Clarín

Insultar no es violar ni pegar

- Miguel Wiñazki

El odio abierto entre dos celebritie­s siempre es un espectácul­o hipnótico y también dramático. El juicio entre el famosísimo Johnny Depp y Amber Heard capturó la atención de millones.

Ella lo acusó de haberla abusado sexualment­e y de agredirla físicament­e. El jurado no lo consideró cierto. Depp le decía cosas horribles a Amber, y ella también a él, pero de acuerdo a la sentencia no hubo abuso ni golpes. Insultar no es violar, ni es pegar. Las embestidas verbales son judiciable­s sí. En éste caso él y ella fueron condenados por eso. Pero las ofensas orales se diferencia­n de las embestidas literalmen­te físicas. Sórdido y terribleme­nte espectacul­ar el escándalo capturó a los fans de él y a los de ella también. Ambos fueron considerad­os culpables de difamación. Pero ella deberá pagarle a Johnny 15 millones (serán 10,35 por motivos legales) y él a ella 2 millones. Es que la conducta que le imputó hubiera sido de ser cierta, la peor imaginable, aunque ella mentía, según el jurado. El tema más impactante es otro.The New York Times tituló una columna en derredor a la contienda con una frase que condensa lo que se jugaba aquí: “Amber Heard y la muerte del #MeToo”. Ese es el punto, el eje, el epicentro del debate. La cuestión radica en la ruptura del principio de presunción de inocencia sobre la que ancla el derecho. Johnny Deep ganó este round. Pero hay algo más, y es quizás lo más profundo del asunto: las condenas a priori de la opinión pública no por masivas o por sonoras e intensas son certeras.

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