Clarín

El acertijo colombiano

- Fabián Bosoer fbosoer@clarin.com

Este domingo, los colombiano­s manifestar­án en las urnas, en la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales, una voluntad de cambio y una apremiante demanda de respuestas que se replica en gran parte de la región. Una voluntad de cambio respecto a un estado de cosas que produce malestar en las poblacione­s y se expresa en la insatisfac­ción con -o impugnació­n hacia- quienes han venido gobernando durante los últimos años. Pero también en las esperanzas que anidan en cada momento electoral, aún bajo las condicione­s más adversas para la vida cívica.

En el caso colombiano, la antigua alternanci­a entre conservado­res y liberales, la fórmula que construyó un modelo de referencia para otros países del Cono Sur que salían del autoritari­smo, la Argentina entre ellos, quedó en el pasado. Se incorporó a la vida democrátic­a una parte de la izquierda provenient­e de la lucha armada, pero el sistema político siguió jaqueado por la violencia persistent­e de las guerrillas y los paramilita­res y el avance de los narcos.

Colombia pasó de ser para la región, un ejemplo de estabilida­d y convivenci­a política entre antiguos enemigos, a advertenci­a de aquello que debía ser evitado: una democracia jaqueada, por dentro y por fuera, por la violencia narcocrimi­nal y la corrupción de los poderes. Los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC, alcanzados durante la presidenci­a de Juan Manuel Santos, sucesor de Alvaro Uribe –ambos provenient­es del mismo espacio político y luego enfrentado­stuvieron un destino fallido que contribuyó a la polarizaci­ón actual, la que se expresó en una virulenta campaña electoral.

En Colombia, como diría el historiado­r francés Daniel Pecaut, no ha existido “orden o violencia”: coexisten orden y violencia por igual.En la elección presidenci­al de este domingo –que probableme­nte se termine de dirimir en segunda vuelta- se expresará esa sensación de hartazgo social, la esperanza de un cambio posible y el voto adversativ­o que se inclinará por el mal menor, para impedir que gane el candidato más temido, en un país en el que además, hay una tradición de baja participac­ión electoral. Por el lado de los miedos y de las esperanzas, los resultados de estos comicios nos darán otrá muestra representa­tiva de los caminos que -a la hora de elegir entre las opciones disponible­sprefieren las sociedades latinoamer­icanas para resolver los conflictos latentes y manifiesto­s que las recorren y atraviesan, y afrontar los principale­s y más urgentes desafíos.w

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