Castaño, el chico que venció a las tentaciones y a sus propios miedos
Anoche buscaba ser el campeón absoluto de los superwélter. Pero sus grandes combates fueron debajo del ring.
Brian Castaño (17-0-2) tenía anoche en sus puños la posibilidad de hacer historia. Al cierre de esta edición enfrentaba al estadounidense Jermall Charlo (34-1-1), en el estadio Dignity Health Sports Park de Carson, California. De ganar, el superwélter bonaerense iba por un logro único para el boxeo argentino: unificar las cuatro coronas de los organismos rectores del boxeo (AMB, CMB, FIB y OMB) en una misma categoría. La esperada revancha llegó luego de dos postergaciones y un polémico empate en la primera vuelta donde muchos vieron ganador a Castaño.
Para ser campeón absoluto el Boxi debía superar al texano que ostenta tres coronas. No era un reto menor, pero si hay algo que el argentino sabe hacer es superar obstáculos. Su vida debajo del cuadrilátero estuvo plagada de ellos.
Brian Castaño tiene 32 años, nació el 12 de septiembre de 1989 en Isidro Casanova, pero se crió en el barrio La Chaca de San Justo. Su infancia transcurrió practicando deportes en la Sociedad de Fomento Cultura y Deporte Villa Alida. Ese lugar que lo alejó de los malos caminos y le planteó la primera gran interrogante de su vida. El matancero debió decidir entre el boxeo y el fútbol a temprana edad. “Había guantes en casa y empezó a pelear”, confesó su padre años atrás a El Gráfico. El niño optó por el deporte de los puños, ese que probó por primera vez a los once años en aquel club de La Matanza. Su pasión por la pelota siguió como hincha: Castaño es fanático de Almirante Brown.
De pequeño, Brian sabía usar su explosividad y rapidez. Un aluvión de golpes y potencia física lo distinguía de los chicos de su edad. Pero el verdadero combate era contra el entorno en el que estaba creciendo.
Los patrullajes de papa
Su padre, Carlos Alberto Castaño le enseñó que el sacrificio también se encuentra debajo del cuadrilátero. El actual campeón de la Organización Mundial de Boxeo fue muchas veces a trabajar con él como barrendero y changarín. Pero además, fue la pieza fundamental para que Brian no se desviara del camino correcto: trabajo duro y sacrificio.
Carlos realizaba una serie de patrullajes nocturnos en su bicicleta que muchas veces terminaron en discusiones elevadas de tono. Cuando veía a su hijo parando en alguna esquina lo llevaba de nuevo a su casa. "La calle no te da nada", le decía. Sus amigos entendían. El Boxi tenía un don. Pero el sacrificio era la única manera de explotarlo al máximo.
No hay duda alguna. El éxito que vive hoy Castaño es gracias a la influencia de su padre que hizo que su destino fuera diferente al de sus amigos: muchos terminaron en adicciones o privados de su libertad.
Ataques de pánico y ansiedad
Luego de casi 200 combates amateurs el argentino saltó al profesionalismo en 2012: noqueó en el cuarto round a Alejandro Domínguez en el Luna Park y consiguió una seguidilla de victorias que lo presentaron como la gran aparición del pugilismo. Pero en 2014 un episodio de salud mental casi consigue lo que ningún otro boxeador había logrado hasta anoche: ganarle una pelea. En la previa de un combate sufrió una lipotimia por el corte de peso. Castaño se realizó estudios médicos que le detectaron una miocardiopatía y una hipertrofia del ventrículo izquierdo que parecían alejarlo del deporte definitivamente. Con el correr del tiempo se confirmó que no tenía ningún problema serio y que podía continuar con su carrera pugilística.
Pero el miedo y la angustia se hicieron presentes más de la cuenta en su día a día y la incertidumbre sobre su futuro le jugó una mala pasada. Entonces, aparecieron males frecuentes en estos días: ataques de pánico y un trastorno de ansiedad. El boxeador superó esta batalla con la ayuda profesional del psicólogo Marcelo Bivort y el apoyo de su pareja Carolina Cotugno. “Subía al coche y me dolían las manos, se me torcía la boca. Mi papá llegó a hacerme respiración boca a boca. Aprendí a trabajar la respiración: respiraba, controlaba. Gracias a Dios, el miedo se fue”, contó sobre aquel episodio. Después de 10 meses de inactividad, el Boxi volvió y noqueó a Javier Andino.
En 2015, Sebastián Contursi lo sumó a sus filas y lo llevó a pelear a Estados Unidos. El 26 de noviembre de 2016, obtuvo el cetro interino superwélter de la Asociación Mundial de Boxeo que estaba vacante al noquear en el sexto round al puertorriqueño Emmanuel De Jesús. Luego, llegaron tres defensas del cinturón. La AMB le ordenó al argentino realizar una revancha con el francés Michel Soro, pero al no ponerse de acuerdo en las formas de pago de la bolsa y en la realización del control antidoping la pelea no se realizó y el argentino fue despojado de su título.
A Brian le tocaba otra vez remar contra corriente. Sin embargo, ya había superado muchas peleas como para bajar la guardia. El 13 de febrero del año pasado destronó al brasileño Patrick Teixeira siendo ampliamente superior y se colgó el cinturón de la OMB. El próximo objetivo: la unificación de títulos. Su último combate fue el 17 de julio ante Charlo, aquel polémico empate por decisión dividida que no le dejó traerse las cuatro coronas al país. Pasaron diez meses de esa pelea y Brian avisó que llegaba con sed de venganza a la revancha en California. El plan era simple: buscar el nocaut y evadir las tarjetas.
El boxeador de La Matanza ya tuvo retos igual de duros. Brian Castaño venía preparándose para la pelea por la cuádruple corona desde los once años, desde aquella vez que pisó por primera vez en su vida un ring, el de Villa Alida. ■