Clarín

Se estrena “Nabucco” Lo que la pandemia postergó

Sube a escena el primer gran éxito en la carrera de Verdi. El regisseur Stefano Poda y el director musical Carlos Vieu hablan de la puesta que se puede ver desde hoy.

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Nabucco iba a inaugurar la temporada lírica del Teatro Colón en marzo 2020, pero la pandemia dejó en un compás de espera la puesta de Stefano Poda, hasta ahora. Sin posibilida­des de regresar a Italia, el regisseur quedó varado en Buenos Aires cuatro meses. “El director de orquesta, y otros, con más objetivida­d, se volvieron. Hablaba a mi casa todos los días y la situación en Bérgamo era gravísima. Pero acá era verano y yo decía, sin objetivida­d ninguna, vamos a hacer Nabucco.

Como antes de un parto, me obsesioné y pensaba que en una o dos semanas se iba a resolver”, dice el director de escena, escenógraf­o, coreógrafo, vestuarist­a e iluminador Stefano Poda, en un perfecto castellano rioplatens­e que aprendió en sus largas estadías en Sudamérica.

¿Qué recuerda de esa estadía forzada en Buenos Aires?

-No lo recuerdo, lo vivo. Pero, ¿qué puedo decir de nuevo? Fue muy intenso todo. Hubo un sentido de fraternida­d con los técnicos, con todos los que se habían esmerado tanto en una producción muy compleja. Abríamos la temporada, la gente vuelve de las vacaciones y había que reacomodar­se, los tiempos eran ajustados, teníamos cosas detenidas en la aduana. Cuando todo estuvo resuelto al fin, se suspendió la función. Dramatúrgi­camente sentía que ya no había ni buenos ni malos, que no había hebreos ni judíos, que todos éramos lo mismo. Como en la pandemia, que todos pensamos que íbamos a salir más buenos y salimos peor.

-Empezó trabajando con otro director musical, Renato Palumbo. ¿Fue difícil el cambio?

-Para mí la vinculació­n con el director musical es fundamenta­l. Renato Palumbo me acompañó en mi primera ópera. Después hicimos varias cosas y nos reencontra­mos acá, pero ahora no coincidían las agendas. A Carlos Vieu lo estoy conociendo y me encanta. Me está apoyando mucho.

-Sostiene que no cree en la ópera como género. ¿Qué quiere decir?

-El arte siempre tiene que tener una percepción más aguda. Desde niño concebí que había que derrumbare los muros que separan las disciplina­s dentro de la ópera. El punto es alcanzar los hilos secretos que reúnen las disciplina­s. Sí estudiarla­s separadame­nte, pero vamos hacia una dimensión de especializ­ación que, desde mi punto de vista, no es saludable para el hombre. Añoro la dimensión humanístic­a.

Entre el primer Nabucco que hizo y el que va a presentar, hubo un giro conceptual radical. ¿Qué pasó?

-El primer Nabucco fue mi primera ópera, abrió la temporada en 1995 en Lisboa, era una época en la que estaba de moda contratar a un director joven. Abusé de la facilidad que tenía con lo decorativo. Era moderno pero en apariencia. Después entendí que me quedaba en la superficie y luego hice un Nabucco totalmente distinto, conceptual, sin ninguna contemplac­ión estética.

-¿Y cómo será el Nabucco que va a presentar acá?

-Este Nabucco fue un paso que dejé suspendido. Después del 2020 hice otro que inauguro el Teatro Nacional de Seúl, en Korea, y fue un paso más.

-Para los cantantes debe ser un desafío enorme enfrentars­e con sus propuestas.

-Desesperan­te. Porque tuve que enseñe a desaprende­r, con los tiempos acotados del teatro, con una logística que no es cine independie­nte. Todos me decían que sí, pero cerca del estreno se piantan. Lo tengo previsto, no es algo que me sorprenda. Pero tengo que resistir hasta que ellos penetren. Creo en la mística, solo le podes decir verdades al público si realmente lo sentís en el escenario.

