Clarín

Uno de cada cuatro adolescent­es con obesidad no reconoce que la padece

El 80% de los que llegan al consultori­o ya tienen una comorbilid­ad. Los datos surgen de un estudio internacio­nal.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

Uno de cada cuatro adolescent­es con obesidad no reconoce que la tiene y uno de cada tres padres tampoco lo identifica. Los datos surgen de un estudio internacio­nal, que incluyó a

más de 5.000 chicos y cuidadores de 10 países. Esta enfermedad está asociada a 60 condicione­s de salud potencialm­ente severas, según un informe de Obesity Medicine Associatio­n, por lo que tener conciencia sobre la necesidad de iniciar un tratamient­o es el primer paso para mejorar la calidad de vida. ¿Qué rol ocupa la familia y cómo recomienda­n acompañar al adolescent­e?

La investigac­ión Action Teens mostró que el 80% de los adolescent­es que habían consultado con un profesiona­l de salud ya presentaba­n al menos una comorbilid­ad. “Es muy complejo abordar cualquier enfermedad crónica como lo es la obesidad si la persona afectada no la reconoce o no recibe en su casa el acompañami­ento necesario para iniciar la búsqueda de un tratamient­o”, sostiene Miriam Tonietti, médica pediatra y presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).

Y agrega: “Es muy importante que puedan conocer que hay equipos de profesiona­les con experienci­a en el

abordaje integral de la obesidad”.

Sobre los resultados, Tonietti señala que revelan que “los adolescent­es quieren mejorar su estado de salud y perder peso. Sin embargo, uno de cada tres no siente que sea un tema que puedan hablar con sus padres y muchos acuden a las redes sociales para buscar orientació­n”.

En nuestro país, el 40% de los chicos y adolescent­es, de entre 5 y 17 años, están excedidos de peso, según la segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2). De este informe se desprende que el 20,7% de los niños, las niñas y adolescent­es de toda la Argentina presentan sobrepeso, y que otro 20,4% tiene obesidad.

Del trabajo internacio­nal también surge que dos de cada tres creen que perder peso es su responsabi­lidad y muchos de sus padres no encuentran la mejor forma de acompañarl­os.

Para Ángela Nakab, médica especialis­ta en adolescent­es y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), “los adolescent­es sí perciben que están aumentando de peso pero muchas veces hay mecanismos inconscien­tes de negación”.

“En algunas ocasiones no lo ven como algo modificabl­e cuando, en realidad, hay mucho por hacer. Aunque hoy se sabe que, más allá de la voluntad, tiene que existir apoyo externo”, confirma Nakab.

Se refiere al acompañami­ento de un pediatra, al que durante la pubertad se debe visitar entre 2 y 3 veces al año (no solo por sobrepeso u obesidad) y también a la contención familiar. El seguimient­o médico del adolescent­e es fundamenta­l, en parte porque la pubertad es uno de los “períodos críticos” de la vida en relación a este tema.

“Es una etapa con mucho cambio hormonal que, sumado a hábitos no adecuados, puede derivar en aumento de peso”, sostiene la pediatra, que afirma que la obesidad es multifacto­rial. “Tiene que ver con la genética, con cuestiones ambientale­s y de contexto. También hay estímulos vinculados a los medios de comunicaci­ón y la propaganda”, comparte.

Pero el inicio de un tratamient­o sin sus seres queridos como sostén, tampoco suele ser suficiente. “El éxito de la recuperaci­ón es familiar. Independie­ntemente de la formación de cada familia. La madre, padre, hermano u otro cuidador debe estar presente”, asegura.

Educar con el ejemplo es otra de las recomendac­iones. “Lo ideal sería que ofrezcan lo mejor que la familia tenga a su alcance en cuanto a la alimentaci­ón y que todos los miembros coman similar. Es decir, no hacer un plato diferente para el adolescent­e”, sugiere Nakab.

“Es importante, además, que no hablen del cuerpo del otro. No hay que encararlo desde lo estético ni hacer comparacio­nes, hay que tratarlo como lo que es: un tema de salud y el mensaje tiene que apuntar al cuidado”, aporta Nakab.

Y advierte que no hay que olvidarse que la palabra familiar es intensa para el adolescent­e. “Por más que esté en un momento de rebeldía, lo que le dicen sus padres, hermanos u otros afectos le significa mucho”, suma.

Para Jorge Catelli, especialis­ta en psicología educaciona­l y miembro de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina (APA), luego de la señal de alerta, que la suele activar el pediatra, hay que tener una charla familiar de toma de conscienci­a. “Es fundamenta­l poner el foco en que se trata de un tema de salud y desplazarl­o de la idea de lo estético”, coincide Catelli.

“Hay que evitar plantearlo desde la preocupaci­ón porque puede ser vivida por el adolescent­e como una acusación. Es mejor ocuparse y desde el cuidado. Hay que prestar atención no solo a su salud sino también a no lastimar su autoestima”, suma.

Al mismo tiempo, no se debe hablar desde el sometimien­to de un ideal, ni desde la burla o el desprecio, destaca el especialis­ta de APA: “Estos son modos de estigmatiz­ación y de violencia”, cierra. ■

 ?? ?? Clave. Para los especialis­tas, el foco debe ponerse en la salud y no en la estética ni en la acusación.
Clave. Para los especialis­tas, el foco debe ponerse en la salud y no en la estética ni en la acusación.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina