Clarín

“Me hicieron perder 12 años de carrera y 10 palos verdes”

- Maximilano Uría muria@clarin.com

Terminó el partido de todos los jueves en el predio de Talleres de Remedios de Escalada. La ronda posterior es numerosa y un par de cervezas se apoyan en una de las mesas de madera del quincho. Hay charlas, cargadas, risas y un poco de humo de tabaco. Uno de los futbolista­s, Julián, anuncia que sus botines dijeron basta. Se saca el derecho y muestra la rotura. "Yo también necesito. Lo que podemos hacer es juntarnos cuatro e ir a los Arcos de Palermo. Me dijeron que hay una promoción de 4x3", suma otro, el que metió los cuatro goles con los que su equipo ganó 4-3. Sucede que ese otro que habla es

Rodrigo Archubi, el ex futbolista de 36 años que jugó en Lanús, en River y en Europa. El mismo que fue campeón juvenil en 2005 con Lionel Messi y Sergio Agüero. La anécdota pinta de cuerpo entero a Archubi: podría tener miles de botines en su casa, porque los ha tenido, pero los regaló o los perdió en el camino. Y ahora, como a cualquiera que juega con amigos, se le rompen y tiene que salir a comprar unos nuevos.

Se alejó del ambiente Archubi por su naturaleza. Se lo percibe una persona simple, amiguero, positivo, amante fervoroso de la pelota; no tanto del fútbol. De eso se hablará luego. El zurdo despunta el vicio con sus amigos de la infancia: jueves amistosos y sábados en torneos con su equipo, El Poli. Ahora es jueves y hay ritual de redonda. Uno de los de su equipo junta a los suyos en el medio de la cancha y ensaya una arenga.

Rodrigo asiste como todos y grita lo que tiene que gritar. Sale del círculo y alienta a uno, lo palmea. Lo hace como si nunca hubiese jugado con Messi o como si nunca hubiese sido campeón con River.

-¿Te alejaste del fútbol porque viste cosas que no te gustaron?

-Jugar a la pelota me encanta y por eso lo sigo haciendo con amigos, porque además hace bien a la cabeza. Pero el fútbol profesiona­l es otra cosa. Es muy bravo. Te lo pintan de una manera y a medida de que pasa el tiempo te vas dando cuenta de que no es tan así. Lo que muestra la película Papeles en el Viento es tal cual. Si alguien quiere saber qué es el fútbol le diría que mire esa película. De repente te encontrás con que un tipo maneja tu futuro y el de tu familia y ese tipo es almacenero o tiene una carnicería de barrio. A los pibes de las inferiores se los despelucha desde siempre y si no te acomodás a eso, quedás afuera. Conozco chicos que podrían haberse ganado unos mangos jugando al fútbol y terminaron de ferroviari­os o trabajos por el estilo.

peluchan a los jugadores?

-El ambiente, en general. Pero los representa­ntes tienen astucia: te dan un poco de plata, te prestan un auto lindo; te endulzan. No es fácil. Yo empecé a comer en restaurant­es cuando firmé con uno de ellos. Pero hay cosas que cualquiera puede ver: los representa­ntes son casi siempre los mismos y todos tienen un buen pasar. Los jugadores, en cambio, somos miles, y a Primera llegan un puñado. A nadie le importa el costado humano. Yo escucho que la gente dice que los futbolista­s son todos millonario­s y la verdad es que de 100, solo 2 están salvados. Y a la gran mayoría le cuesta juntar el mango para comer.

Archubi se empezó a destacar en el club La Fuente de Remedios de Escalada y de ahí pasó a Lanús con 7 años. Debutó una década más tarde de la mano de Osvaldo Chiche Sosa. “Yo a Lanús le voy a estar siempre agradecido porque me formó como persona. Es cierto que los amigos, la calle y la familia también te van formando, pero yo me pasaba la mayor parte del día en el club”, cuenta.

Te firman contrato por 500 mil dólares y jamás los ves. Cuando vas a buscar los dólares, te dicen pesos; cuando vas por los pesos, te aparece un cheque”.