-¿Cómo se definiría a sí mismo?

-Siempre digo que soy como un film fuera de concurso. No sé si está bien, pero es mi forma de ser y es un tipo de trabajo independie­nte. Sí, trabajo en un teatro institucio­nal porque no tengo otra. Me adapto, y con mucho gusto, a las situacione­s institucio­nales siempre y cuando pueda tener la posibilida­d de seguir mi camino. -Según mencionó en una oportunida­d, haciendo “Orfeo” en Mendoza tuvo una suerte de epifanía y encontró lo que quería ser como artista.

¿Qué sucedió?

-Yo le debo mucho a Argentina. Llego acá y me siento bien. Siento el castellano como un segundo idioma, a pesar de que el alemán sea realmente el segundo. Empecé temprano y tuve éxito temprano. Es malo para un artista porque te detiene. Me había acomodado en un lugar de confort.

Y un día, en 1999, me llamaron para ir a Mendoza -no sabía ni dónde quedaba-, para llevar La Flauta Mágica, pero me encontré que no tenían recursos. Entonces hice un Orfeo para tres cantantes locales y un contrateno­r de afuera. Me encontré sin nada y fue como un cuento surrealist­a, donde conocés un universo paralelo, más verdadero.

Capaz viví algo de la Europa que no llegué a conocer: gente preparada, con una formación, con ética, pero con una fuerza que afuera se había perdido. Y la necesidad de hacer. Fue un momento mágico. Entendí que tenía que empezar todo de cero, trabajar con poco, sacar todo lo mejor con los recursos que tengo a disposició­n. Y me sentí libre. Eso se lo debo a Mendoza.

Carlos Vieu, una puesta desafiante

"En condicione­s normales, luchar contra una orquesta verdiana, por más cuidados que ejerza el director de la orquesta, es un gran desafío. Pero más en este Verdi de la primera época: es casi una banda con cuerdas, reforzada con bandas internas que están detrás del escenario...Por lo cuál, insisto, es un desafío con un escenario muy abierto. Pero tenemos dos elencos extraordin­arios y el coro estable que es un lujo. Un coro hecho de grandes solistas, único en el mundo”, explicó el director Carlos Vieu, que este año celebra sus treinta años en la profesión y dirigiendo Verdi, el primer compositor con el que hizo su debut en el podio y se volvió su especialid­ad.

-¿Por dónde pasa el desafío de dirigir Verdi?

-Por cómo refrenar la fiera cuando sé que tengo que estar conteniend­o por las particular­es acústicas que se generan. Puede salir una sonoridad feroz, que es la esperable. Una de las innovacion­es que hizo Verdi es duplicar con la banda interna lo que hace la orquesta afuera en varios números del conjunto.

¿Tuvieron que negociar algunos puntos con Stefano Poda?

-No me gusta la palabra negociar. Pero, sí, hubo que acordar una serie de cosas, como acordar posiciones o reposicion­ar de la gente en el escenario. La puesta está planteada de una forma muy sólida y concreta.w

Funciones

Hoy a las 20:00; miércoles 1, jueves 2, sábado 4, martes 7, miércoles 8, jueves 9 y sábado 11 de junio a las 20:00; y domingos 5 y 12 de junio a las 17:00, en el Teatro Colón.

“Siempre digo que soy como un film fuera de concurso. Mi trabajo es independie­nte” (Poda).

“No me gusta la palabra ‘negociar’, pero sí hubo que acordar cosas con Poda” (Carlos Vieu).

 ?? ?? Imágenes del ensayo. Prevista para marzo de 2022, sufrió los vaivenes del Covid. Y Poda estuvo cuatro meses varado en Buenos Aires.
Imágenes del ensayo. Prevista para marzo de 2022, sufrió los vaivenes del Covid. Y Poda estuvo cuatro meses varado en Buenos Aires.

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