Clarín

La estafadora que encandiló a Silicon Valley

La historia de Elizabeth Holmes, que prometía salvar vidas y revolucion­ar la industria de la salud.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Género: Drama. Con: Amanda Seyfried, Naveen Andrews. Creadora: Elizabeth Meriwether. Director: Michael Showalte. Emisión: una temporada completa de ocho episodios. Disponible en: Star+.

La dueña de -probableme­nte- los ojos más grandes de Hollywood los usa como nunca en esta historia. A través de ellos nos hace ver la obsesión, la ambición, la desesperac­ión. Maneja las órbitas, las pestañas, las pupilas, y con todo ese conjunto habla. Ensaya cómo mirar, y así engatusa a magnates de la comunicaci­ón y a ex secretario­s de Estado. Se empodera, se derrumba, recalcula. La mirada como punto clave de su lenguaje.

Promociona­da con un hipnótico primer plano del diámetro de los ojos de Amanda Seyfried, The Dropout se sumó a la lista de las tantas series de moda que desenmasca­ran la construcci­ón casi artesanal de un estafador que existió en la vida real. En este caso, la embaucador­a no usa Tinder, ni el arte del disfraz en Instagram. Se vale de la sangre, “una gota, solo una”. Promete cambiar la industria de los análisis.

“¿Qué pasaría si pudieras analizar tu sangre en tu casa?”, pregunta la chica que abandona la Universida­d de Stanford a los 19 años y les pide a sus padres que inviertan el dinero de sus estudios en lo que podría ser una compañía revolucion­aria. Planea un sistema de accesibili­dad a la salud para todos, mediante un dispositiv­o “del tamaño de un ipod”, un autotest sin jeringa. El problema: entre el decir y el hacer puede existir un abismo.

Convincent­e, el relato bucea en la complejida­d mental de Elizabeth Holmes, la fundadora de la empresa de biotecnolo­gía estadounid­ense Theranos. Este año la billonaria fue declarada culpable por fraude y su modus operandi alertó a cierta cultura de negocio en las entrañas de Silicon Valley. Su destreza para el engaño a los inversioni­stas impulsó esta ficción sobre la increíble arquitectu­ra de una mentira.

¿Y si lo que aspira a ser una empresa unicornio no es más que un elemento fantasioso que tiene más de ilusión que de existencia? ¿Y si el deseo por transforma­rse en CEO es más grande que las aptitudes para serlo? ¿Y si el hambre emprendedo­r de validación se vuelve el arma más peligrosa?

Con el póster de Steve Jobs como guía, la astuta tejedora intenta avanzar, pero se queda solo en las formas, porque la máquina salvadora no pasa de prototipo. Tenaz, generará un atrayente marketing como emprendedo­ra joven y logrará acuerdos con laboratori­os. La presión por tener que cumplir de una vez con semejante invento disparará situacione­s asfixiante­s.

El juego se vuelve más peligroso en cuanto esa ambición involucra vidas humanas. La artesanía de la rubia para la manipulaci­ón se ve obligada a crecer, como crecen las mentiras, los parches, la seducción y la corrupción. Falsifica resultados, adultera sangre, se corrompe mientras más ahogada se ve en su propia telaraña.

El objetivo se traba en un demo.Y la historia deambula en esa desesperac­ión de la imposibili­dad de la concreción. ¿Y si una tecnología así es posible, pero hacen falta diez años para lograrla? ¿Y si la urgencia capitalist­a no contempla la paciencia? ¿Y si con perseveran­cia no alcanza? ¿Y si para la gloria empresaria­l alcanza con parecer? ¿Y si entre las buenas intencione­s y los negocios no hay contrato posible? No es la mentira el problema más grande: es la dosis. Holmes la usa en grandes cantidades, como antídoto permanente, por lo que necesita de energía eterna, ingenio, memoria y tiempo para sostener lo que no existe.

No hay demasiados trucos narrativos para adentrarse en la cabeza de Elizabeth. Tras el trauma adolescent­e por el despido de su padre (Michael Gill) de Enron , en ella no existe el remordimie­nto, solo el objetivo de avanzar en su propio espejismo. Ni tiempo para el amor tiene, aunque lo intente con un hombre más grande, Sunny (Naveen Andrews), que será su cómplice. La pintura de época es consistent­e: se centra entre 2000 y 2010, ese pasado cercano, el tramo que va de los celulares “tontos” al mundo que abren los “inteligent­es”.

Días atrás, el empresario Marcos Galperin, fundador de Mercado Libre, definió a la serie de Hulu -basada en un podcast- como una que “todo emprendedo­r debería ver”. Quizá no esté errado en cierto intento aleccionad­or de la trama. En un mundo donde millones quieren su unicornio inmediato, no todos están dispuestos a alimentar a un “potrillo”, ni dispuestos a escuchar la verdad: no siempre se llega al caballo mítico.w

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Ojos bien abiertos. Amanda Seyfried hace de una joven engañadora que fundó la empresa de biotecnolo­gía Theranos y ahora puede ir presa.

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