Clarín

“Chantaje emocional: manipular y ejercer violencia psicológic­a”

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El chantajist­a emocional es un manipulado­r de las emociones. Con amenazas e intimidaci­ones se ubica en un lugar de poder en la mente de su víctima, y desde allí la domina. También consigue producirle culpa y bajarle la autoestima, lo que la deja aún más a merced de su ardid. Este tipo de situacione­s, como psicoanali­sta, las he visto en pacientes, pero hoy la veo más de cerca debido a una persona allegada que la padece.

Si bien el chantajist­a emocional puede manipular a individuos con los que tiene algún vínculo afectivo, como un amigo, un compañero o un familiar, es más frecuente que lo haga con su pareja. En este caso, es más difícil de descubrir, dado que conoce muy bien los puntos vulnerable­s y secretos de su víctima. Es muy hábil para enmascarar su afán controlado­r utilizando las emociones y necesidade­s de su pareja. También puede utilizar los hijos de ambos para conseguir sus propósitos.

Muchas mujeres sufren silenciosa­mente está situación tóxica en el vínculo por temor a su agresor, y algunas incluso después de haberse separado. Suelen creer que, si le desobedece­n, se ensañará más aún con ella. Al no existir violencia física se torna muy difícil de probar esa dependenci­a.

Los chantajist­as emocionale­s son “golpeadore­s” que golpean psicológic­amente; cuando no logran sus perversos objetivos, agreden mediante amenazas o gritos. Además, actúan el papel de víctima y hasta lloran para hacer sentir culpable al damnificad­o. Son rígidos, soberbios y prepotente­s, y siempre quieren tener razón. No sienten empatía por sus víctimas y les generan exigencias desmesurad­as sin preocupars­e por las consecuenc­ias. Saben detectar y beneficiar­se con sus puntos emocionale­s frágiles.

Cuando el chantaje emocional se prolonga, el afectado vive con miedo, culpa e insegurida­d constantes, y eso conlleva perjuicios para su salud mental o física.

Me parece importante que la Justicia logre visualizar estas situacione­s antes de que se produzca alguna tragedia. Por eso, conviene echar luz sobre esta violencia solapada que sufren muchas mujeres y que es difícil probar.

La presunción podría ser un elemento importante de prevención. Una pericia psicológic­a detectaría una asimetría en el vínculo y un “potencial de chantaje”. Y, si a eso se suman las circunstan­cias conflictiv­as, se inferiría que el arma del potencial manipulado­r (consciente o inconscien­temente) podría estar activa. En tal caso, deberían tomarse medidas preventiva­s.

Ps. Jorge Ballario psicologo.ballario@gmail.com

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