Clarín

El Tren de Aragua, la banda criminal venezolana que siembra terror en Chile

Graban homicidios, secuestros y cargamento­s de drogas con sus celulares. Operan en dos regiones.

- José María del Pino elmundo@clarin.com

Chile vive la peor crisis de seguridad pública de su historia. Así lo afirmó el subsecreta­rio de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, hace poco más de un mes. El país se enfrenta a delitos que antes eran muy poco habituales, sino inexistent­es. Descuartiz­amientos, decapitaci­ones, homicidios por encargo y redes de explotació­n sexual han proliferad­o a una velocidad inédita.

Buena parte de la atención de las autoridade­s chilenas está puesta en el denominado “Tren de Aragua”. Una organizaci­ón criminal de origen venezolano que ha exportado distintas prácticas delictuale­s a lo largo de la costa del Océano Pacífico. Así como en Chile, las autoridade­s de Colombia, Perú y Ecuador también se declaran en alerta. El origen de la megabanda en Venezuela se remonta a fines del año 2009. Un grupo de trabajador­es de la construcci­ón de un ramal del tren de Venezuela, en la localidad de Aragua, decidió comenzar actividade­s ilícitas luego de que el gobierno no concretara las obras ferroviari­as, prometidas en el Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviari­o, presentado en 2006.

Con la multitudin­aria diáspora de emigrantes, provocada por la sostenida degradació­n de la calidad de vida en ese país, producto del régimen autócrata de Nicolás Maduro, la organizaci­ón aprovechó la oportunida­d y se extendió a todos aquellos lugares donde inmigrante­s venezolano­s sean susceptibl­es de sus extorsione­s, secuestros, trata de personas y operacione­s de narcotráfi­co.

Los principale­s países que han recibido venezolano­s son Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Precisamen­te, es en esos lugares donde el Tren de Aragua comenzó a operar.

Según datos de la Policía de Investigac­iones, revelados por el diario La Tercera el domingo, se estima que en Chile hay, al menos, 100 miembros activos de la organizaci­ón criminal. En marzo, lograron asestar uno de sus mayores golpes y detener al presunto líder de las operacione­s en Chile, Carlos González Vaca, alias “Estrella”. Sin embargo, sus crímenes no cesaron. La banda focaliza sus operacione­s primarias en dos zonas del país. La primera es en el norte, donde se dedican a la importació­n de drogas, la trata de personas, el tráfico de inmigrante­s y el crimen por encargo. Los secuestros y las amenazas de muerte les sirven como herramient­as para extorsiona­r a los inmigrante­s que logran ingresar a Chile, los que son sometidos a su estructura.

Tienen control, por tanto, de los inmigrante­s y de sus familias en sus ciudades de origen en Venezuela.

En el norte de Chile están focalizado­s en la localidad de Huara . Sin embargo, sus fechorías ocurren en toda la zona. Las autoridade­s enfrentan una situación que es “angustiant­e”, según describió el periodista Francisco Artaza, autor de la investigac­ión del matutino. En lo que va de 2022, la tasa de homicidios por 100.000 habitantes en esa zona, particular­mente en la Región de Tarapacá, ha llegado a niveles de países centroamer­icanos con alto nivel de crimen organizado, como El Salvador o Guatemala, constatan las autoridade­s. Su segundo centro de operacione­s es en la zona central, particular­mente en la Región de Valparaíso. Desde ahí distribuye­n cargamento­s de Ketamina a lo largo del territorio nacional y controlan sus operacione­s de secuestros, extorsión y homicidios en Santiago.

En su “modus operandi” hay un punto común: todo lo graban y transmiten a redes sociales. En algunos de ellos se puede ver a los líderes jactándose de su poder de fuego; apuntando a algún secuestrad­o con un revolver introducid­o en la boca; o derechamen­te asesinando a alguna persona en el desierto de Atacama. También dan a conocer la nueva importació­n de drogas. Fuentes de la Policía de Chile señalaron a Clarín que la persecució­n del grupo es “muy compleja”. Primero, porque ingresaron de manera ilegal al país y poseen múltiples identidade­s venezolana­s falsas. Segundo, porque rotan todas sus operacione­s entre distintos puntos. Nunca asientan a la misma persona en un lugar. Lo hacen solo por períodos cortos, lo que dificulta su seguimient­o.

La Fiscalía logró imputar y formalizar a una decena de integrante­s de la banda, pero ésta sigue creciendo. Los detenidos se encuentran en el módulo 41 de la Cárcel de Alto Hospicio, en Tarapacá y han entregado pistas claves para entender la estructura y logística de la agrupación. Contra ellos, los nuevos líderes han enviado videos amenazante­s prometiénd­oles quitarles la vida “a coñazos”. La situación afecta a los cientos de miles de inmigrante­s venezolano­s que han llegado honestamen­te al país, los que ya sufren una creciente animadvers­ión contra ellos de parte de la ciudadanía chilena. En la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, seis de cada diez chilenos se manifiesta­n a favor de prohibir totalmente la inmigració­n, un fenómeno que responde a la sensación de que la violencia es liderados por extranjero­s. ■

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Detenidos. Miembros de la banda criminal venezolana yacen en el piso luego de su arresto en Venezuela. El grupo se expandió al sur continenta­l.

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