Ahí, entró un remanente que estaba a la espera del desagote. Infantería no tuvo que intervenir.

En definitiva, hubo 30 detenidos, entre algunos trapitos, borrachos e infraccion­es, según informaron fuentes policiales.

También se produjeron problemas de conectivid­ad, lo que complicó no sólo a los medios que tenían que trabajar; también, a los controles que tenían que validar el QR de las entradas que los hinchas habían adquirido a través del sistema online.

Ayer mismo, hubo 1.500 entradas para los hinchas de Racing que se terminaron de vender por el sistema de expendio electrónic­o.

Los accesos no estuvieron colapsados porque la gente empezó a llegar desde muy temprano. La Guardia Imperial se trasladó por el otro sector, con sus bombos a cuestas. Ingresaron por las calles Guidi y Cabrero, vía Lanús Este. En todo momento se evitó algún cruce con los hinchas de Boca.

Sólo hubo tiempo para el ida y vuelta de tribuna a tribuna, el típico folclore que se vivió hasta que, hace 10 años, se prohibió la asistencia de público visitante a las canchas de nuestro país. La excepción son este tipo de encuentros en terrenos neutrales. Como es el caso de la Copa Argentina, algo que se repitió en el estadio Néstor Díaz Pérez. Será del mismo modo esta tarde en Huracán, donde se enfrentará­n Argentinos y Tigre y el fin de semana que viene en Córdoba, sede de la final en la que estará Boca.

Las dos parcialida­des fueron ruidosas. Hubo momentos de tensión, sobre todo el primer tiempo, cuando Racing atacaba y no lograba doblegar a Agustín Rossi.

Se vendieron 33 mil localidade­s en un estadio con capacidad para 47 mil espectador­es. A ojo de buen cubero, es posible que hubo apenas un poco más de concurrenc­ia de lo que se anunció oficialmen­te.

Los hinchas de Racing salieron primero. Los de Boca tuvieron que esperar, como mínimo, 45 minutos para abandonar el estadio. Nadie se quejó, claro. Estaban felices por la agónica clasificac­ión en los penales.

La Liga felicitó a través de las redes sociales el comportami­ento del público. No está mal. En definitiva, el fútbol con las dos hinchadas debería ser habitual. Se trata de un partido, en definitiva. Uno gana, el otro pierde. La vida sigue.w

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JUANO TESONE Fuerte control.

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