Entre tironeos internos, Larreta afina vínculos con el Círculo Rojo
El jefe de Gobierno intenta potenciar su plan presidencial y despejar algunas dudas. Hay colaboradores que dicen que “se aceleraron los tiempos”.
No lo publicitó en su agenda oficial pero entre sus colaboradores aseguran que volvió satisfecho a sus oficinas de la calle Uspallata.
Acompañado por un par de asesores, el jefe de Gobierno porteño conversó el martes con un grupo de los empresarios más importantes del país nucleados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA), una cumbre privada que transcurrió durante un buen rato en un salón reservado de un selecto hotel de Retiro.
Horacio Rodríguez Larreta llegó escoltado, entre otros, por Hernán Lacunza, uno de los economistas que lo asesora y que se imagina en una buena posición si es que el alcalde logra ganar las elecciones presidenciales el año próximo. El ex ministro de Economía de María Eugenia Vidal y de Mauricio Macri tiene competidores de peso que comparten la misma expectativa, y que incluso cuentan con mayor aceptación por parte del establishment.
El próximo martes, la cúpula de AEA estará en pleno en un evento por los 20 años de la entidad, y en momentos de creciente incertidumbre por el rumbo político y económico del Gobierno.
Tironeado puertas adentro, y presionado por parte del entorno más cercano que reclama definiciones mucho más contundentes, el jefe de Gobierno aprovecha parte de su agenda para volver a seducir al Círculo Rojo que lo tuvo como preferido meses atrás hasta que Macri recobró su liderazgo, la oposición empezó a crujir como el oficialismo y los libertarios se aprovecharon de ese lío interno en Juntos por el Cambio. En paralelo, las encuestas empezaron a exhibir un leve pero sostenido estancamiento del alcalde.
Colaboradores y amigos muy cercanos resaltan ahora que los tiempos “se aceleraron”. Que es momento de que empiece a mostrar más volumen político y que se puede ser firme sin perder la moderación.
Otro sector, vinculado al ala comunicacional y estratégica de la gestión porteña, todavía insiste con la prudencia: “Hay que seguir con la maratón”, dicen.
Parte de esa inquietud interna que trasciende las oficinas de Uspallata fue lo que Rodríguez Larreta intentó despejar frente a los empresarios en el encuentro de este martes, en el foro del Llao-Llao en Bariloche de hace algunas semanas y en la cena de la Fundación Libertad de hace dos lunes, en Parque Norte.
Esa noche, el jefe de Gobierno sonó apurado -avisó que su madre lo esperaba para cenar por su cumpleaños y, además, la organización le había prometido quince minutos de exposición cuando en realidad fueron cinco-, pero le bastó para que Macri lo despidiera con una frase que lo hizo sonreír antes de retirarse: “Estuviste muy bien, en un público tan adverso sacaste un empate, y eso es muy bueno”, le susurró el ex Presidente.
A unos pocos metros comían el escritor peruano Mario Vargas Llosa; la presidenta del PRO, Patricia Bullrich y decenas de ex funcionarios y dirigentes del ala más dura del macrismo y de Juntos por el Cambio que desprecian el estilo dialoguista del alcalde.
Rodríguez Larreta aprovechó esa cena para repetir, contrario a lo que piensa Macri, que su estrategia de construcción política implica “negociar” y convocar a otros actores por fuera de Juntos por el Cambio. En estos días, tenía previsto encontrarse a solas con la diputada Graciela Camaño.
El jefe de Gobierno sabe que hace ya un par de meses que esa mirada incisiva de los halcones de la oposición hacia su figura también se trasladó a parte del Círculo Rojo.
Hay, en ese sentido, un dirigente que hace años figura en el tope de los predilectos del establishment y que Rodríguez Larreta todavía no puede mostrar como parte de su staff porque aún no tuvo la habilidad para convencerlo. Se trata del diputado Emilio Monzó, que coquetea cada vez más con el larretismo pero que para sellar un acuerdo pidió libertad de acción para moverse “por fuera del zoológico del PRO”.
“Prefiere cazar en la selva y no dentro del zoológico partidario. Y tiene razón”, lo justifica parte del entorno del alcalde.
En los últimos tiempos, el jefe de la Ciudad entendió además la necesidad de empezar a aceitar la relación con otro sector importante del círculo rojo: el Poder Judicial.
Acostumbrado a recostarse en la Ciudad en los principales actores que tallan en el pacto en torno a la Justicia porteña -entre ellos, Juan Manuel Olmos y Daniel Angelici-, Rodríguez Larreta se vinculó en estas últimas semanas mucho más de lo que tenía previsto con jueces y camaristas que pertenecen al fuero federal penal de la Ciudad, con los que compartió cenas reservadas.
Es decir, Comodoro Py, el edificio en el que siempre la política y la Justicia caminan de la mano. ■
Rodríguez Larreta se viene vinculando con jueces y camaristas del fuero penal.