-¿Qué te acordás del debut?

-Fue contra Arsenal y Agustín Pelletieri también debutó ese día. A la fecha siguiente le tocó a Diego Valeri.

Nos pusieron porque el equipo no andaba bien y eran las últimas fechas de un torneo. Después estuvimos dos años sin jugar y fue duro. Ahí pensé por primera vez en retirarme.

A lo largo de la charla, Archubi contará que al menos en tres ocasiones el retiro se le pasó por la mente. La primera fue esa, la segunda cuando emigró a Grecia y la tercera ya en River: “Siempre tuve una personalid­ad medio fuerte. No me callaba nada”. -Esa personalid­ad también te llevó ser campeón en la Selección Sub-20 en 2005, con Messi de compañero...

-Estar en la Selección me ayudó

cuando yo no jugaba en Lanús. Ir al predio de Ezeiza a entrenar me salvó. Pero yo en ese Mundial me quería volver de Holanda porque no jugaba. Fijate qué loco. Me acuerdo de hablar con mis viejos y decirles eso, que no me quería quedar porque no jugaba. Es como que te manden a la guerra y no tirar un tiro, les decía. Después por suerte pude jugar unos minutos y me sentí mejor. Y lo disfruté un montón.

-¿Es verdad que le pidieron a Pancho Ferraro que pusiera a Messi?

-Perdimos en el debut contra Estados

Unidos y nos quedaban Egipto y Alemania. Pablo Zabaleta y Oscar Ustari nos llamaron a Biglia y a mí para ir a hablar con Pancho. Primero le dijimos al profe Salorio que Messi tenía que jugar y nos dijo que fuéramos a hablar con Pancho. Dos tipos muy abiertos. Desde ahí lo empezó a poner a Leo y nos salvó las papas. Creo que salimos campeones porque armamos un grupo que pudo dejar los egos de lado.

-¿Lo conocías a Messi?

-Yo no conocía a los que jugaban en contra mío los domingos, así que no tenía idea de quién era Messi. Al Kun lo tenía de nombre, pero nunca lo había visto porque era más chico. Eran dos bestias, con la cabeza ya formada

para ser jugadores de élite. Lograban abstraerse de todo y vivían solo para el fútbol. En los entrenamie­ntos nos dimos cuenta de que eran distintos y que tenían que jugar porque sino nos volvíamos en primera ronda. Igual, todos hablan de Gustavo Oberman,

que fue quien empezó jugando, como si fuese un jugador malo: era una terrible delantero. En las Inferiores de Argentinos la rompía. Era como Patrick Kluivert. Además, era el que más experienci­a en Primera tenía. La virtud del grupo fue sumar a Leo y al

Kun, que eran los más chicos, y dejar los egos de lado.

Se insiste: siempre tuvo una personalid­ad especial Rodrigo Archubi. El mediocampi­sta que disputó 98 partidos en Primera División y marcó 12 goles, cuenta, por ejemplo, que muchas veces le costaba madrugar para llegar a los entrenamie­ntos. Y en sus primeros años, en el Granate, tuvo un compañero que lo marcó con sus profecías: Rodolfo Graieb. "Yo me sentaba enfrente de él y llegaba con cara de dormido, con las ganas justas.

'Metele que vos vas a jugar en River',

me decía. Y un tiempo después, River me compró", rememora.

-¿Es ingrato el fútbol?

-Lo que rodea, sí. Es lindo cuando lo jugás. Profesiona­lizarte es medio como esclavizar­te: estás todo el tiempo concentrad­o, viajando, pensando en los partidos, sin tiempo para nada. Un poco te quema la cabeza. Mucho más para alguien como yo, que me gustaba la plaza del barrio, las juntadas con amigos.

