Latinoamerica “es una región que no quiere que se la ayude”
Laura Chinchilla. ex presidenta de Costa Rica es bien conocida en América latina y en EE.UU. donde da clases en la Universidad de Georgetown y es directiva del centro de análisis Interamerican Dialogue. Chinchilla estuvo participando en distintos foros de la sociedad civil en torno de la IX Cumbre de las Américas. En diálogo con Clarín, dijo que existe “una sensación de que no hay efectividad en instrumentos, ni regionales, ni bilaterales, para detener el deterioro democrático”. Advierte que Latinoamérica es una región “que no quiere que se la ayude” y que “debemos replantearnos la diplomacia de las Cumbres” que son “abundantes en retórica divisiva”, pero con pocos resultados para los ciudadanos.
-¿Qué balance hace de la Cumbre? -Las expectativas eran tan bajas y en los días previos hubo tantos dimes y diretes con el temas de las invitaciones que no podemos decir que la Cumbre decepcionó, simplemente confirmó lo que se temía: la región no comparte un norte común pese a los problemas comunes que golpean a sus países, y sigue anteponiendo la ideología a una agenda de políticas y acciones concretas que incidan sobre la mejora de la situación de sus ciudadanos. Los casos más dramáticos de esto son los tres países del norte de Centroamérica, que son los más rezagados de América latina y a los que menos les importó asistir. -¿Por qué se llegó a esta situación? -La Cumbre llegó en un momento de grandes necesidades para la región. Y en un momento políticamente complejo en donde la misma región está en su punto más bajo desde el punto de vista del diálogo, cooperación y coordinación interregional. Al haber tantas necesidades, las expectativas de la gente subieron en torno a la Cumbre como un espacio donde se pudieran acordar políticas comunes que vinieran a dar ciertas resaño puestas a los problemas todavía pendientes de salud y el financiamiento para la recuperación. Estamos atravesando la peor crisis que se recuerde en los últimos 100 años desde el punto de vista económico y social, pero al mismo tiempo la situación política es un desastre.
-¿En qué sentido?
- Me refiero a lo que es el diálogo político. Es prácticamente inexistente. No hay diálogo interregional. Lo que hay son agendas que se cruzan en temas coyunturales, nada más.
-¿Fue una política deliberada de Biden o no lo supo manejar?
-Lo que estamos viendo son las enormes dificultades que están teniendo las administraciones en EE.UU. para concretar sus planes y proyectos y ya no solamente está afectando a la política doméstica sino también a la internacional.Hay 30 o 40% de embajadores que no han sido nombrados en la región. El subsecretario para Asunto Hemisféricos de la cancillería fue nombrado hace apenas unos meses. Ya habían pospuesto la cumbre un por las dificultades que tenían. Si a eso le sumás otras dificultades como que la OEA está muy golpeada por las divisiones internas de la región con un grupo de naciones que lo único que quieren es que Almagro no destaque. Y luego está lo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
-¿El del BID es otro factor divisivo importante?
-La situación del BID, por las diferencias que han tenido con la presidencia (en manos del estadounidense Mauricio Claver Carone, nominado en la administración Trump) le impidió a Biden haber contado con una plataforma excepcional que pudo haber presentado en esta ocasión. No pasó nada y ahora la presidencia del BID está siendo investigada.
-¿Cómo ve la región?
-Veo una región que no quiere que se la ayude. No pareciera mandar las señales correctas para hacer presión donde hay que hacerla y tener la colaboración que necesitamos. América Latina ni siquiera pudo ir con una voz unificada a las reuniones del G20.w