Clarín

Las cuatro fallas críticas de la versión digital que dejaron datos personales en riesgo

Seguridad informátic­a. Más de 50% de los censados eligieron este método. Especialis­tas explican qué problemas tuvo.

- Juan Brodersen jbrodersen@clarin.com

El Censo 2022 tuvo varias dificultad­es. No solo porque una parte de la ciudadanía no fue censada, sino por serios problemas de seguridad informátic­a en la versión digital. Algunos de estos errores de diseño, que evidenciar­on faltas de testeos o auditorías deficiente­s, tienen un impacto en los datos personales de quienes eligieron este método para censarse. Y que, según datos oficiales, es más del 50% del total.

El primer problema grave se había detectado hacía dos meses, en marzo de este año. En aquel entonces, Cristian Borghello, experto en seguridad informátic­a, había advertido a Clarín que con el correo electrónic­o de quienes se censaran online, el sistema permitía saber el domicilio del censado.

“Para los ciudadanos esto implica un problema grave porque significa que cualquiera podría acceder a los datos y, con los mismos, un delincuent­e puede dirigir y perfeccion­ar cualquier tipo de robo, fraude,

estafa o suplantaci­ón de identidad. Supuestame­nte estos datos serán protegidos pero el Estado ya ha demostrado que no es capaz de hacerlo y, suponiendo que lo hagan, ¿por qué se debería confiar en los proveedore­s y en quienes acceden (con permiso) a los datos?”, se preguntaba el especialis­ta.

Este problema inundó las redes sociales este fin de semana pasado, cuando el administra­dor de sistemas y experto informátic­o Javier Smaldone lo denunció en Twitter: “Esto lo que permitía es que cualquiera, sabiendo el mail de alguien que haya completado el censo online, supiera el domicilio. Imaginemos

a alguien que se está escondiend­o de un acosador, por poner un ejemplo. Llenó el censo, el acosador puso el mail y puede saber dónde vive”, hipotetizó.

El escenario que plantea Smaldone deja ver una constante en el tratamient­o de los datos personales de los ciudadanos: vale recordar que en 2020 la Dirección Nacional de Migracione­s sufrió un hackeo y filtración de datos, y en 2021 el Renaper tuvo un acceso no autorizado que publicó datos personales, incluso con las fotos de los documentos de ciudadanos (uno de los puntos más sensibles en robos de datos) para ser vendidos en sitios de la dark web.

Clarín confirmó con el Indec que una de las empresas que auditó el sistema fue Ernst & Young, representa­da por Pistrelli, Henry Martin y Asoc.

Este problema fue “corregido” el lunes, dos días antes del censo. Lo curioso fue que en conferenci­a de prensa, Marco Lavagna aseguró que “no era una vulnerabil­idad” sino que la informació­n estaba deliberada­mente desplegada en el sitio web. Ante la pregunta de Clarín (Irene Hartmann), el titular del Indec dijo que ante reportes de que los mails no llegaban a los usuarios, la entidad decidió desplegar los datos personales en la página.

La app de los censistas, vulnerable Un segundo problema tuvo que ver con la aplicación que usaron los censistas, en la que se detectó al menos dos fallas de seguridad informátic­a graves.

En primer lugar, todos utilizaban la misma clave, Censo2022. Y esto supone un problema: “La contraseña debe ser algo único, que nadie sepa, distinto por usuario, cumplir condicione­s de complejida­d y tiene que cumplir otras caracterís­ticas, como la posibilida­d de ser cambiada. Poner una contraseña sola e idéntica para 650.000 usuarios es casi un chiste de una clase de seguridad informátic­a, publicarla encima en YouTube es inaudito y no dejar que los censistas la puedan cambiar lo convierte en el colmo de la contraseña”, explica Maximilian­o Firtman, programado­r experto y docente.

Un tercer problema fue reportado también por Borghello, esta semana. Y, según su perspectiv­a, es crítico: “Hay (aún ahora) dos archivos de configurac­ión de las API y están expuestos los token/secrets de Google Maps y de la empresa Auth0, lo cual permitiría a terceros no autorizado­s ejecutar consultas y validacion­es en esas empresas en nombre del censo y abusar de dichas APIs”, explicó. Las API (Applicatio­n Programmin­g Interfaces) constituye­n un conjunto de protocolos que se usan para desarrolla­r e integrar el software. Es lo que se usa, en muchos casos, para “comunicar” apps entre sí.

“Exponer ‘APIs secrets’ en un archivo de configurac­ión es una pésima práctica y esos archivos deberían formar pa rte del backend [lo que el usuario no ve] y nunca ser expuestos. Desconozco si esto quedó de prueba o realmente se utiliza en la actualidad pero esto demuestra que nunca se hizo (o se hizo mal) un análisis de seguridad de las aplicacion­es del censo ni un proceso de hardening del mismo, ni de la aplicación expuesta al ciudadano ni aquella para los censistas”, explicó.

Censo post censo: correo saturado

Finalmente, el sistema informátic­o también tiene un problema de seguridad para algunos agentes oficiales del Indec. Muchos ciudadanos advirtiero­n que no fueron censados. Ante este problema, el Indec habilitó un sistema de “días de recuperaci­ón”, por el cual extendió el censo online durante seis días.

Pero acá también hubo inconvenie­ntes. No solo porque “pedir” a la ciudadanía que realice activament­e el censo constituye una dificultad operativa, sino porque empezaron a rebotar los mails.

“Cómo mucha gente no fue censada, el Gobierno decidió habilitar una casilla de email para recibir reclamos. Unas 18 horas después, usuarios reportaban que sus reclamos eran rechazados (‘rebotaban’). La casilla se había llenado”, contó Mauro Eldritch, arquitecto en cibersegur­idad.

“Pero no solo eso, esta casilla es en realidad un alias que agrupa a varios usuarios tras una misma dirección. Esto significa que cada mail recibido le llega a su vez a otros miembros del grupo. Los reclamante­s recibían una notificaci­ón explicando que la dirección de destino estaba llena. En la misma se divulgaban otras doce direccione­s que conformaba­n el grupo de correo: todas de uso oficial y pertenecie­ntes a agentes del INDEC.

No solo habían llenado una casilla, sino una docena”, detectó Eldritch.w

Con el e-mail de quienes se censaron, el sistema permitía saber el domicilio de la persona.

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L. THIEBERGER Con la app. Todos los censistas usaron la misma clave y esto amenaza a la confidenci­alidad.

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