A Rodrigo Archubi le tocó vivir en River la situación más delicada de su vida deportiva: el 27 de septiembre de 2009, en un partido contra Gimnasia, dio positivo en un control antidoping. Lo suspendier­on por tres meses por encontrar restos de una droga social. Desde ese entonces, su carrera tomó un rumbo descendent­e. Del elenco de Núñez pasó a Kazma de Kuwait y luego jugó en Boca Unidos, Sportivo Italiano y Dock Sud.

-¿Fue duro el momento de la suspensión? ¿Sufriste una condena social?

-Yo me iba a entrenar igual de feliz, pero me cambiaron un montón de cosas. El doping fue lo peor que me pasó en la carrera. Casi diría que me la arruinaron. Yo siempre fui un futbolista profesiona­l y nadie me cuidó. Ahí me di cuenta de que el fútbol no es tanto un juego de equipo: nadie salta por nadie y cada uno cuida su quintita. Incluso algunos se aprovechan de esas situacione­s. De todos modos, creo que eso es algo que pasa en casi todos los ambientes.

-¿Te defraudó mucha gente?

-No sé porque mis amigos fueron siempre los mismos, los del barrio, y estuvieron. Por ahí me pasó de que se alejara gente con la que pensé que tenía algún lazo. Todo lo que me sucedió fue una injusticia, pero la vida está llena de injusticia­s. Cuando me pasó todo eso tenía dos opciones: alejarme de todo o seguir agachando la cabeza para ganar algo de plata. Me pregunté para qué servía la plata y no dudé en irme. Por suerte no tuve necesidad de comprarle una casa a mis viejos o a mis hermanos, así que decidí alejarme.

-¿Cómo fue la decisión de dejar?

-En River me apartaron y me hacían entrenar solo con un profe. Nadie me explicó nada. Tengo que destacar que el Tapón Gordillo y Alejandro Montenegro, que un momento estuvieron de interinos, me trataron 10 puntos. En River le dije al profe que me pusieron que me iba a ir a jugar al Ascenso y que iba a ascender con varios clubes, algo que no había hecho nadie. Al final después solo lo hice con Italiano. Quería volver a la base, a jugar al fútbol.

-Todo lo de River te sucedió con 24 años. ¿Sacaste la cuenta de cuánto tiempo más hubieses podido jugar en Primera? Y más: ¿cuánto dinero hubieras ganado?

-Creo que me hicieron perder 12 años de carrera y 10 palos verdes. Incluso creo que podría haber seguido jugando hasta la actualidad. Lo de la plata es relativo. ¿Para qué carajo sirve? Yo tengo una casa linda y pude ahorrar unos mangos para vivir normal con mis hijos. Ahí tenés otra mentira en el fútbol: la plata. Te firman contrato por 500 mil dólares y jamás los ves. Cuando vas a buscar los dólares, te dicen pesos; cuando vas por los pesos, te aparece un cheque.

El celular de Archubi suena: es su hijo León que lo reclama. A su lado en la pantalla está su hermana Juana (Victoria, su primera hija, vive con su madre). Son las 21 y ambos extrañan a su papá; entonces, Archubi se despide. “Mi señora, Denisse, trabaja desde las 8 hasta las 18, así que yo estoy todo el día en casa criando a los chicos. Cuando jugaba en Dock Sud estaba bastante tiempo afuera y lo que ganaba no me alcanzaba para pagarles a las personas que se quedaban con los chicos. Así que me retiré. Ahora cocino, los llevo al colegio y a hacer sus actividade­s, hago las tareas domésticas. A la noche salgo a correr, ando en bici, juego a la pelota con amigos y no miro un partido, salvo cuando juega la Selección y Messi. Y me gustaría tener un programa de radio para hablar de la vida y del fútbol, filosofar”, cierra Rodrigp Archubi, un hombre más de Remedios de Escalada.w

 ?? C,.NISCOVOLOS ?? Un hombre más. Rodrigo Archubi, a los 36 años, antes de jugar con sus amigos en Escalada.
C,.NISCOVOLOS Un hombre más. Rodrigo Archubi, a los 36 años, antes de jugar con sus amigos en Escalada.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina