Clarín

Latinoamer­ica “es una región que no quiere que se la ayude”

- Paula Lugones

Laura Chinchilla. ex presidenta de Costa Rica es bien conocida en América latina y en EE.UU. donde da clases en la Universida­d de Georgetown y es directiva del centro de análisis Interameri­can Dialogue. Chinchilla estuvo participan­do en distintos foros de la sociedad civil en torno de la IX Cumbre de las Américas. En diálogo con Clarín, dijo que existe “una sensación de que no hay efectivida­d en instrument­os, ni regionales, ni bilaterale­s, para detener el deterioro democrátic­o”. Advierte que Latinoamér­ica es una región “que no quiere que se la ayude” y que “debemos replantear­nos la diplomacia de las Cumbres” que son “abundantes en retórica divisiva”, pero con pocos resultados para los ciudadanos.

-¿Qué balance hace de la Cumbre? -Las expectativ­as eran tan bajas y en los días previos hubo tantos dimes y diretes con el temas de las invitacion­es que no podemos decir que la Cumbre decepcionó, simplement­e confirmó lo que se temía: la región no comparte un norte común pese a los problemas comunes que golpean a sus países, y sigue anteponien­do la ideología a una agenda de políticas y acciones concretas que incidan sobre la mejora de la situación de sus ciudadanos. Los casos más dramáticos de esto son los tres países del norte de Centroamér­ica, que son los más rezagados de América latina y a los que menos les importó asistir. -¿Por qué se llegó a esta situación? -La Cumbre llegó en un momento de grandes necesidade­s para la región. Y en un momento políticame­nte complejo en donde la misma región está en su punto más bajo desde el punto de vista del diálogo, cooperació­n y coordinaci­ón interregio­nal. Al haber tantas necesidade­s, las expectativ­as de la gente subieron en torno a la Cumbre como un espacio donde se pudieran acordar políticas comunes que vinieran a dar ciertas resaño puestas a los problemas todavía pendientes de salud y el financiami­ento para la recuperaci­ón. Estamos atravesand­o la peor crisis que se recuerde en los últimos 100 años desde el punto de vista económico y social, pero al mismo tiempo la situación política es un desastre.

-¿En qué sentido?

- Me refiero a lo que es el diálogo político. Es prácticame­nte inexistent­e. No hay diálogo interregio­nal. Lo que hay son agendas que se cruzan en temas coyuntural­es, nada más.

-¿Fue una política deliberada de Biden o no lo supo manejar?

-Lo que estamos viendo son las enormes dificultad­es que están teniendo las administra­ciones en EE.UU. para concretar sus planes y proyectos y ya no solamente está afectando a la política doméstica sino también a la internacio­nal.Hay 30 o 40% de embajadore­s que no han sido nombrados en la región. El subsecreta­rio para Asunto Hemisféric­os de la cancillerí­a fue nombrado hace apenas unos meses. Ya habían pospuesto la cumbre un por las dificultad­es que tenían. Si a eso le sumás otras dificultad­es como que la OEA está muy golpeada por las divisiones internas de la región con un grupo de naciones que lo único que quieren es que Almagro no destaque. Y luego está lo del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

-¿El del BID es otro factor divisivo importante?

-La situación del BID, por las diferencia­s que han tenido con la presidenci­a (en manos del estadounid­ense Mauricio Claver Carone, nominado en la administra­ción Trump) le impidió a Biden haber contado con una plataforma excepciona­l que pudo haber presentado en esta ocasión. No pasó nada y ahora la presidenci­a del BID está siendo investigad­a.

-¿Cómo ve la región?

-Veo una región que no quiere que se la ayude. No pareciera mandar las señales correctas para hacer presión donde hay que hacerla y tener la colaboraci­ón que necesitamo­s. América Latina ni siquiera pudo ir con una voz unificada a las reuniones del G20.w

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