Clarín

¿Un mundo sin la ONU?

- Fabián Bosoer fbosoer@clarin.com

El presidente ucraniano Volodimir Zelenski puso el dedo en la llaga en su apelación al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a comienzos de abril último, al reclamar otro tipo de involucram­iento frente a la invasión de Rusia a su país. No alcanzan las condenas, no alcanzan las sanciones económicas. Son los propios principios de la Carta de la ONU los que han sido quebrantad­os, vulnerados, y correspond­e al organismo internacio­nal reaccionar o asumir su defección y terminar naufragand­o. Como la Liga de las Naciones en el período de entre-guerras.

Es el nucleo de la actual encrucijad­a que vive el mundo. En su reciente libro Libertad o sumisión. La condición humana en el siglo XXI (Ediciones Del Dragón), Juan Archibaldo Lanús recuerda la gran invención de la Carta de San Francisco: construir por primera vez en la historia un sistema de reglas compartida­s que permitiera­n la coexistenc­ia entre potencias y países con distinto tipo de regímenes y sistemas, bajo el principio rector de la seguridad colectiva y la preservaci­ón de la paz.

Vino luego la Guerra Fría, pero también la descoloniz­ación y los 51 países que constituye­ron las Naciones Unidas se multiplica­ron hasta los casi 200 de hoy. Se incorporar­on otras agendas, agencias y compromiso­s. Derechos humanos, medio ambiente, desarrollo, responsabi­lidad de proteger...

Para ser parte de este ordenamien­to internacio­nal hay que respetar y cumplir ciertos preceptos de carácter universal.¿Se cumplen verdaderam­ente? Claramente no, pero que se vulneren o incumplan no los convierte en “letra muerta”: son mandatorio­s.

Ocurre que todo esto descansa en los “garantes de última instancia”: los cinco miembros permanente­s del Consejo de Seguridad. ¿Qué ocurre con todo este andamiaje si dicho consorcio se fractura? ¿Es lo que estaría ocurriendo hoy con la cruenta escalada de Rusia en Ucrania acusando a Occidente de haberle declarado la guerra, con una China que observa atenta, hasta ahora expectante?

Lo paradójico del asunto es que la parálisis del Consejo de Seguridad frente la guerra de Ucrania es lo que mantiene a la ONU a resguardo de su quiebre. Si el mundo se aproxima a una línea de fractura entre democracia­s y autocracia­s, el costo puede ser la ausencia de aquello que preservó a la humanidad de una nueva guerra mundial y, acaso, de la utilizació­n de armas nucleares. ¿Un cisma entre las Naciones Unidas de Oriente y las Naciones Unidas de Occidente? ¿Se piensa en ello?w

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