Aquella “Selección fantasma” que hizo historia en La Paz
Miguel Ignomiriello también es sinónimo de la Selección fantasma, ese grupo de jugadores que estuvo casi un mes en La Quiaca y otras ciudades con altura olvidados por los dirigentes mientras la Selección, que dirigía Enrique Sívori, disputaba amistosos en Alemania. Después Argentina le ganó por 1-0 a Bolivia en La Paz en una victoria clave para la clasificación al Mundial de Alemania 1974. “Y no me pagaron el premio. Cobraron todos, hasta los que no jugaron, menos yo”, agrega con bronca y, resignado, afirma que aún espera un gesto de la AFA. Pero antes de eso fue el entrenador del equipo juvenil que participó del torneo de Cannes en 1973 con Mario Kempes, Ricardo Bochini y Marcelo Trobbiani, entre otros. -¿Fue la primera convocatoria de Kempes, no?
-En San Lorenzo tenía un jugador que se llamaba Hugo Promancio; fue el primero que me habló de las cualidades de Kempes. Lo vi y se lo recomendé al Toto Juan Carlos Lorenzo, que era entrenador de la Primera. Me dijo que tenía muchos delanteros. También a José Epelboim, dirigente de Independiente. Armé muchos amistosos en Estancia Chica, donde nos concentrábamos. Vino y eligió a Bertoni. También a Plinio Garibaldi, un dirigente histórico de River, pero no le interesó. Para mí era un fenómeno, pero me preguntaba si estaba equivocado porque todos me decían que no. Estando en La Quiaca le pregunté a Aldo Pedro Poy qué le parecía el pibe, que jugaba en Instituto. “Un crack, además una gran persona”, me dijo. El lo llamó a Víctor Vesco que finalmente lo vino a ver y lo compró en poco más de 100 mil dólares.
-¿Cómo se le ocurrió entrenar con un grupo en la altura?
-Había temor. En una época Rossi y Sívori ponían en el contrato que no jugaban en la altura. Además, en 1959 había fallecido un jugador de Central Córdoba de Rosario. La cuestión es que le propuse a Raúl D’Onofrio, el papá de Rodolfo, que era interventor de la AFA, ir allá. Saqué los pasajes con anticipación: La Quiaca, Lima, Cusco. Las reservas de hoteles, también. La idea era jugar en La Quiaca y Cusco porque tenían una altura y clima similares a los de La Paz. Me dieron apenas 2 mil pesos para llevar en efectivo. Era muy poco. Eso sí: me dieron banderines. Nos quedamos sin plata y armamos partidos para subsistir. Contraté un médico psiquiatra para evaluar a los jugadores, las respuestas físicas y psíquicas. Mostaza Merlo y Jota Jota López, que ya eran figuras en River, no se adaptaron y se volvieron. Lo convoqué a Poy. Después surgió esa famosa foto que sacó un fotógrafo en Bolivia. Fue duro, pero valió la pena. Ganamos 1-0 y la respuesta física de los jugadores fue importante.