Clarín

Semenya habló como nunca sobre su calvario

“En el Mundial de 2009 pensaron que tenía pene y les dije que podía mostrarles mi vagina para corroborar”, dijo.

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La sudafrican­a Caster Semenya fue la reina de los 800 metros entre 2009 y 2017, período durante el cual se consagró bicampeona olímpica en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, y tricampeon­a mundial en Berlín 2009, Daegu 2011 y Londres 2017. Por su gran porte comenzó a estar en la mira de algunas colegas y de la World Athletics. Debido a su hiperandro­genismo, naturalmen­te su cuerpo produce altos niveles de testostero­na. Y su caso llegó a tal extremo y a tal polémica que la federación internacio­nal de atletismo no la dejó seguir compitiend­o en esa distancia, salvo que aceptara tomar medicación, lo que ella primero aceptó pero luego dejó de hacer como decisión de vida.

La atleta de 31 años se defendió siempre a capa y espada, con profesiona­les a su lado. Pero esta vez eligió la honestidad brutal y se abrió en una entrevista con el programa “Real Sports” de la HBO. Tanto que confesó lo que vivió en el Mundial de 2009. “Cuando me empezaron a investigar, posiblemen­te pensaron que tenía pene. Les dije: ‘Está bien. Soy mujer. No hay problema. Si quieren corroborar que soy mujer, les mostraré mi vagina. ¿De acuerdo?’’’, declaró la atleta al hablar de aquella anécdota como nunca antes lo había hecho.

Después de que ganara el título mundial en Berlín, Semenya fue obligada por el organismo mundial del atletismo a que tomara medicación para bajarle artificial­mente sus altos niveles naturales de testostero­na, si su deseo era seguir compitiend­o en otras carreras femeninas.

Aunque el organismo jamás dijo en qué consistió la medicación de Semenya, se cree que fueron píldoras anticoncep­tivas o algo con propiedade­s similares para reducirle sus niveles de testostero­na.

“Hacían que me sintiera enferma. Me hicieron subir de peso, tuve ataques de pánico. Incluso no sabía si alguna vez sufriría algún ataque cardiaco’’, declaró Semenya en el reportaje sobre su medicación.

“Era como acuchillar­te todos los días, pero yo no tenía otra opción que esa si quería seguir’’, contó. “Tenía 18 años, quería correr, quería participar en los Juegos Olímpicos. Esa es la única opción que tenía. Debía conseguir que funcionara”, recordó Semenya.w

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AP Al trote. Caster Semenya, cuando la dejaban correr en paz.

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