El acertijo colombiano
Este domingo, los colombianos manifestarán en las urnas, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, una voluntad de cambio y una apremiante demanda de respuestas que se replica en gran parte de la región. Una voluntad de cambio respecto a un estado de cosas que produce malestar en las poblaciones y se expresa en la insatisfacción con -o impugnación hacia- quienes han venido gobernando durante los últimos años. Pero también en las esperanzas que anidan en cada momento electoral, aún bajo las condiciones más adversas para la vida cívica.
En el caso colombiano, la antigua alternancia entre conservadores y liberales, la fórmula que construyó un modelo de referencia para otros países del Cono Sur que salían del autoritarismo, la Argentina entre ellos, quedó en el pasado. Se incorporó a la vida democrática una parte de la izquierda proveniente de la lucha armada, pero el sistema político siguió jaqueado por la violencia persistente de las guerrillas y los paramilitares y el avance de los narcos.
Colombia pasó de ser para la región, un ejemplo de estabilidad y convivencia política entre antiguos enemigos, a advertencia de aquello que debía ser evitado: una democracia jaqueada, por dentro y por fuera, por la violencia narcocriminal y la corrupción de los poderes. Los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC, alcanzados durante la presidencia de Juan Manuel Santos, sucesor de Alvaro Uribe –ambos provenientes del mismo espacio político y luego enfrentadostuvieron un destino fallido que contribuyó a la polarización actual, la que se expresó en una virulenta campaña electoral.
En Colombia, como diría el historiador francés Daniel Pecaut, no ha existido “orden o violencia”: coexisten orden y violencia por igual.En la elección presidencial de este domingo –que probablemente se termine de dirimir en segunda vuelta- se expresará esa sensación de hartazgo social, la esperanza de un cambio posible y el voto adversativo que se inclinará por el mal menor, para impedir que gane el candidato más temido, en un país en el que además, hay una tradición de baja participación electoral. Por el lado de los miedos y de las esperanzas, los resultados de estos comicios nos darán otrá muestra representativa de los caminos que -a la hora de elegir entre las opciones disponiblesprefieren las sociedades latinoamericanas para resolver los conflictos latentes y manifiestos que las recorren y atraviesan, y afrontar los principales y más urgentes desafíos.w