Ucrania se repliega y el centro de una ciudad clave queda en manos de Rusia
Es Severodonetsk, en el este. El presidente Zelenski dijo que el costo humano de la batalla “es aterrador”.
En una nueva muestra del avance de las fuerzas rusas sobre un sector de Ucrania, el ejército de Kiev admitió ayer que las tropas invasoras habían logrado expulsar a sus soldados del centro de Severodonetsk, una ciudad clave del este de Ucrania por cuyo control se enfrentan ambos bandos desde hace semanas. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, fue enfático anoche al calificar cuál era “el costo humano” de esa batalla: “Es aterrador”, dijo en su discurso diario al país transmitido por Telegram.
“El coste humano de esta batalla para nosotros es muy alto. Es simplemente aterrador”, explicó el mandatario. “La batalla del Donbás seguramente pasará a la historia militar como una de las más violentas de Europa”, agregó. Según el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, “hasta cien soldados ucranianos mueren y 500 resultan heridos cada día” en los combates con los rusos.
Para las tropas de Moscú, controlar Severodonetsk allanaría el camino para hacerse con otra gran ciudad del Donbás, Kramatorsk, una etapa importante para conquistar toda la región fronteriza con Rusia, que en parte ya está en manos de los separatistas prorrusos desde 2014.
“Con el apoyo de la artillería, el eneche, migo llevó a cabo un asalto a Severodonetsk, con un triunfo parcial y expulsó a nuestras unidades del centro de la ciudad. Los combates continúan”, informó el ejército ucraniano en Facebook.
Serguéi Gaidai, gobernador de la región de Lugansk -de donde Severodonetsk es el centro administrativo para la parte controlada por las autoridades ucranianas- confirmó que las fuerzas ucranianas habían sido repelidas del centro.
“Los combates en las calles siguen (...) los rusos continúan destruyendo la ciudad”, indicó el lunes en Facebook, junto a imágenes de edificios en ruinas y en llamas.
Los separatistas prorrusos que combaten en esta región afirmaron que las últimas divisiones ucranianas en Severodonetsk estaban “bloqueadas” tras la destrucción del último puente que permitía acceder a la ciudad vecina de Lysychansk. “Tienen dos posibilidades: rendirse o morir”, declaró Eduard Basurin, portavoz de los separatistas. Gaidai desmintió, sin embargo, el bloqueo.
El presidente Zelenski, en su mensaje por video del domingo por la nohabía descripto los últimos combates en Severodonetsk como “muy feroces” y dicho que Rusia estaba desplegando tropas poco entrenadas y utilizando a sus jóvenes como “carne de cañón”.
Según el gobernador Gaidai, la planta química Azot, donde se refugian cerca de 500 civiles, 40 de ellos niños, fue objeto de bombardeos rusos, e instalaciones de depuración fueron alcanzadas por los proyectiles. “Intentamos negociar un corredor humanitario” para los civiles, pero “por el momento es en vano”, aseguró el responsable en Telegram. En Lysychansk, tres civiles, entre ellos un niño de seis años, fallecieron por los bombardeos en las últimas 24 horas, añadió.
En el plano diplomático, los miembros de la Organización Mundial del Comercio se reunieron el domingo para encontrar una solución ante una posible crisis alimentaria planetaria provocada por la invasión rusa de Ucrania, que ha provocado un alza del precio de los alimentos.
El encuentro estuvo bajo tensión, sobre todo cuando los delegados expresaron su condena contra la ofensiva rusa y ovacionaron al responsable ucraniano, según el portavoz de la institución, Dan Pruzin. Poco después, cuando fue el turno del ministro ruso de Desarrollo Económico, Maxim Reshetnikov, unos treinta delegados abandonaron la sala, agregó el vocero.
Amnistía Internacional acusó ayer a Rusia de crímenes de guerra en Ucrania y afirmó que cientos de civiles habían muerto en ataques en Járkov, muchos de los cuales fueron perpetrados con bombas de racimo, que se abren en el aire liberando pequeñas bombas explosivas capaces de alcanzar zonas más amplias.
Tras una investigación, la ONG dijo haber hallado pruebas que demuestran que en siete ataques contra barrios de la segunda ciudad ucraniana, las fuerzas rusas utilizaron este tipo de bombas prohibidas por los tratados internacionales. Otra ONG, Human Rights Watch, mencionó el lunes el caso de la profesora ucraniana Viktoria Andrusha, de 25 años. Las fuerzas rusas la acusaron de transmitir informaciones al ejército ucraniano y fue detenida a finales de marzo. Actualmente está presa en Rusia sin contacto con su abogado.