Clarín

Las sanciones a Rusia colocan bajo los focos la vida privada de Putin

- Serena Di Ronza

El muy reservado Vladimir Putin está quedando al desnudo frente al mundo entero, después de ocultar celosament­e su vida privada durante años. Es que las sanciones occidental­es por la guerra en Ucrania, de hecho, han puesto en primer plano a la familia del líder del Kremlin, la oficial y la otra, la que estaba en las sombras, mientras se suman secretos al menos parcialmen­te revelados.

Entre villas de lujo en Europa, bodas ostentosas y vidas secretas alejadas de los focos, el séquito más cercano de Putin, el que el presidente ruso cree que debe proteger por razones de seguridad nacional, emerge del secretismo que lo ha rodeado durante años. Van desde las dos hijas reconocida­s -María y Katya, frutos de la relación con su ex esposa Lyumila Ocheretnay­a- hasta los supuestos cuatro hijos ilegítimos surgidos en relaciones con amantes, entre ellas la gimnasta Alina Kabaeva, con quien la relación continuarí­a hasta ahora.

Aunque quedan sombras sobre las figuras de la familia del presidente ruso, lo cierto es que los “integrante­s son los beneficiar­ios de un sistema cleptocrát­ico en el que Putin manda como padrino mafioso, con lugartenie­ntes oligarcas que tributan en forma de riquezas y villas a todos aquellos en la esfera afectiva de Putin”, comenta el periódico estadounid­ense The New York Times.

Esa radiografí­a de la familia del “zar” parte de la visita de 2008 a Villa Certosa, una mansión situada en Porto Rotondo, en la comuna sarda de Olbia y residencia estival de Silvio Berlusconi. Invitados por el ex premier italiano, Putin y sus hijas se lanzaron a compras de lujo y excursione­s en barco, según narran las crónicas. Katya, de 40 años, es la hija “más disciplina­da” de Putin. Está casada con Kirill Shamalov, hijo de Nikolai Shamalov, aliado cercano del presidente ruso y principal accionista del Bank Rossiya, el banco del Kremlin.

Los dos se casaron en una de las estaciones de esquí favoritas de Putin, Igora, en una suntuosa ceremonia entre pistas de patinaje y juegos de luces. A la boda también asistió su hermana María, que llegó desde Holanda junto a su marido Jorrit Faassen. Durante décadas, María ha vivido en los Países Bajos, pero desde 2014, cuando los separatist­as rusos derribaron un avión de Malaysia Airlines que partía de Amsterdam, se ha convertido en objeto de muchas críticas entre sus vecinos.

Pero el séquito emocional del presidente ruso incluye a varias otras mujeres no oficiales. Está Svetlana Krivonogik­h, una ex mucama de San Petersburg­o que supuestame­nte tuvo una aventura con Putin. Ahora es una reina de bienes raíces, miembro de la junta directiva de Bank Rossiya.

La mujer del momento, sin embargo, es Kabaeva, la ex campeona rusa de gimnasia que, según distintas versiones de prensa, sería la esposa de Putin. La mujer vive en Suiza con los hijos del presidente en una prestigios­a clínica en Lugano. Es ella la que ha acabado en el punto de mira de las sanciones británicas y contra la que se lanzó una petición en Suiza para expulsarla.w

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