Vélez convirtió la utopía en realidad y vivió su fiesta
Diez días atrás parecía imposible, pero lo que empezó con agonía en Montevideo se selló anoche en Liniers.
De la desazón a la euforia colectiva. El José Amalfitani vivió una noche de Copa Libertadores como hacía tiempo no sucedía. La fiesta empezó temprano desde los cuatro costados con localidades agotadas. Hace apenas diez días, con dos puntos sobre doce, la clasificación a octavos de final de Libertadores era una utopía, que comenzó a ser más concreta después del heroico y agónico triunfo ante Nacional en Montevideo.
Ante un Estudiantes alternativo tenía que ganar y lo hizo con una goleada, con nervios, sin jugar bien de entrada, con algo de fortuna y una mejoría en la parte final. No fue un buen semestre de Vélez, pero el pase impensado de fase lo salvó bastante, también desde lo económico porque el club recibirá 1.050.000 dólares por jugar la próxima ronda, con un rival que se conocerá el viernes.
Un poco acelerado y otro nervioso, a Vélez le costó muchísimo superar los primeros quince minutos de juego. Sin manejar la pelota y con muchas trabas, en tres minutos estuvo al borde del abismo. Es que el equipo alternativo que puso en la cancha Ricardo Zielinski tuvo tres llegadas seguidas y de milagro no se puso en ventaja. Primero con un remate de Orosco desde afuera del área que se fue desviado. Luego, con un cabezazo de Orosco que Hoyos sacó al córner casi de casualidad. Y luego, otro remate de Marinelli también desviado.
A esa altura, en Montevideo, Nacional ya ganaba 1-0. El equipo de Julio Vaccari necesitaba hacer algo diferente. Intentaba Orellano por derecha pero cuando pisaba el área no podía resolver. Entonces, apareció una de las joyas del club, el héroe de Montevideo, Máximo Perrone, quien con un pase tres dedos dejó cara a cara a Janson, que le ganó la espalda a Beltrán, ante Pourtau y definió con un toque justo. Ese primer desahogo le dio un poco de tranquilidad a Vélez, que buscaba algunos espacios cuando Estudiantes se adelantaba unos metros. Creció Orellano por derecha, lo tuvo a maltraer a Valdez y cada aceleración entusiasmaba.
Faltaba el gol de la tranquilidad, porque el Bolso ya ganaba 2-0 (terminó 3-0). Y llegó de una manera inesperada. Vélez perdió la pelota en ataque y tuvo que volver a empezar. Hoyos sacó largo desde el fondo, Kociubinski intentó pasarle la pelota de cabeza a su arquero, pifió, y por detrás apareció Janson, iluminado, para marcar el segundo y acariciar la clasificación.
El segundo tiempo Vélez se amigó con la pelota, jugó con solvencia, aumentó con un golazo de Pratto y otro de contra de Osorio, y la fiesta siguió en todo el estadio. ■