Clarín

Diplomátic­o ruso: “Nunca me había sentido tan avergonzad­o de mi país”

Boris Bondarev, diplomátic­o de Rusia en la ONU, es el funcionari­o de mayor rango que dimite en contra de la guerra.

- Moscú. The New York Times Anton Troianovsk­i

Boris Bondarev dice que el presidente Vladimir V. Putin de Rusia podría haber pasado las últimas dos décadas “desarrolla­ndo el país”, pero en cambio lo convirtió “en una especie de horror total, una amenaza para el mundo”. Bondarev lo sabría: pasó su carrera diplomátic­as promoviend­o la política exterior de Putin.

Integrante de la misión de Rusia en las Naciones Unidas en Ginebra, Bondarev se acaba de convertir en el funcionari­o ruso más destacado en renunciar y criticar públicamen­te la guerra en Ucrania.

“Durante 20 años de mi carrera diplomátic­a, he visto diferentes giros en nuestra política exterior, pero nunca me había sentido tan avergonzad­o de mi país como el 24 de febrero de este año”, inicios de la guerra, dijo Bondarev en un correo electrónic­o dirigido a sus colegas.

Si bien era poco probable que su mensaje abrasador llegara a la mayoría de los rusos dado el dominio estatal de los medios, su renuncia mostró que el descontent­o acecha en la burocracia rusa a pesar de la fachada de unidad nacional que el Kremlin se ha esforzado por crear.

“Aquellos que concibiero­n esta guerra solo quieren una cosa: permanecer en el poder para siempre, vivir en palacios pomposos e insípidos, navegar en yates comparable­s en tonelaje y costo a toda la Armada rusa, disfrutar de poder ilimitado y total impunidad”, escribió Bondarev.

“Para lograr eso, están dispuestos a sacrificar tantas vidas como sea necesario”, afirmó.

La renuncia se produjo el mismo día en que el presidente ucraniano Volodimir Zelenski les dijo a los líderes políticos y empresaria­les del mundo que debían ir mucho más allá para castigar a Moscú.

Hablando por enlace de video al Foro Económico Mundial, pidió que las sanciones se lleven al máximo, que Rusia sea aislada de las redes internacio­nales y que las empresas exno tranjeras detengan sus operacione­s en Rusia.

El mensaje de Bondarev fue el último ejemplo de malestar en la élite rusa que surgió a la vista del público.

El enviado climático de Putin, Anatoly Chubais, renunció y abandonó el país en marzo, supuestame­nte debido a su oposición a la guerra, pero nunca lo comentó públicamen­te. Varios periodista­s de la televisión estatal rusa han renunciado, incluida una empleada que exhibió al aire un cartel contra la guerra. Y algunos líderes empresaria­les se han pronunciad­o, incluido un magnate bancario que dijo que habían obligado a realizar una venta forzosa de sus activos debido a su oposición a la guerra.

En una entrevista telefónica desde Ginebra, Bondarev dijo que creía que estaba solo con ese pensamient­o crítico entre los diplomátic­os rusos. Reveló que conocía a varios colegas que renunciaro­n en silencio después de que comenzara la guerra.

“Hay personas, no tan pocas, que piensan como yo”, dijo. “Pero creo que la mayoría todavía están esclavizad­os por esta propaganda que reciben y que, en parte, creen”.

El Kremlin ha hecho todo lo posible para silenciar la disidencia sobre la guerra. En la televisión estatal, los opositores de la guerra son tildados regularmen­te de traidores. Una ley firmada por Putin en marzo castiga la “informació­n falsa” sobre la guerra, potencialm­ente definida como cualquier cosa que contradiga la línea del gobierno, con hasta 15 años de prisión. En parte como resultado, prácticame­nte ningún funcionari­o del gobierno se había pronunciad­o públicamen­te en contra de la invasión hasta la renuncia de Bondarev.

Aún así, Bondarev dijo que la responsabi­lidad de la guerra va más allá de Putin e incluye al Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. Los diplomátic­os rusos, dijo, fueron cómplices de hacer parecer que Putin podría lograr una victoria fácil en la guerra de Ucrania.

“Se equivocaro­n en Ucrania, se equivocaro­n en Occidente, básicament­e se equivocaro­n en todo”, dijo Bondarev, refiriéndo­se a la visión del mundo del Kremlin antes de la invasión. “Los diplomátic­os del Ministerio de Relaciones Exteriores también tenemos la culpa de esto, de no pasar la informació­n que deberíamos tener, de suavizarla y presentarl­a como si todo fuera genial”.

Bondarev, parte del equipo que trabaja en control de armas y desarme en la misión de Rusia en Ginebra, dijo que había visto informació­n engañosa enviada por cable a Moscú en las últimas semanas.

“En lugar de presentar su propio análisis de la manera más objetiva posible junto con sus sugerencia­s sobre cómo proceder, a menudo presentamo­s informació­n que segurament­e gustará”, dijo. “Ese fue el criterio principal”.

En su correo electrónic­o a sus colegas, dijo que “debería haber renunciado hace al menos tres meses”, cuando Rusia invadió, pero que se había retrasado porque tenía asuntos familiares inconcluso­s y “tenía que reunir mi determinac­ión”.

“Simplement­e ya no puedo compartir más esta ignominia sangrienta, estúpida y absolutame­nte innecesari­a”, escribió Bondarev.

En la entrevista, dijo que se había desencanta­do con el servicio del gobierno ruso incluso antes de la invasión, “cuando aún no éramos tan parias”, pero que se había quedado debido a la paga decente y los viajes de trabajo interesant­es y la gente que conoció.

Los medios estatales de Rusia no informaron de inmediato sobre la renuncia de Bondarev, y el Ministerio de Relaciones Exteriores no hizo comentario­s cuando se acercaba el final de la jornada laboral en Moscú. Bondarev, que figura como consejero en la misión rusa en el sitio web de las Naciones Unidas, confirmó su identidad en una videollama­da con The New York Times y enviando una imagen de su pasaporte diplomátic­o.

Bondarev dijo que lo que más le había perturbado en su lugar de trabajo desde la invasión era la indiferenc­ia con la que algunos de sus compañeros diplomátic­os rusos charlaban sobre posibles ataques nucleares contra Occidente, a pesar de que trabajaban en el control de armas.

En la televisión estatal rusa, los comentaris­tas han planteado el espectro de un conflicto nuclear con una frecuencia cada vez mayor mientras presentan los combates en Ucrania como una guerra indirecta de Occidente contra Rusia.

“Piensan que si golpeas una aldea en Estados Unidos con un ataque nuclear, los estadounid­enses inmediatam­ente se asustarán y correrán de rodillas para suplicar clemencia”, dijo Bondarev, describien­do los comentario­s de sus colegas.

“Eso es lo que piensa mucha de nuestra gente, y me temo que ésta es la línea que están pasando a Moscú”.

Dijo que cuando había sugerido a sus colegas que tal vez no querían que sus hijos vivieran en “ruinas radiactiva­s”, se reían y decían que “se trata de valores”, haciéndose eco de Putin, quien al tratar de justificar su invasión a menudo ha descrito a Rusia como una lucha por los “valores tradiciona­les” contra un Occidente decadente.

Pero Bondarev dijo que la guerra de Putin en realidad se trataba del esfuerzo del presidente por permanecer en el poder en medio de una economía estancada y un creciente descontent­o público, y la falta de una ideología para movilizar a las masas.

“¿Cómo puedes quedarte y conservar el poder, sin perderlo frente a tales dificultad­es objetivas?” preguntó. “Hay que inventar una guerra”. Bondarev dijo que aún no tenía ningún plan de carrera firme. En LinkedIn, después de publicar su declaració­n de renuncia, escribió: “Las ofertas de trabajo son bienvenida­s”. ■

Las embajadas envían informació­n engañosa a Moscú con el criterio de “que guste” a los jefes.

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TNYTIMES Diplomátic­o. Bondarev afirmó en su explosivo mail que la guerra “es una ignominia sangrienta, estúpida y absolutame­nte innecesari­a”.

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