Clarín

Con la reina ausente, la familia real unida en la Catedral de St. Paul

Isabel II, de 86 años, sufrió una indisposic­ión y prefirió no participar de la ceremonia.

- María Laura Avignolo

La barroca catedral anglicana de St Paul reunió a toda la Familia Real y más de 400 invitados en un servicio religioso de acción de gracias para Isabel II. Pero la soberana estuvo ausente, con aviso en el segundo día de festejos por su Jubileo de Platino.

En su primer día de celebracio­nes sintió “molestias” que la forzaron a elegir descansar. Un escozor y una preocupaci­ón para sus súbditos. Una reina feliz pero fatigada a sus 96 años, que hace todos los esfuerzos para preservar la monarquía del futuro.

En el programa de celebracio­nes de 4 días, esta ceremonia religiosa es una de más apreciadas por la jefa de la iglesia anglicana y la vio desde el palacio de Windsor. “La Reina no asistirá al servicio de acción de gracias de mañana en la Catedral de San Pablo”, había anunciado el Palacio de Buckingham, en un comunicado. “Teniendo en cuenta el viaje y la actividad requerida para participar en el Servicio Nacional de Acción de Gracias de mañana en la Catedral de San Pablo, Su Majestad, con gran desganó, ha llegado a la conclusión de que no asistirá”.

La enfermedad de la reina sigue siendo un secreto de Estado. Tiene un obvio problema de movilidad episódico, cuyo origen se desconoce, y usa ahora un bastón para apoyarse. Las “molestias” son una elipsis para evitar admitir que el sentido del deber tiene sus limites con 96 años y 70 en el trono.

Los millones de personas que salieron a las calles de Londres a homenajear­la sintieron que estaban frente a una ocasión histórica y, probableme­nte, la última gran ceremonia con Isabel II en el balcón del palacio.

En la catedral la representó el príncipe Carlos, el próximo rey, que no podrá haber evitado recordar su casamiento con Diana, la princesa de Gales, en la imponente St Paul, cuya construcci­ón original se remonta al siglo XVII. Lo acompañaba Camilla, duquesa de Cornwall. Pero toda la Familia Real llegó para este homenaje.

Las campanas recién reparadas comenzaron a escucharse. Y la Familia real apareció con su orden jerárquico. Un ómnibus negro fue la mejor manera de concentrar una congregaci­ón real tan enorme. Allí llegaron los jóvenes de la familia. Pero no los más chicos. Nadie vio a Lilibet y Archie Mountbatte­n-Windsor Windsor, los hijos de Harry y Meghan.

“Solo existe la reina”, fue el mencio. saje de los cortesanos en una familia real disfuncion­al, en medio de una crisis interna grave, con acusacione­s, rencores, celos y donde la soberana es la más popular frente a sus súbditos.

La llegada de Meghan y Harry, los duques de Sussex fue la indicación de que la reconcilia­ción ha comenzado entre ellos, los duques de Cambridge y su padre, Carlos, tras la partida a su exilio california­no. Pero cada gesto fue estudiado durante el serviEra la primera vez que todos se encontraba­n tras el Megxit.

El príncipe Andrew tiene Covid. El palacio de Buckingham informó sorpresiva­mente el diagnóstic­o y reconoció que no estaría presente en la ceremonia. A pesar del pedido del arzobispo de Canterbury “de perdonar” a Andrés, su invitación en la catedral segurament­e iba a distraer la atención de la celebració­n por ser el prohibido de la Familia Real, tras el caso Epstein. Pero sus hijas, la princesa Eugenie y Beatrice y sus maridos estaban allí.

Los cortesanos ya sentían temor frente a la llegada de Meghan y Harry a la catedral, en su primera actividad junto a la Familia Real tras su partida y su primer encuentro con los Royals, a quienes acusaron de racismo.

Lo considerab­an una peligrosa distracció­n a su espectácul­o, aunque los Sussex han mantenido un completo bajo perfil. Y llegaron. Harry, con jacquet y sus reales condecorac­iones militares de veterano de guerra. Meghan estaba vestida con un tapado beige y un sombrero blanco. Los vivaron, pero fue Harry quien saludó a la gente con un breve saludo cuando subía las escaleras, tras saludar al alcalde de la City británica. Nadie los podrá acusar de robar el show. Sus hijos no estaban.

Tras los Sussex, apareciero­n los duques de Cambridge, herederos al trono británico. Ellos fueron los más aplaudidos. Kate eligió el amarillo, su clásico sombrero con flores de Philip Treacy y un vestido de Emilia Wickstead.

Era la primera vez que los hermanos se reunían en público, con sus esposas.w

 ?? AP ?? Ceremonia. El príncipe William y su esposa Catherine, junto a Carlos, y su esposa Camilla, el hijo de la reina y futuro monarca durante el oficio religioso en la catedral de St. Paul.
AP Ceremonia. El príncipe William y su esposa Catherine, junto a Carlos, y su esposa Camilla, el hijo de la reina y futuro monarca durante el oficio religioso en la catedral de St. Paul.
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AFP Miradas. El príncipe Harry y su espopsa Meghan, en la ceremonia.

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