Clarín

El padrastro de Ángeles Rawson hoy: una duda y un amor incondicio­nal

Sergio Opatowski fue señalado tras el femicidio y también sufrió la muerte de su mamá. Cómo se reinventó con Jimena Aduriz y su familia.

- Esteban Mikkelsen Jensen emikkelsen@clarin.com

“Para mí fue el padrastro. Tiene cara de sospechoso”. “Qué raro cómo habló la mamá ¿viste que no lloraba?”. Habían pasado pocas horas de la peor noticia para la familia de Ángeles Rawson y los comentario­s apuntaban hacia ellos. No solo en la calle. También en la Justicia, que, a esa altura, ponía -apenas por indicios, sin una mínima prueba- a Sergio Opatowski como el principal sospechoso del crimen de la adolescent­e de 16 años, hija de Jimena Aduriz con su anterior pareja, Franklin Rawson. También en los medios de prensa.

Hasta que apareció el portero Jorge Mangeri a declarar en la Fiscalía de Paula Asaro e, insólitame­nte, acusó a la Policía de haberlo torturado.

Se levantó la remera y, sin que nadie se lo pidiera, mostró sus 34 lesiones. Más de veinte eran arañazos defensivos de la chica. Habían sido enmascarad­os con quemaduras, con la ayuda de su primo policía. “Soy el responsabl­e de lo de Ravignani 2360. Fui yo”, lanzó a las 5 de la madrugada del sábado 15 de junio de 2013, cinco días después del femicidio de Ángeles en el edificio de Palermo. Hoy cumple una pena de prisión perpetua.

Nueve años después, Sergio (63) y Jimena (57) viven un desarraigo, además del eterno dolor por no tener más a “Mumi” con ellos. La felicidad que tenían entonces estalló en pedazos. Dejaron para siempre el hogar de la calle Ravignani, hoy en alquiler.

“Él es como un ser humano superior al resto, porque pudo enfrentar todo eso. Y los medios, de alguna forma, fueron responsabl­es de la muerte de su mamá, porque murió de tristeza y era la única persona que le quedaba. Todo lo que era su vida se fue al demonio”, dice Aduriz a Clarín.

Jimena, que pelea por los derechos de otras familias atravesada­s por el dolor, asegura que la estigmatiz­ación sigue: “La gente no se olvidó. Todavía la gente me pregunta si Mangeri está preso, o si yo sigo con mi marido”.

La mujer, mamá de dos hijos más Jerónimo Arellano Villafañe (34), tesorero de un banco, y Juan Cruz Rawson (28), técnico en Informátic­a-, lamenta: “Nosotros teníamos una casa y tres hijos más, teníamos nuestra vida, nuestro trabajo. Todo eso desapareci­ó de un día para el otro”.

“Fue como un desarraigo, un exilio, sentir que la gente pensara que habíamos tenido que ver con la muerte de nuestra hija. Era terribleme­nte doloroso. Esa duda, no me importaba lo que la gente dijera porque yo sabía perfectame­nte, pero que la gente dudara que nosotros habíamos tenido que ver algo con la muerte. Nosotros amábamos a esa criatura, con lo que era para nosotros”, cuenta.

A nueve años del femicidio, la madre de Ángeles dio a conocer un video, en el que se observa a ella cantando My inmortal, de la banda estadounid­ense de rock Evanescenc­e. La grabó su hermano Juan Cruz, que por entonces estudiaba Cine.

A Opatowski le dicen “Pato”, como un recorte de su apellido, pero también porque en su época de estudiante era campeón de Natación en Sociedad Hebraica Argentina y estaba siempre en el agua. “A mi suegro le decían ‘¿dónde está el pato de tu hijo?’”, recuerda su mujer.

Sergio sigue con la pesca. Experto en la modalidad con mosca, es instructor. También es el papá de Axel (26), capaz de hacer lo que quiera con él. Todos se juntaron a cenar el viernes en el departamen­to donde viven Sergio y Jimena. Son una familia que, pese a la pérdida de Ángeles, conserva el humor como fórmula para salir adelante y reinventar­se cada día.

Jimena continúa con sus elogios a Sergio, que vive de su pensión por viudez y del alquiler de un par de propiedade­s heredadas: “Él es una persona que no solamente soportó eso sino que, además, es mi Peñón de Gibraltar, es mi piedra. Cuando estoy caída, estoy pinchada, tengo días de mierda, él está y me sostiene. Me conoce: dejo de comer y entonces sabe cómo tentarme con la comida para que no me caiga y por ahí me dice: ‘¿por qué no te acostás un ratito?’”.

“Es tan tierno conmigo, tan amoroso y jamás se subió a mi caballo, siempre dijo: ‘yo amaba a la Mumi, pero la Mumi salió de tu panza, lo que vos sentís yo no lo voy a poder sentir nunca’. Eso, para mí, habla de una grandeza que, por eso, lo amo como lo amo y me parece tan injusto que se haya pensado lo que se pensó, porque él siempre fue así. Ojalá algún día le devuelvan mínimament­e ese lugar que le sacaron, pobrecito, porque lo sufre”, señala Jimena.

Para ella, la gente y los medios se ensañaron con Sergio por la necesidad de encontrar un culpable. “Creo que la muerte de Mumi fue algo que le tocó a la sociedad. Fue un femicidio, la muerte de la hija de todos volviendo de la clase de Gimnasia, una nena de clase media. Había que encontrar un culpable. Hubo una presión muy importante y se ensañaron porque no dijimos lo que la gente esperaba escuchar, porque uno no está preparado para eso”, remarca Aduriz y afirma que incidieron “los errores judiciales, terribles en la etapa de la instrucció­n”, que hicieron que apuntaran contra el entorno.

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Unidos ante la adversidad. Sergio Opatowski y Jimena Aduriz, los padres de Ángeles Rawson.

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